Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Punto de Vista

Dr. Fernando Llama Alatorre

Dicen por ahí que en el mar la vida es más sabrosa y algo de razón tendrán si todos tratamos de ir de vez en cuando, aunque yo opino que en el campo es donde la vida es más sabrosa, o quizá lo que deseo realmente es? alejarme de la ciudad.

El caso es que el pasado 20 de noviembre tomé como siempre rumbo norte para meterme en las montañas, allá donde la palabra silencio cobra una connotación especial cuando te es posible oír el zumbido del vuelo de una abeja a diez metros de distancia?¡aaah verdad!... Si usted no ha ido al campo creerá que estoy exagerando pero déjeme decirle que un día oí el crascitar de unos cuervos que volaban a más de un km por sobre mi cabeza, en una silenciosa, tranquila y soleada tarde de verano, y ese día me quedé tan apantallado como lo esta usted ahora que se lo platico.

Así pues? cuando yo le hablo de silencio, le hablo de no escuchar absolutamente ningún ruido citadino... salvo el zumbar de las abejas, el ulular del viento, el crascitar de los cuervos, el aullar de los coyotes y podía seguir impresionándolo con más palabrejas diciéndole que el barritar de los elefantes, pero eso ya le resultaría extraño? salvo que me apellidara Atayde.

Y ya que me puse a hablar de palabras raras, déjeme decirle que desde hace 30 años en que pasé por Cuatrociénegas en busca de amores, descubrí que ahí usan palabras que ni usted ni yo -ya no digo usamos-? ¡jamás las hemos escuchado!... y como buen ignorante que soy, presupuse en el acto? falta de cultura.

Al paso de los años me di cuenta de que el falto de cultura era yo, y que esas palabras extrañas para mí estaban aceptadas en su mayoría por la Real Academia Española de la Lengua, y las que no, eran palabras de uso antiguo o derivadas de lenguas y expresiones autóctonas?¡que maravilla!

Dicho esto, llegué al rancho acompañado de mis dos hijas, mi esposa, mi madre y mi amigo Mario, y tras convivir tres días con Raúl, quien como usted sabe es vaquero de día y filósofo de noche -cuando platicamos frente a una fogata-, terminé finalmente agregando a mi diccionario algunas palabras nuevas, en cuanto me dijo que le diera ?saludes?? a mis hermanos, y yo que me creo el ?muy muy?, inmediatamente lo corregí? ¡Saludos! y él con su clásica sencillez respondió? bueno? tú sabes más? ?Saludos pues?.

Pero como no es la primera vez que Raulito me saca alguna nueva palabreja que luego resulta ser más correcta que la que yo uso, llegando a casa abrí en mi computadora el diccionario de la Real Academia Española de la lengua y al punto de ponerle ?saludes? me aparece: Expresión de cortesía. Ej: Déle mis ?saludes? a sus padres? ¡bolas!... ahora resulta de que mi arcaico vaquero, que si acaso habrá bajado 200 veces al pueblo en sus 70 años de vida, habla mejor que yo. Y ya visto con detenimiento, me resulta más lógico que si le vas a desear ?salud? a unos amigos, les digas: Lo que les deseo ?es-salud? o ?salud-es? en vez de: Lo que les deseo ?os-salud? o ?salud-os? -en la práctica ambas son correctas-, pero si usted desea oírse más ?chic?, no deje de mandar? ?Saludes?.

Tras los saludes para los amigos, Raúl me soltó la siguiente: Párate ahí donde está esa palma rabiseca... ¿rabi... qué?... me cachis? ¿Quién le habrá enseñado a don Raulito esas palabras si a la hora de leer no distingue ni la o por lo redondo? mmm? ¿O será acaso que la gente de antes hablaba con más propiedad que nosotros ahora?

Apenas llegar a los pueblos, las palabras nuevas me saltan como ranas en tiempo de lluvia: Córtame la carne con el belduque (cuchillo), mientras yo voy por el cedrón (tina que antes era fabricada de madera de cedro) para trapear, y como desde endenantes (hace poco) no hay agua en las llaves, tendré que calentar una poca en la estufa para bañarme a jumates (especie de cucharón hecho de la mitad de un guaje).

Ahora que si quieres saber el peso de una paca de alfalfa o de una borrega, tendrás que colgarla de una romana (balanza antigua que consistía en una barra de fierro que se colgaba de un árbol y en uno de sus extremos se colocaba lo que se iba a pesar, y sobre la barra quintada con ranuras de diferentes pesos, se iba recorriendo un fiel (bola de acero con un gancho) hasta que la barra quedaba nivelada y el fiel detenido en el peso exacto? uuuuf? Espero haya podido explicarlo claramente, pero si usted no ha visto nunca pesar algo en una romana... esta en sumerio explicárselo.

De cualquier forma podrá imaginarse lo difícil que sería pesar a una borrega en un rancho de Coahuila de 1880? cuando los hermanos Revuelta aún no llegaban de España -ni nacían quizá- a poner su famosa fábrica de básculas-inaugurada en 1958-. ¿Y cómo hacerlo entonces ?... fácil? ¡con una romana!... y un buen árbol.

Desde que descubrí que la gente de los pueblos, ranchos y ejidos usan palabras que no por desconocerlas nosotros están por ello mal usadas, llevo siempre conmigo pluma y papel para anotarlas y consultarlas luego, dándome cuenta por un lado, del cómo ha ido evolucionando nuestra lengua, y por el otro, la degeneración que ha sufrido nuestro lenguaje en las ciudades, empezando por nuestros hijos y sus consabidas y deprimentes frases: Nombre guey, ya mensa, qué onda, échate una chela valedor, no manches carnal, está chido mana.

Al respecto, no se lo que usted haga en su casa, pero en la mía, corrijo con más dureza un chido, un qué onda, una chela y un no manches, que una sonora mentada de madre, pues la segunda denota una total falta de educación y de respeto, pero la primera nos indica inconfundiblemente que quien habla tiene aserrín en la cabeza en vez de cerebro, y eso si que esta peor, pues lo de la mentada se corrige, pero lo del aserrín? ¿cómo?

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