TORREÓN, COAH.- Ante la jueza tercera penal, Juan Enrique Rentería Aguilar y Jesús Herrera Reyes, aceptaron haber victimado el pasado 21 de febrero al padre José Rogelio Carrillo Valenzuela, con intenciones de robarle.
Durante una audiencia sumamente accidentada, a grado tal que la titular del juzgado ordenó desalojar la sala, ambos detenidos que hasta el miércoles anterior estuvieron bajo arraigo en un hotel citadino, aunque con algunas variantes en cuanto a detalles, la esencia de la declaración fue que reconocieron plenamente haber dado muerte al sacerdote católico.
María Luisa Valencia García, jueza tercera penal, manifestó que la defensa de Rentería Aguilar, a quien le apodan “El Keenworth”, no solicitó la duplicidad del término constitucional para la aportación de pruebas de descargo, por lo que luego de 72 horas a partir de su declaración preparatoria, cuenta con 72 horas para resolver su situación.
La juzgadora comentó que en cuanto a Herrera Reyes, alias “La Cotorra”, él también reconoció ante los presentes en la sala, cómo sucedieron los hechos la madrugada del 21 de febrero del presente año, cuando asesinaron al padre Carrillo Valenzuela.
Con algunas variantes en relación con su declaración ministerial, pero en sí coincidiendo que llevaron al cabo el homicidio, los dos detenidos dieron de nueva cuenta su versión en el locutorio del Juzgado tercero de Primera Instancia del Ramo Penal.
Fue el 22 de febrero a las 09:30 horas cuando una persona reportó al 060 el descubrimiento de un cadáver en el interior del domicilio de calle De los Puestos No. 1983 de la colonia Prados del Oriente. El cuerpo estaba boca abajo, con las manos atadas con una cadena, los tobillos con cinta adhesiva industrial, así como la boca. Sólo vestía un short gris.
Presentó varias heridas cortadas en ambas muñecas, en el omóplato derecho, una más en el cuello con la que intentaron degollarlo, además de otra en la que todavía estaba clavado el cuchillo que le traspasó el cuello hasta casi salirle la punta por la espalda. Según resultados de la necropsia, murió de asfixia por sofocamiento, ya que los detenidos le pusieron una almohada encima hasta que dejó de moverse.
En una rápida acción realizada por el Ministerio Público y agentes de la Policía Ministerial, se logró la captura de Juan Enrique, cuando pretendía llevarse el auto del occiso a Monterrey, N.L., donde iba a venderlo en ocho mil pesos.
Con la confesión de “El Keenworth”, se pudo ubicar a “La Cotorra” y una vez presentados ante el Ministerio Público, aceptaron su participación en el sádico asesinato del cura, quien los había “contratado” para sostener relaciones sexuales.
La jueza tercera penal dijo que de no presentarse ningún otro recurso legal, en breve podría resolver la situación jurídica de los detenidos a quienes se acusa de robo agravado con violencia, robo de vehículo y homicidio con circunstancias calificativas de tormento, ensañamiento y crueldad, brutal ferocidad, ventaja y otras circunstancias de agravación por haber sido cometido con motivo de robo.