Pues bien, aquí estoy sin una maldita idea concreta qué desarrollar, pero como hombre ingenioso que soy, empezaré escribiendo las primeras ideas que vayan llegando a mi aturdido cerebro, y por lo pronto, y con este preámbulo previo… ya le avancé algunos renglones.
Quizá debería hablar de cosas importantes, como el hecho de que siguen extrayendo el agua del área protegida de Cuatrociénegas mientras las pozas han empezado a bajar de nivel, pero... ¡Y eso a quién diablos le importa!… ¿Al gobierno?... ¡baaa!… ¿A las autoridades encargadas del agua?... ¡baaa!… Si el mismo Cuatrociénegas lleva 20 años secándose “poco a poco”, luego de la extracción indiscriminada de agua que hacen los ranchos ubicados en el Valle de las Calaveras, -al norte de Cuatrociénegas-, Cómo creer en las autoridades si en tres sexenios y otros tantos gobernantes, nadie les ha dado… solución definitiva.
¿De verdad cree usted que pararán la extracción de agua del Valle del Hundido?... Ja, ja. ¡Padre santo!, diría mi querido maestro don Hueso, ¿pues qué andas jumao?... Si no pararon los pozos agrícolas que están secando al mismo pueblo, mucho menos lo harán por unas tristes pozas y unos pescaditos raros, –aunque estos hablen francés-, ¡A ver quién se cansa primero, los articulistas escribiendo, los habitantes manifestándose o las autoridades haciéndose pen… pensándolo bien mejor hablo de otra cosa.
Si no es del agua, quizá debiera hablar de los problemas de los agricultores en el campo, pero lo cierto es que estoy de acuerdo con Fox en lo del Tratado de Libre Comercio y en que ya se llegó la época de la globalización, en donde, –nos guste o no- se debe competir por tener el mejor producto y al mejor precio, y aunque este “sistemita” se lleve entre las patas a muchos productores, a partir de hoy, quienes produzcan calidad y a buen precio, seguro que… vivirán bien; mientras que aquéllos que aún pretenden hacerse ricos produciendo poco y vendiendo caro, se toparán con la novedad de que en algún lugar de la tierra su mismo producto vale la mitad de lo que ellos pretenden por él, y no olvidemos aquí que las individualidades pasan a segundo lugar, cuando el pueblo se ubica en el primero, y es ese mismo pueblo fregado económicamente… quien no desea pagar cinco pesos por un producto que puede conseguirse en dos, aunque haya que traerlo… de la misma China.
Pero hoy no quiero ponerme serio, y quizá ello se deba a la manía que tengo de leer a Germán Dehesa, quien para escribir hace uso de una hermosa sencillez, sobre todo cuando lo presiona “el bucles”, y haciendo uso de esta sencillez, le diré que no presté mucha atención al accidente del transbordador porque en esos días tuve para preocuparme… mi propio accidente.
Resulta de que mi hobby por las tele-comunicaciones a largas distancias me llevaron a escalar hace cosa de diez años los 3060 metros de la altísima Sierra de la Madera de Cuatrociénegas... bueno… al menos eso me marcó el GPS el día que subí, porque luego entre la Sierra de la Madera y la Sierra de Jimulco se pelean el título de la más alta de Coahuila, y sea cual fuere de las dos, ninguna lo es por más de 100 metros.
Así pues, y luego de varios años de planes y trabajo, por fin un buen día, una hermosa torre de 12 metros de altura quedó instalada en lo más alto de la Sierra semi-oculta entre los millones de hermosos pinos que la coronan, acompañada ésta de sus cuatro celdas solares para darle energía, cuatro baterías y una resistente caja metálica que guardaría los equipos de radio.
Tras muchos años de funcionar ok, en días pasados, de pronto la comunicación se suspendió, y por ello contraté para que me ayudaran a un par de Sherpas (lleva un día acercarse a la montaña y al día siguiente 11 horas a pie hasta la cima sin camino y entre el monte) . El caso es que cuatro días después me llegó el reporte de los Sherpas: ¡Unos osos se habían subido a la torre y se desayunaron todos los cables de las antenas!...¡No manches!
Y aquí debo de reconocerles su inocencia, pues fui yo quien invadió sus dominios, al poner mi torre casi-casi en el patio de su casa, pues allá en la cima donde por lo inaccesible del terreno pocos pies humanos han pisado, los osos negros pululan por todos lados sin que nadie los moleste.
De hecho no es la primera vez que los benditos osos -hijos de Villa– usan mi torre y el pino contiguo como su portería, pues ya en varias ocasiones pasadas han organizado sus “picas de fut” con las cuatro baterías solares que están en la base de la torre, pero de eso… ¡a jugar al trapecista! y comerse los cables de las antenas en la punta de la torre… “staka brown’’… el caso es que de una forma u otra, los canijos osos me dejaron… fuera del aire.
Y por si mi comentario acerca de los Sherpas lo dejó en blanco, le diré a manera de corolario que los verdaderos Sherpas –no mis amigos torreros- son unos individuos que viven en la lejana Nepal, y son los clásicos cargadores que suben los bultos pesados de los alpinistas que escalan las altas montañas del Himalaya, mismos que -si usted piensa subir en estos días al Everest- se contratan en Katmandú, capital de Nepal; pueblo ubicado en la parte baja de la enorme cordillera…¡Que con todo y lo de parte baja, está a más de 5000 metros de altura!, (el doble de la altura de la Ciudad de México), así que, quienes quieran subir al Everest, primero deben de vivir cuando menos dos meses en Katmandú, acostumbrándose a respirar un aire enrarecido, y con un mínimo de oxígeno... ¿Qué como le hacen los nepaleses para respirar con tan poco oxígeno?... bueno, pues resulta de que tienen en su sangre muchos más glóbulos rojos que usted y que yo, y ésto los ayudan a transportar mejor el poco oxígeno que… bueno… pero ya me salí del tema… y se me terminó el espacio, así que mejor le seguimos el próximo domingo.
www.internetual.com.mx/llama