…y qué hacer con los perros callejeros
En días pasados platicaba con algunas féminas de mi familia política acerca del tan traído y llevado machismo mexicano, y del por qué es más fácil que una empresa contrate a un ingeniero hombre, y lo piense dos veces antes contratar a una ingeniero mujer.
De antemano, y usted lo sabe, soy un defensor acérrimo de los derechos de las mujeres, y vaya que debo serlo, si tengo tres en casa, y aunque mi esposa, siendo dentista de niños, jamás ha tenido roblemas de discriminación, dado que –para un hombre “collón”, nada mejor que una delicada dentista mujer-, pretendo que mis dos hijas tengan hoy día la misma educación profesional que mi hijo mayor – con todo y maestría-, luego de lo cual espero que el mundo haya cambiado lo suficiente para que ambas tengan las mismas oportunidades de trabajo que un hombre, en igualdad de circunstancias y en igualdad de capacidades.
Lo cierto aquí, es que a nosotros los hombres aún nos falta mucho para tazar en su justo valor la capacidad y el trabajo de la mujer. Tal pareciera que el mundo fue hecho sólo para que los hombres destaquen, y prueba de ello lo es la famosa frase: “Atrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer’’… y yo me pregunto… ¿Y por qué atrás?, si son las mujeres quienes diariamente y sin hacer mucho alarde… “Nos empacan el paracaídas”.
Pero bueno, ya me adelanté un párrafo y obviamente usted no me entendió lo que quise decir con eso del… “paracaídas”, así que le platicaré la historia:
Hace años, Charles Plumb, piloto de Jets de la US Navy, volaba sobre Vietnam cuando su avión fue derribado por un misil tierra aire. Al momento del impacto, Plumb fue expulsado del avión y su paracaídas se abrió perfectamente aterrizando sano y salvo en tierras enemigas. Tras ser capturado, pasó seis años en una prisión vietnamita, luego de lo cual volvió a los Estados Unidos. Años después, cuando Plumb y su esposa comían en un restaurante, un hombre que estaba sentado en la mesa de junto, se les acercó y les dijo: ¡Tú eres Plumb!... Tú piloteabas aviones caza desde el portaaviones Kitty Hawk y fuiste derribado en Vietnam… A lo que Plumb respondió: ¿Cómo es posible que tú sepas eso?… “Porque fui yo quien empacó tu paracaídas".
Plumb se quedó con la boca abierta por la sorpresa, mientras el hombre agregaba: Y me imagino que debió funcionar correctamente, pues si no… “no estarías tu aquí ".
Esa noche Plumb no durmió pensando en cuantas veces debió haber visto a ese hombre empacando paracaídas y jamás le dio a ello la menor importancia, ya que Plumb era un piloto mientras el empacador era sólo un marinero… Un marinero cuyo “trabajo bien hecho”… le había salvado la vida.
Esta reflexión me hace preguntarte a ti jefe de familia, hombre de empresa, alto ejecutivo... ¿Quién empaca tu paracaídas?
¿Quién está pendiente de tu gripa cuando ésta parece que te hará morir? ¿Quién te hace el lonche cuando sabe que no vendrás a casa a comer? ¿Quién te arregla el traje para que luzcas resplandeciente en esa importante junta de negocios? ¿Quién mi amigo? ¿Quién es la que en tu casa… empaca tu paracaídas?... para que siempre llegues a salvo a tu destino.
Y con todo y ello… aún somos machistas…
Los perros callejeros
Los que somos amantes de tener perros, nos encontramos en un dilema, pues por un lado nos sentimos acompañados y felices con las gracias que hace nuestra mascota en casa y agradecidos porque ésta “nos saca a caminar” todas las mañanas.
Sin embargo, ya nos resulta insoportable el ver la cantidad de perros callejeros que deambulan por la ciudad, y concretamente en la placita de la colonia Los Ángeles –donde yo camino todas las mañanas-, al grado de que hay que caminar con un palo en la mano por si alguno de estos perros callejeros se le ocurriera atacarte.
Y esto tiene un transfondo de educación, pues si usted tiene una perra de buena clase, pudiera desear que ésta le pariera algunos perritos finos para luego venderlos o regalarlos entre sus amigos, sabedor de que estos los cuidaran igual que usted. Pero si a usted poco le importa que su perra tenga descendencia, deberá entonces de llevarla al veterinario para que se la “arreglen”, pues si no lo hace, su perra parirá en la calle y dejará en la misma seis u ocho perros callejeros –cada seis meses- (60 a lo largo de su vida) que deambularán por la ciudad buscando que comer y asustando al más bravo de los paseantes.
Hace tiempo, un buen amigo mío que trabajaba –y espero que aún trabaje- en Salubridad de Lerdo, me decía que diariamente “sacrificaba” una cantidad determinada de perros callejeros. Al oírlo, pensé que debía ser primo de Adolfo Hitler, pero luego me di cuenta de la gran labor que hacía, pues libraba a la comunidad lerdense de toneladas de excremento que diariamente dejaban estos perros por las calles, y con ello evitaba que decenas de niños se enfermaran, sin contar con el hecho de que libraba a la población de una plaga de animales sin dueño que lo único que hacían era sembrar el pánico entre aquéllos que transitaban a pie por las calles de Lerdo.
Ignoro si en Torreón exista una campaña similar, y si mi amigo el Dr. César del Bosque – “jefe de la banda” en cuestiones de salud local- pudiera implementarla en beneficio de los torreonenses. Pero es un hecho que urge ya una “desperrisación” en Torreón, junto con una campaña que concientise a los dueños de perras, para que éstas sean esterilizadas gratuitamente en Salubridad, y con ello podamos, el resto de la población, seguir paseando por las calles sin el riesgo de ser mordido por un can rabioso, hambriento… y sin dueño.
Te lo encargo por favor César… Torreón te lo agradecerá, y yo te deberé una.
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