Aunque no es mi costumbre hablar dos domingos seguidos del mismo asunto, hoy vale la pena la excepción, dada la gran polémica que causó la semana pasada el tema acerca de la cacería. Tópico que usualmente evadimos comentar porque luego te topas con un ecologista que efusivamente critica a quienes cazan venados, mientras éste se degusta un buen rib eye, y no tiene empacho en saber que degollarán a un cabrito para hacerle la “fritada” que se comerá mañana, como si éstos hubieran sido en vida plantas o piedras.
Aunque algunos insisten en aquéllo de... ¡es que eso es diferente!… ¿será?... o es tal vez que ya nos acostumbramos a ver la crueldad cotidiana. El ex Beatle, Paul Mc Cartney es un conocido opositor de la cacería… ¡Si!... pero para ir acorde con sus ideas, lleva 30 años sin probar carne, hay diferencia... ¿no?
Hace unos días vi un interesante programa americano donde una investigadora de osos negros se dedicaba -no a matarlos-, sino a “re-acondicionarlos”, ayudada por un puñado de perros amaestrados. Esto es, que cuando un oso se acercaba demasiado a un rancho o a un poblado, la señora y sus perros le daban una santa correteada, que hacia que jamás volviera por el lugar, es más hasta “azúcar” le daba del susto.
La labor de esta mujer esta siendo valorada por propios y extraños, ya que ese oso (y osa, diría Fox) de seguro que iba a ser sacrificado, bien fuera por un ganadero a quien le mataba sus becerros, o por un ciudadano común, al verlo pasearse cerca del pueblo, como ha sucedido en años pasados en Cuatrociénegas, Coah., donde ya se han matado varios osos dentro del pueblo. El último, a sólo 100 metros de la plaza principal. Motivo: La falta de comida en la sierra, en los meses de seca.
Pero, ¿qué es lo que está sucediendo realmente en Coahuila? Bueno, pues salvo algunos casos aislados, donde alguno de los 400 ganaderos que habemos en Coahuila decide alimentar a los osos con la carne de sus becerros, lo cierto es que los otros 399… los matamos.
Si, ya se que se alarmó por la declaración, pero no estoy aquí para darme baños de pureza, sino para buscar soluciones que permitan una convivencia “medianamente pacífica” con los plantígrados. Yo en lo personal, oso que no me mata ganado, no lo toco, es más, cuando vemos uno que aún no ha matado; pero que trae intenciones de jugar a las “comiditas” con mis becerros, le damos una versión arcaica de lo que hace la dama de los perros: una sonora tiroteada con 30-30 -tirándole a las patas-, que casi nos permite oír cuando va “cuesta arriba”, echando madres y jurando: A este Che… rancho no vuelvo nunca.
En días pasados leía en los periódicos que había inquietud por parte del Gobierno de Coahuila y del Gobierno de Texas por ver la forma de proteger a los osos negros de Coahuila (Dato extra: De todo México, sólo hay osos negros en algunas sierras del norte de Coahuila y Nuevo León) y la única solución que yo en lo personal concibo para mantener una convivencia pacífica con los osos negros es la siguiente:
Como plan primario, crear un subsidio federal para darles comida a los osos en los meses en que el monte esta seco, de modo que no bajen a atacar los ranchos ganaderos. Mi experiencia de 25 años conviviendo con osos en las sierras de Coahuila, me dice que mientras un oso tenga bellotas de encino, tunas, frutos silvestres y demás vainas vegetales que comer, jamás se despierta dentro de él su instinto carnívoro, y ello se constata cuando en época de tunas y bellotas, los osos pasan por entre los becerros, sin molestarlos.
Como plan definitivo, -cosa que para mi es un sueño-, el gobierno deberá adquirir una superficie grande de terreno -donde no existan vacas-, para crear un parque nacional al estilo de Yelowstone en USA, y a donde se pudieran ir remitiendo los osos problema -previamente atrapados vivos- que atacan otros ranchos, para que éstos puedan ahí crecer y reproducirse libremente sin dañar a nadie. Al paso del tiempo este parque pudiera ser visitado por turistas, que dejarían jugosos ingresos para el mantenimiento del mismo.
Lo demás que usted oiga acerca de convencer a los ganaderos de que convivan con los osos así nomás, apaciblemente, siempre serán mentiras y falacias, pues en una época tan difícil como la que estamos pasando hoy día los ganaderos, pensar en que aparte de los gastos del rancho, debiéramos considerar un gasto extra por diez o 15 becerros anuales que se comieron los osos, la verdad es que ningún ranchero lo aceptará, así que vamos pugnando por opciones con más lógica, si queremos que las nuevas generaciones vean a los osos negros deambular por las sierras de Coahuila como lo han venido haciendo en los últimos 1000 años.
De no hacerse algo concreto en un tiempo corto, lo que va a suceder en Coahuila es que tarde que temprano desaparecerán de nuestro estado los osos negros, por el simple y sencillo hecho de que los ganaderos necesitamos de todos los rincones del estado que tengan pasto para criar nuestras vacas, y ello ha ocasionado y seguirá ocasionando que vayamos desplazando a los osos de los lugares donde antes vivían a sus anchas.
Si usted, mi amigo, no ve movimiento en pocos meses, más le vale llevar a sus hijos a algún rancho cinegético para que vean en él a los últimos osos negros que existirán en Coahuila, pues en 20 años más, decir osos, berrendos, lobos o elks, será hablar de la misma cosa… animales que alguna vez existieron en Coahuila, y que hoy día ya se han extinguido
Nota: Cito para aquellos ecologistas “de café”, que creen que la solución es dejar las cosas así como están y no hacer nada, las frases del periodista Sergio Sarmiento que al respecto de ecología y conservación, hizo hace algunos días:
“Para preservar la ecología de algún lugar en especial, ésta debe tener un uso, un valor y un propietario interesado en generar con la propiedad un flujo suficiente de ingresos que le permitan a éste… conservar y proteger dicho hábitat’’.
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