Agencias
BAGDAD, IRAQ.- “No puedo moverme. No tengo sensación en las piernas. Decenas de personas que conozco siguen bajo los escombros”, contó Majid Al-Hamaidi, de 43 y conductor del Banco Mundial después de ser rescatado ayer de entre los restos de los que era el Hotel Canal el cual alberga las oficinas de las Naciones Unidas en Bagdad.
Un terrible atentado terrorista fue perpetrado contra las instalaciones cuando un atacante suicida detonó un camión lleno de explosivos frente al Hotel Canal, se calcula que por lo menos 20 personas murieron y otras 100 se encuentran heridas.
En el atentado falleció el representante especial de la ONU en Iraq, Sergio Vieira de Mello, luego de los intentos de rescatarlo, que incluyeron una llamada del mismo funcionario desde su teléfono celular.
Funcionarios de la ONU dijeron que el ataque dejó heridos a varios empleados del Organismo Mundial, incluido el director general del programa Petróleo por Alimentos, Bennon Sevan.
“Hay trece muertos ante mí, en el patio del Hotel Canal”, afirmó un oficial de la policía iraquí que también se encontraba en el lugar. “Evacué varios cuerpos”, declaró el oficial, que no quiso revelar su identidad, mientras varios socorristas transportaban cuerpos ensangrentados en las camillas y los bomberos intentaban extinguir el incendio en el hotel.
Uno de los heridos fue un hombre que tenía una barra de aluminio de un metro de largo clavada en el rostro debajo del ojo derecho. Pudo hablar y dijo ser un asesor de seguridad del Fondo Monetario Internacional, que había llegado al país el fin de semana.
El administrador civil estadounidense en Iraq, L. Paul Bremer, recorrió el lugar del ataque mientras varias personas, con la ropa ensangrentada, retiraban manualmente los escombros intentando localizar a las víctimas atrapadas. En el sitio de la explosión quedó un hoyo de 15 metros de diámetro.
Los atacantes podrían haber tenido como objetivo tanto desacreditar a las fuerzas de ocupación estadounidenses como impactar a la ONU, cuyo principal papel en Iraq es proporcionar ayuda humanitaria, dijeron analistas.
Mientras se elevaban nubes de humo, era constante el transporte de heridos por parte de los soldados estadounidenses, algunos de los cuales tuvieron que ser llevados en helicópteros a hospitales cercanos.
“Vi piernas y brazos, restos quemados”, dijo el periodista Grant Hodgson, que se encontraba en la conferencia de prensa en la central de la ONU cuando tuvo lugar la explosión. La búsqueda continuaba a pesar de que la noche hacía difícil determinar lo que había bajo las vigas y las piedras del Hotel Canal, donde se albergaban los servicios de las Naciones Unidas.
Nadie se responsabilizó del atentado, algo parecido al ocurrido hace dos semanas contra la embajada de Jordania en Bagdad que quitó la vida a 17 personas.
El ataque ocurrió horas después que fue detenido Taha Yassin Ramadán, un ex vicepresidente llamado “los nudillos de Saddam” por su brutalidad. Fue entregado, junto con su familia, a las fuerzas norteamericanas por milicianos del Frente Patriótico de Kurdistán en la ciudad norteña de Mosul, donde se ocultó.