guerra a los ?pasquines de sangre?
Recuerdo que hace tiempo las noticias escalofriantes eran las desapariciones misteriosas de barcos y aviones en el maléfico Triángulo de las Bermudas, ubicado por ahí, entre Cuba, Estados Unidos y las Islas Bermudas.
Al paso de los años se especuló si no habría en el fondo del mar una ciudad de marcianos que engullía a lo que por ahí pasaba. Fue en 1977, de paso para España, que viajé a Alemania por la otrora Luftwaffe que luego de la Segunda Guerra Mundial pasó a llamarse Lufthansa, y aún recuerdo el escalofrío que sentí cuando avisaron por los micrófonos que estábamos pasando por el Triángulo de las Bermudas? ¡aaay mamacita!? más de uno supusimos que las posibilidades de aterrizar en Saturno aumentaban.
Años más tarde el misterio fue desentrañado por un bibliotecario de New York -que no conocía el mar- y cuyo trabajo era leer y almacenar periódicos, y fue así que pudo darse cuenta que la mayoría de las desapariciones habían tenido su lógica explicación semanas más tarde, cuando publicaban que tal o cual nave perdida había aterrizado de emergencia en alguna isla cercana, o que se habían encontrado flotando en el mar los restos de aquella fragata reportada como perdida. En todos los casos, la noticia de sus ?apariciones? eran colocadas en letras pequeñas y páginas interiores para mantener vivo el misterio y seguir vendiendo periódicos.
Ello trae a mi mente el triste caso de las Muertas de Juárez, que a cada día que pasa le ponen un número más a la lista. Lo que nos hace presuponer que ahí hay una banda de asesinos que matan a una mujer diariamente. Sin embargo, hace poco leí que los asesinatos de hombres en Ciudad Juárez... ¡también son muchos!, y de hecho muchos de los asesinos de unos y otras, ya están en la cárcel.
Pero al igual que sucedía con el Triángulo de las Bermudas, las noticias de sus aprehensiones no tiene la misma publicidad, por lo que el tema de las mujeres muertas parece no tener ni fin, ni solución, y dejan en nuestras mentes la idea -quizá cierta, quizá no- de que en Juárez hay una total anarquía e impunidad.
Y yo me pregunto, qué pasaría si a cada asesinato que se comete en nuestra Laguna se le diera la misma publicidad ?amarillista? y se fueran ?contabilizando? como lo hacen en Juárez. De seguro que al paso de ocho años rebasaríamos quizá a las muertas de Juárez, y haríamos creer al resto del país que La Laguna es la Sodoma de Coahuila.
Básteme recordar los crueles asesinatos de dos conocidos sacerdotes, la desaparición hace años de la niña Xóchitl, la muerte de aquella familia que vivía al oriente de la ciudad, o la familia de la Rosita asesinada por su propio hijo. La muerte de la oftalmóloga, la de mi amigo Carlitos Muñoz y los frecuentes asesinatos entre pandilleros, muchos aun sin resolver, y dejo de lado la interminable lista de asesinatos entre familias antagónicas de Matamoros, Coah.
Y aunque mis palabras no van encaminadas a minimizar hechos tan bochornosos, sí pretendo darle igualdad de importancia tanto a las muertas de Juárez, como a los muertos de esta ?tranquila? región donde los asesinatos -que por suerte nadie va contando- son... el pan de cada día.
Un caso similar de noticias a medias lo son los secuestros de niños en el DF, donde a priori dan la cifra de 300 por año. Y al punto empezamos a elucubrar que si se los llevarán a Estados Unidos para quitarles los órganos; que si los querrán para prostituirlos en las calles; que si los quieren para pornografía infantil, etc., etc.
Días más tarde y en un programa televisivo de las 11 de la noche que pocos ven, tocan el tema de la familia y los problemas maritales, y te dan el dato de que el 60 por ciento de esos 300 niños secuestrados se los llevó su papá porque se había peleado con la madre. El 35 por ciento restante fue la madre quien se lo quitó al padre por borracho. Un cuatro por ciento son señoritas de 16 a 18 años que huyeron de su casa con el novio y el uno por ciento restante, aún esta en investigación... uuuf... qué alivio. Alterar los nervios del público con noticias alarmistas y tendenciosas son el negocio deliberado de muchos periódicos cuyo único fin es... vender.
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