Pasan los años y no se logra concretar la tan deseada Reforma Fiscal, lo que sí se ha logrado, y con creces, es que las leyes fiscales sean cada vez más complejas debido, como todos sabemos, a los diversos parches que ?tienen a bien? pegarles entre el Ejecutivo y el Legislativo. En colaboraciones anteriores he tratado, aunque de forma somera y tal vez no muy brillante, de exponer algunas ideas en cuanto a lo que debería ser dicha Reforma y toda vez que no han servido para nada y ya que dicen que no hay peor lucha que la que no se hace, en esta ocasión voy a seguir insistiendo sobre el tema.
El simple hecho de pensar en una reforma fiscal provoca una gran cantidad de cuestionamientos. Por principio de cuentas, y tal vez sea la razón -o el temor- principal para efectuarla, está la duda de que si un cambio brusco y profundo le permitirá al gobierno recaudar siquiera el mismo importe que logra con las leyes actuales. Por otro lado no se sabe si la iniciativa privada se motivará realmente a invertir. Así mismo y por paradójico que parezca la actual complejidad del marco tributario representa, mal que bien, un balance de los intereses de los distintos sectores y desecharlo no debe resultar tan fácil. No obstante lo anterior, la reforma debe llevarse a cabo por, entre otras, las siguientes razones: 1) Una Reforma más justa y equitativa motivaría a los ciudadanos a trabajar, ahorrar e invertir. 2) Un sistema fiscal con una verdadera simplificación administrativa nos ahorraría, a todo mundo, tiempo, dinero y dolores de cabeza. 3) Leyes bien estructuradas, claras y precisas, evitarían la existencia de varios criterios sobre un mismo asunto. 4) Es prioritario terminar con tanta desigualdad ya que actualmente se imponen multas o cargas adicionales sin atender a los principios constitucionales básicos de los tributos, y si bien es cierto que también se otorgan estímulos, casi siempre, se beneficia a los contribuyentes incumplidos; y 5) es necesario evitar que un mismo ingreso pague dos o más veces impuestos, como el ahorro.
Por supuesto que no es fácil concretar una Reforma Fiscal integral, pero todo tiene un costo y si nadie lo quiere correr vamos a seguir, con suerte, como estamos. ¿Y cómo estamos?. Pues tenemos una de las recaudaciones más bajas en relación con el PIB, el esquema actual no promueve la inversión ni la generación de empleos, y los impuestos más atractivos para el gobierno son los correspondientes a los asalariados. Es un hecho también que mucha gente estaría dispuesta a pagar sus impuestos si vieran que realmente se utilizan en beneficios directos para la sociedad, como la construcción de carreteras, escuelas, hospitales y en la consecución del abatimiento de la inseguridad. Mientras que el grueso de la sociedad espera eso, nos topamos con la lista de recursos que serán entregados a los partidos políticos para sus campañas de este año y la verdad que es una lástima tanto dispendio.
Creo que todos alguna vez nos hemos preguntado quién es el culpable del estancamiento de nuestro país y de los sistemas jurídicos tan injustos que padecemos. Es una realidad que hay mucha culpa por repartir y la mayor parte debe tocarle a los gobiernos y a los representantes que hemos tenido, ambos se la han pasado constantemente manipulando ?por lo menos en la materia fiscal- las leyes para de alguna manera sortear sus compromisos de corto plazo sin importarles que en el camino los ciudadanos sufran las consecuencias. En general la política fiscal está diseñada, más que para promover el crecimiento, para premiar el ?buen? comportamiento y castigar con todo el rigor posible el ?mal? comportamiento. El resultado final, hasta ahora, ha sido un sistema fiscal que desafía a la lógica y el entendimiento para convertirse en una verdadera pesadilla de complejidad que frena el desarrollo económico al castigar: el trabajo, el ahorro, las inversiones, la toma de riesgos y el emprendimiento de nuevos negocios.
En conclusión podemos decir que requerimos una verdadera Reforma Fiscal, pero primero necesitamos que el gobierno y el congreso visualicen en forma completa el panorama actual de nuestro país y detecten lo que hace falta para crecer, y ?más que nada- que tomen la decisión de efectuar el cambio.
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