En la pasada semana, un par de hechos llamaron mi atención, y el primero fue sin duda la desaparición de nuestra querida ?Leidy?, una hermosa perra pinta y orejona de color café y blanco que aunque sólo tenía un año con nosotros, era la fascinación de mis dos hijas.
Estoy consciente de que una perra que le da por salirse a hurtadillas de la casa tiene todas las posibilidades de perderse, o de que alguien se la lleve presuponiendo que está perdida en la calle, lo extraño es que traía una medalla con mi nombre y teléfono, y al menos hasta ahora, nadie me ha llamado, aunque cabe la posibilidad de que aún ande por ahí perdida o que quien se la haya encontrado, no se ha fijado aún, que trae una medalla colgada en el collar.
Este hecho me hizo recordar lo que hace tiempo les comentaba: Que en Lerdo existía una campaña de desperrización donde se eliminaban a los perros callejeros porque éstos ya eran demasiados y sus excretas atentaban contra la salud del pueblo, y yo me pregunto, cómo es posible que los periódicos estén repletos de anuncios que venden perros, mientras en las calles los están eliminando? ¿Qué es lo que pasa?
Probablemente la clave de todo esté en las polémicas palabras ?fino? y ?corriente?, y digo polémicas porque para empezar? ¿Qué podría significar eso de fino o corriente?, si estamos hablando de la misma especie animal y todos son ¡perros!? aaah? pero somos los hombres quienes arbitrariamente hemos implantado estas categorías, y por ello, si los perros son peluditos y orejones, los catalogamos como finos -y sólo se venden en criaderos exclusivos-, ahora que si son de pelo corto y sin muchos ?arremueques?, éstos entrarían al casillero de perros supuestamente? ¡corrientes!, y sujetos, por ende, a ser levantados un buen día de las calles y sacrificados muchas de las veces en formas? no muy correctas.
Bueno, por lo pronto eso de tener perro en casa está resultando muy doloroso, pues justamente ayer hizo un año que se nos murió el ?Blacky? -luego de siete años con nosotros-, y fue una de llorar -empezando conmigo- que lo único que mitigó nuestro dolor fue el que nos regalaran a la ?Leidy?, y ya ven? ahora otra vez la casa está triste, y así seguirá hasta que alguno de mis queridos lectores me ayude a dar nuevamente con ella.
Siguiendo con el tema de finos y corrientes, en días pasados que fui al rancho, platicaba con algunos viejos ganaderos acerca de las diferentes razas de vacas que han existido en la región, y así recordábamos que hace 30 años, si alguien quería tener un rancho de ?categoría? debía seleccionar para él, una raza de vacas finas y de sangre limpia? mmm? ¿Habrá acaso vacas de sangre sucia?... bueno, el caso es que uno debía cuidarse de no comprar vacas corrientes, y nuevamente empezamos con la problemática de: ¿A cuál se le llama fina y a cuál corriente?? aaah? pues no está usted para saberlo, pero entonces le llamábamos finas por ejemplo a las Brangus, Herford, Limousine y Charoláis, por lo cual, si usted quería pertenecer a los ganaderos finos, tenía que comprar ?a hue-fuerzas? vacas de esas razas.
Un buen día, don Benito trajo de USA unas enormes vacas pintas a las que estuvimos a punto de tacharlas de corrientes por no estar en nuestro esquema de finas, pero luego de saber lo que costaron cada una, no tuvimos más que incorporar a las nuevas simental dentro de nuestro estatus de finas.
Los años pasaban y el peso de nuestros becerros finos dejaba mucho que desear a la hora de venderlos, pues por muy finos que fueran no se desarrollaban como quisiéramos, y fue así que a alguien se le ocurrió traer toros de raza? ¡válgame Dios!... ¡Toros corrientes!... guácala, de raza Cebú? y a los pocos meses, la cruza del Cebú con nuestras finas variedades dio por resultado unos enormes becerros.
Fue a partir de entonces que comprendimos que no había vacas finas, ni corrientes, y que era el clima y el tipo de pasto lo que ubicaba a cada raza en donde ésta se pudiera aclimatar mejor, sin olvidar que la cruza de razas nos daban becerros mucho más grandes y pesados que los que lográbamos con las razas limpias? Tiempo después empezamos a reconocer a este fenómeno como el valor híbrido.
Lo triste de todo esto es que también en los humanos existe el paradigma de finos y corrientes, y no se necesita ser muy ?leído? para darse cuenta de que la piel morena y el cabello oscuro no están tan cotizados hoy día como la piel blanca y el cabello rubio. Que la estatura baja no cotiza igual que la alta. Que los ojos azules son más buscados que los cafés? y lo peor, que muchas razas -y naciones - son consideradas casi-cuasi ?sacrificables? cuando a otras se les considera ?indispensables? para el buen desarrollo de este planeta.
Baste recordar aquí, que los Nazis consideraron que los judíos eran una raza inferior y por ende? ?sacrificable?? y son ahora los mismos judíos quienes 60 años después, consideran a los palestinos -de alguna forma- ?sacrificables?? y lo triste del caso es algunos países aparentemente piensan igual, o al menos así lo demuestra su lacerante parcialidad.
Y para cerrar mi tema, dos últimos ejemplos:
1.- En África mueren 200,000 negros de hambre por año, y la noticia -si es que sale- pudiera ubicarse dentro de la 8ª. página de cualesquier periódico. Sin embargo, una epidemia que haya cobrado siete u ocho víctimas en Suiza, Inglaterra o Estados Unidos, ocuparía hoy día la página principal de muchos periódicos? ¿motivo?... los unos son de ?primera? y los otros de ?segunda?? y nos guste o no, así está el mundo, y así nuestros valores.
2.- Y si cree que México es la excepción que confirma la regla, déjeme decirle que está en un error, pues en nuestro querido México, son más importantes los descendientes de los extranjeros que llegaron hace apenas 100 años, que los indios que vivieron aquí desde hace más de 600 años, y cuyos pocos descendientes intentan hoy día sobrevivir a toda costa en lo profundo de las sierras, ya que sus tierras y su cultura han sido sistemáticamente, expropiada la una y semi-aniquilada la otra, sin que nadie diga, ni haga nada que revierta esta situación... ¿o sí?
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