Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

¿Qué harías diferente?

Gaby Vargas

Enlista a las cinco personas o cosas que más valoras en la vida, por orden de importancia... El maestro nos lanza la orden en el congreso de Logoterapia. Me detengo y reflexiono. Pienso en Pablo y, como ola, me inunda, me envuelve. Me siento plena. Su nombre es lo primero que escribo.

Mis compañeros y yo, entusiasmados, intercambiamos nuestros tesoros. Mis hijos, mis nietos, la salud, mis yernos, mis papás, la naturaleza, los amigos, la vida, en fin. Es difícil darles jerarquía a tantos amores, y a todo aquéllo que siempre hemos dado por un hecho.

El siguiente planteamiento cae como balde de agua fría: Imagina que pierdes aquello que escribiste en primer lugar. ¿Qué pasaría? De inmediato, se hace un silencio.

Todos sentimos un puñal en el plexo-solar. Esa idea ha existido siempre, pero nos la hemos quitado de la cabeza como si se tratara de un mal pensamiento. Ahora, tenemos que anidarla, sentirla, escribirla y comunicarla. ¿Qué me pasaría si pierdo a Pablo? Con sólo pensarlo se apaga mi vida. Encuentro difícil expresar con palabras el sentimiento de orfandad al que me asomo.

Qué razón tiene Borges al escribir: No hay más paraísos, que el paraíso perdido. Una vez que intercambiamos nuestros dolores, reales e imaginarios, escuchamos el tercer planteamiento: Imagina que la vida te da la oportunidad de recuperar aquello que perdiste... ¿Qué harías diferente? ¿Qué actitud cambiarías? Es increíble lo que un ejercicio de este tipo nos puede hacer reflexionar.

¡Qué importante es ser conscientes de cuando estamos en el paraíso! Apreciarlo y disfrutarlo. Vuelvo a respirar, surge el alivio de una segunda oportunidad. Viene a mi memoria ese poema de Ana María Rabatté, En vida hermano, en vida... ¿Qué haría diferente si tuviera la oportunidad de recuperar aquello que más valoro? Quiero compartir contigo estos planteamientos para que, si así lo deseas, pienses ¿Tú, qué harías diferente?

Por mi parte, estoy frente a la computadora y decido cerrarla para ir contigo. Pablo, te quiero decir que esta semana me preocupaba qué iba a darte de regalo para el Día del Padre; sin embargo, después de sentir que puedo perderte, decidí que mi regalo será algo intangible, pero más trascendente, algo que te dure más que la moda de una corbata o el placer de escuchar un CD.

Pienso en todos aquellos momentos en los que escojo continuar escribiendo en la computadora en lugar de sentarme junto a ti, para ver la televisión, abrazados. Qué tiempo perdido... Qué rápido olvido aquello que Concha y yo, las dos amantes del trabajo, comentamos un día: No hay nada que valga más que un abrazo cálido y apretado.

¡Cómo reconforta y enriquece! Que no se nos olvide Concha. ¿De qué sirven los logros, las posesiones o el reconocimiento, si estamos solos? Mi papá siempre lo ha dicho: “Llórate pobre, pero no te llores solo’’. ¡Qué fácil es repetirlo y qué difícil es trabajar en ello y ganarse el cariño del otro! Porque querer es muy fácil, lo difícil es que te quieran, que quieran estar contigo.

Y las horas de trabajo, tenlo por seguro que no lo logran... Por eso, Pablo, te prometo organizarme más y reservar mi tiempo para tí, para disfrutarnos mientras juntos, abrazados, nos acompañamos.

¿Qué haría diferente?.. Al estar ahí, contigo, prometo “estar’’ verdaderamente, interesarme más en tus cosas, en lo que vives y piensas, darte toda mi atención y escucharte sin distracciones cuando me cuentes cómo estuvo tu día, antes de llenarte de cómo me fue a mí.

Qué irónico es pensar que, a veces, entre más cerca estamos de las personas, más miopes podemos ser a sus estados de ánimo. Ciegos para percibir las etapas o crisis por las que pueda estar pasando, incapaces para ver su corazón.

Me propongo sacudirme de la rutina, de la conversación trivial. Pablo, quiero enamorarte a diario. ¿Qué haría diferente? Me comprometo a ser más prudente y no tratar de cambiarte en absurdas pequeñeces y, para descubrir tus necesidades, me propongo ser más atenta y cariñosa y estar abierta a lo que dices y a lo que, quizá para que no me preocupe, a veces no dices.

Sobre todo, te diré más seguido lo que te admiro, que me enamora tu serenidad, tu fortaleza, tu valor, tu integridad para afrontar y sobrellevar los problemas que la vida te presenta. Por último, te quiero dar las gracias por hacerme sentir amada siempre, protegida y valorada. Te adoro. ¡Feliz Día del Padre!

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 35831

elsiglo.mx