Desde que se iniciaron los ataques angloamericanos a Iraq, el Primer Ministro de la India Atal Bijari Vaspajee lamentó la acción unilateral al margen del Consejo de Seguridad de la ONU. En el Parlamento varios partidos políticos, tanto de la propia coalición gobernante como de la oposición, insistieron en que la posición oficial fuese más definida. Para atender sus reclamos el Primer Ministro invitó a los jefes de partidos a buscar juntos el texto de una declaración de consenso.
Una vez reunidos en casa de Vaspajee se vio lo imposible de la tarea. La veintena de partidos que conforman la coalición gobernante encabezada por el Partido Nacionalista Indio exhibió visiones muy diversas del problema iraquí. Los más extremistas querían una definición oficial apoyando a Saddam Hussein mientras otros aconsejaban no empañar la recién renovada amistad con los Estados Unidos.
Por su parte, la líder del Partido del Congreso, Sonia Gandhi, presionó porque el gobierno declarara una inequívoca condena a los Estados Unidos y el Reino Unido por violar el derecho internacional. Habría que llamar a su inmediata terminación y encargar al Consejo de Seguridad diseñar una salida honorable al problema. En esta misma posición se colocó el señor Somnath Chaterjee, jefe del Partido Comunista Marxista.
El Primer Ministro se sostuvo en que no había para qué criticar frontalmente ni a los Estados Unidos ni a los británicos. La relación de la India con estos países no se rige por un solo asunto. Los vínculos bilaterales son fuertes en otras áreas como la política, la económica, la científica, la técnica e incluso la militar. La prioridad para la India en estos momentos sigue siendo el combate a la agresión transfronteriza desde Paquistán. No puede distraerse la atención de esta meta. Dicha actividad se está incrementando en virtud de su nexo con el terrorismo internacional, el fundamentalismo religioso y las armas de destrucción masiva.
La reunión no llegó a un acuerdo. Vaspagee mantuvo el tono de la censura de la India en los mismos términos que él definió al comenzarse la invasión.
La opinión pública general en la India desaprueba los ataques a Iraq. Al aumentar las protestas en todo el mundo es probable que la guerra se identifique como una campaña contra el Islam. Esto podrá exacerbar el fundamentalismo y el terrorismo resultante en los lugares más dispersos del mundo respaldado con armas y dinero de grupos extremistas. Para la India esto significa más problemas en Jamú y Cachemira y por ende menores perspectivas de solución.
Por otra parte, es frecuente leer y escuchar en esta capital que la acción por propia mano del eje norteamericano-británico asestó un golpe seco y mortal a la autoridad de las Naciones Unidas y en particular a su Consejo de Seguridad, órgano diseñado y encargado nada menos que para asegurar la paz en el mundo.
Este argumento no toma en cuenta que la ONU no puede tener autoridad propia. Simplemente ejecuta de las decisiones de sus 191 miembros en la Asamblea General o de los 15 que integran el Consejo de Seguridad.
La opinión editorial de varios periódicos indios, sin embargo, es en el sentido de que la ONU falló con lo que quedó debilitada esta institución clave. Las perspectivas para las políticas y el derecho internacionales son más precarias que nunca. A su vez, con su actuación unilateral los Estados Unidos se han colocado fuera del orden internacional perdiendo autoridad moral quedándole sólo el argumento de su pujanza industrial y económica.
Día que pasa en la guerra para destronar a Saddam Hussein día que se multiplican las incontrolables repercusiones que ella desata. Habrá que preguntarse si, después de esta conflagración, el mundo será más o menos seguro y si el desarrollo socioeconómico de los puebles necesitados será más o menos fácil.
Nueva Delhi, marzo del 2003 juliofaesler@hotmail.com