¿Es necesario dar más recursos al gobierno? ¿Para qué los necesita? Estas son cuestiones que están en el fondo de la llamada Reforma Fiscal, la cual corre el riesgo, al igual que todas las demás Reformas Estructurales, de quedarse en el limbo. Todas las fuerzas políticas, al menos las representadas en la Cámara, están de acuerdo en que es necesario dar más recursos al gobierno. Sin embargo, lo que salta a la vista desde el primer instante es a qué tipo de gobierno nos referimos. Así, está la propuesta del PRD, por ejemplo, en el sentido de modificar las proporciones del IVA en lo que se refiere a su reparto entre los niveles de Gobierno Federal, Estatal y Municipal. Este nuevo reparto proporcional, que daría la tercera parte de lo que se recauda a los gobiernos estatal y municipal, contempla evidentemente que quienes carecen de recursos suficientes son estas instancias de gobierno y no el Gobierno Federal.
En efecto, si algún problema serio representa la cuestión fiscal, consiste en la excesiva potestad recaudatoria del Gobierno Federal. Se ha avanzado en el sentido contrario claro está, pero a cuentagotas, y la participación en el total de los impuestos recaudados en nuestro país de los estados y municipios es verdaderamente bajísima: ridícula si la comparamos con las de otras naciones similares a la nuestra, o peor aún, si la comparásemos con aquellas naciones a las que nos pretendemos parecer.
Otra cuestión grave es el problema de la evasión. De hecho el impuesto al valor agregado, dejando de lado si se aplica de manera general o no, si es a una tasa o a otra, persigue precisamente disminuir eso, ya que grava al consumo directamente. Si hay quien gana y no paga, difícilmente hay quien no consuma y pueda evadir. Claro está que aquí también existen compras y ventas sin facturación y por lo tanto, es posible evadir el pago del IVA, pero siempre se considera menor a la evasión que puede existir en el caso del ISR. De ahí que junto a la propuesta de generalizar el IVA e incluso disminuir su tasa se planteara una disminución del ISR, los mayores recursos vendrían por la disminución de la evasión, quien sí paga su ISR, compensaría en parte al menos, el aumento del pago en el renglón de IVA.
En base a lo anterior resulta doblemente indignante la propuesta del gobierno. Por un lado había declarado que así sería, que se aplicaría IVA generalizado pero a menor tasa y compensado con la disminución en el ISR. No fue así. Por otro lado, y esto ahora está rotundamente claro, las negociaciones a nivel de elite, a espaldas de los votantes y ya aparentemente arregladas desde antes, animaron a presentar la propuesta de reforma como fue presentada. Tampoco les resultó así.
Hagamos un poco de historia, y nos daremos cuenta de inmediato de que esta propuesta no es nueva. Primero, hace ya algunos sexenios, se nos vendió la idea del IVA para recaudar más; después, se nos vendió la idea de aumentarlo al 15 por ciento; ahora se nos dice que hay que generalizarlo. Los argumentos no son sólidos. Por ejemplo, si los regímenes de exención son tan nocivos y distorsionadotes de la economía, por qué no se dice nada de la tasa cero a los exportadores; por que no se hace nada para gravar las entradas y salidas de capital del país, a las que se da el mejor de los tratamientos fiscales; por qué no se hace nada en contra de las ganancias especulativas en la Bolsa de valores.
El argumento mismo de que el Gobierno Federal necesita más recursos para el gasto social es verdaderamente absurdo. Basta echar una mirada a la evolución del gasto en los últimos sexenios para darnos cuenta de que la mayor parte del incremento en el mismo no ha sido en el gasto social, sino en las partidas destinadas a cubrir los numerosos rescates al gran capital. Tómese en cuenta tan sólo el costo del rescate bancario, el rescate carretero, el próximo rescate azucarero, para caer en la cuenta de que lo que hemos pagado de más ha sido para subsidiar al gran capital y enriquecer a unos cuantos.
¿Por qué el 85 por ciento del presupuesto actual ya está comprometido a cubrir todos esos gastos? ¿No será que el gobierno se quedó corto de dineros precisamente por dedicar su Política Fiscal al apoyo a los grandes grupos industriales del país y al pago de los onerosos rescates financieros? ¿Quién nos garantiza que los mayores recursos no serán destinados, al menos en una buena parte, a futuros subsidios que den competitividad al gran capital en el exterior, o bien que sean dedicados a futuros rescates financieros? ¿Quién garantiza que no veremos nuevos negocios sexenales al amparo de un gobierno que se va y al cual podremos echarle la culpa de todo lo que queramos?
La Política Económica al servicio de la oligarquía nacional ha terminado por enriquecer enormemente a unos y empobrecer no menos a muchos otros. El Gobierno Mexicano se encuentra entrampado entre la necesidad de destinar gran parte de sus recursos a sus prácticas de apoyo al capital, y la necesidad de atenuar un posible conflicto social y político, que indudablemente se esconde detrás de la pobreza, mediante el pauperismo oficial. Hasta ahora se nos ha propuesto que para seguir apoyando a los ricos y a los pobres, sea la clase media, por así llamarla, la que termine proporcionando los fondos que permitan continuar por el mismo camino. Esto es lo que para el gobierno, los portavoces del capital y algunos políticos, tendenciosos los unos, confundidos los otros, nos quieren vender como ?estabilidad?.
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