Los recientes resultados del futbol mexicano en los Juegos Panamericanos demuestran que sigue faltando ese pequeño gran paso para codearse con los grandes.
Primero, la selección femenil cayó ante Canadá en mucho, víctima de sus propios errores, desorganización y falta de confianza. Las pupilas de Leonardo Cuéllar mostraron, igual que ante Japón en la eliminatoria mundialista, que tratan de jugar de tú a tú pero la mentalidad ratonera de tantos años las traiciona.
Evidente resultó el pánico escénico que las invadió al encontrarse en semifinales y ver de cerca la posibilidad de ganar el oro; no, es mejor caer de cara al sol, con la enésima derrota honrosa de la historia y recibir la conmiseración y la lástima del pueblo mexicano.
En los hombres, el Tri para variar, jugó como nunca y perdió como siempre. En su calidad de campeón defensor del torneo, pues en Winnipeg, ante la ausencia de los países sudamericanos había ganado el oro, el cuadro de La Volpe enfrentaba un serio compromiso.
Tras superar con apuros la ronda inicial con un empate ante Guatemala, una victoria sobre Paraguay y la increíble derrota frente a Argentina, venía el paso grande frente a Brasil en la búsqueda de ratificar la supremacía continental.
Brasil compite con un equipo con jugadores menores de 20 años; esto no es una sorpresa en un país productor de jugadores a manos llenas pero es un hecho que, independientemente de que jueguen en Primera División, están en desventaja frente a jugadores hechos tres años mayores.
México jugó razonablemente bien y llegó incluso a fabricar mejores opciones de gol que su oponente pero cayó en esa incapacidad crónica para rematar al rival y sellar el resultado y en una genialidad, Dagoberto Pelentier sentenció la contienda.
Las dos selecciones mexicanas buscan el bronce; ese, lastimosamente, es su color.
Afortunadamente no todo es mediocridad ni futbol en el medio deportivo y el contingente mexicano en los Panamericanos ha cumplido los objetivos trazados en forma razonable.
Ana Gabriela Guevara sigue mostrando que es, simplemente, la mejor del mundo y trajo lo prometido, el oro panamericano; otras disciplinas como clavados, raquetbol, boxeo y atletismo han dado resultados concretos.
Tres casos en especial llaman la atención: Primero, Soraya Jiménez. Pocos atletas mexicanos reciben el estímulo económico, el pago a un entrenador personal, el acceso a giras y campamentos en el extranjero como esta pesista. Además, es bueno recordar que estuvo implicada en un caso de dopaje y otro de falsificación de documentos a los que se dio carpetazo, en fin, que la medalla de plata obtenida en estos juegos parece una pobre cosecha ante tanto apoyo.
El segundo caso es digno de aplauso y admiración correspondiendo a Nancy Contreras. Como se sabe, la línea aérea que la trasladó de Alemania a Santo Domingo tuvo a bien extraviar la bicicleta de la corredora lo que equivale a que a un pianista le mochen las manos; corrió dando la cara con una bici "hechiza" y cuando le llegó la suya desde México, demostró ser la mejor en los 500 metros; esto es un acto de concentración, confianza y capacidad resolutiva por parte de Nancy. Mis respetos.
Finalmente, consignar el atraco en despoblado de que fue víctima Carlos Salazar en el tae kwon do; la evidencia televisiva demuestra una clara superioridad del mexicano sobre su rival, nativo de los Estados Unidos, empañada solamente por la mucha mala fe y la muy poca m...de un grupo de jueces que deshonran al arbitraje en cualquiera de sus disciplinas.
Ni modo, campeón, la plata debe saberte a oro.