“En la política hay adversarios y correligionarios. Estos últimos son los más peligrosos”. Konrad Adenauer
elba Esther Gordillo ha tomado la determinación de que, por lo menos de momento, peleará por sus causas dentro y no fuera del PRI. Para eso ha creado con su grupo de diputados la Corriente Reformadora en la Cámara Baja del Congreso. La decisión es políticamente sensata. El poder que pueda tener la maestra es el que le da su pertenencia al PRI. Por otra parte, como fue electa secretaria general del partido, no se le podrá destituir de su cargo sin una nueva votación.
Elba Esther y sus 60 diputados “reformadores” no son suficientes para cambiar el rumbo de las decisiones trascendentales del Congreso. El PRI tiene formalmente 222 diputados, o más bien 223 con el que acaba de conseguir en la elección de Torreón, Coahuila. Si se restan los 61 de la Corriente Reformadora, los 161 legisladores de Emilio Chuayffet siguen siendo la mayor bancada de la Cámara de Diputados.
Pero más importante que esto es el hecho de que con los 95 diputados del PRD —o 96 con el escaño adicional conquistado el domingo en Zamora, Michoacán— el grupo de Chuayffet puede alcanzar una mayoría de 257 votos en la Cámara de Diputados. A esta mayoría se le agregarán seguramente los seis votos del Partido del Trabajo.
El problema es que de nada sirve tener mayoría si no se sabe qué hacer con ella. La alianza entre los priistas de Chuayffet y los perredistas fue suficiente el 11 de diciembre para rechazar el dictamen de Reforma Fiscal de la Comisión de Hacienda. Pero estos mismos legisladores se están dando cuenta de que es más fácil decir “no” que construir algo positivo. Habrá así grandes desacuerdos para definir una Reforma Fiscal por la cual sí votar. En este punto el pragmatismo de muchos priistas, que han tenido que preparar presupuestos y que entienden la necesidad tanto del Gobierno Federal como de los estatales por conseguir más recursos, se confrontará con los sueños de muchos perredistas.
Los elbistas se cruzarán quizá de brazos para ver qué propuestas surgen de la nueva coalición mayoritaria en la Cámara de Diputados. Se dan cuenta de que las ideas que se han venido manejando hasta ahora tienen más de ciencia ficción que de un ejercicio presupuestario serio. Algunos diputados del PRD han planteado que, para obtener 90 mil millones de pesos en recursos frescos para el Gobierno, no es necesario hacer una Reforma Fiscal sino que basta con recortarle el sueldo a los funcionarios federales de alto nivel, mejorar la eficiencia en la recaudación y subir el cálculo del precio internacional del petróleo. Si éstas son las medidas que finalmente dictamina la Comisión de Hacienda, tendremos un catálogo de buenas intenciones antes que un presupuesto real.
Un grupo que está ejerciendo una influencia importante para lograr un real aumento de la recaudación es el de los gobernadores (del PRI, el PRD y el PAN). Fuera del oaxaqueño José Murat, que parece empeñado en destruir el equilibrio de las finanzas públicas federales, los demás mandatarios estatales parecían satisfechos con el dictamen de la Comisión de Hacienda que les habría dado alrededor de 40 mil millones de pesos en recursos frescos. Los gobernadores o no tuvieron la fuerza o no pudieron convencer a los diputados de sus estados a votar a favor de la iniciativa fiscal. Pero ahora están maniobrando para que el nuevo presupuesto les sea tan generoso como el anterior.
En este momento Elba Esther y sus 60 diputados le han cedido la batuta en la negociación presupuestaria al grupo de Chuayffet y al PRD. Pero saben que la nueva mayoría se verá obligada a tomar las mismas decisiones difíciles que ellos enfrentaron en su momento. Entienden también que las encuestas de opinión — como la que dio a conocer esta semana la empresa Berumen y Asociados— revelan que la mayoría de los mexicanos están a favor de una Reforma Fiscal.
Elba Esther y su grupo se mantienen en el PRI porque saben que a final de cuentas su papel político dentro del partido no está agotado. Hoy Chuayffet tiene que tratar con el PRD y se enfrenta a dificultades para lograr acuerdos sensatos. En el futuro quizá se vea obligado a negociar nuevamente con Elba Esther. Así es el mundo de la política real. Si no me cree usted, vea la alianza entre Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Bartlett.
Arrogancia
El gran pecado de Elba Esther Gordillo, me dicen muchos de los diputados del PRI que trabajaron con ella, fue su arrogancia. Los acuerdos para la Reforma Fiscal se pudieron haber logrado, según ellos, si la maestra hubiera sabido escuchar o si hubiera sido más diplomática en su trato. No se dio cuenta, me dicen, de que no era la jefa de los diputados sino la coordinadora de sus pares.
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