Las declaraciones son interrumpidas constantemente, pues los agentes lo mismo responden el telefóno que atienden a más de dos personas
La privacidad es lo de menos
TORREÓN, COAH.- La denuncia de Itze fue escuchada por más de uno. También la de Rosa. La primera declaraba sobre la violación que sufrió hace menos de tres semanas y la segunda teme por su vida: su esposo no se cansa de amenazarla de muerte.
En la Agencia Especializada en Delitos de la Familia y Discapacitados de la Procuraduría General de Justicia del Estado, la privacidad es lo de menos. Las declaraciones son interrumpidas constantemente, pues los Ministerios Públicos lo mismo responden llamadas telefónicas o atienden a más de dos personas a la vez.
Mientras Itze es interrogada por la Agente del Ministerio Público, su madre trata de averiguar si alguna de las mujeres presentes también ha sido víctima de violación. Dice no saber qué hacer: “venimos a poner la denuncia, pero nos dijeron que teníamos que volver para ratificarla y mi yerno todavía sigue libre y ya han pasado varios días”.
Itze tiene 13 años. Después de algunos minutos de espera, la Agente del Ministerio Público la sienta a un lado de la computadora. Es hora de contar los hechos una vez más. A menos de dos metros está Rosa, ella también tiene cosas que decir.
Entonces uno se entera que Itze fue violada por su cuñado hace varios días. Aprovechó que su esposa no estaba, además la emborrachó para que todo fuera más fácil para él. Nada pudo hacer por defenderse.
Rosa se está divorciando. Eso le dice al Agente del Ministerio Público. Asegura que su esposo la amenaza constantemente con matarla a ella y a su familia, si sigue con esa idea de separarse. Pero el funcionario -“sólo para estar seguro”- le pide dos testigos con credencial con fotografía, para iniciar la investigación, por lo pronto sólo le tomará la declaración.
“Hasta que no me mate van a hacer algo”, le dice Rosa a la madre de Itze. Tiene tiempo para renegar del funcionario, pues éste a cada rato interrumpe su declaración para atender a cuanta persona entra a la oficina y contestar el teléfono.
La madre de Itze también tiene tiempo para contar más sobre su hija. A la Agente del Ministerio Público no le gusta como va quedando redactada la declaración y la revisa constantemente. “Yo no sabía que mi yerno había violado a mi hija, apenas hace unos días me enteré, el médico de aquí me dijo que ya había pasado mucho tiempo, pero cómo quería que viniera antes si no sabía”.
Mientras las declaraciones de Rosa e Itze continúan, sin querer personas extrañas las escuchan. Están esperando su turno para denunciar sus propios casos, también pueden oír las carcajadas provenientes de los pasillos: son trabajadores que se topan con conocidos y se saludan efusivamente.
Después de casi dos horas, los interrogatorios terminan. Rosa tendrá que regresar con dos testigos para ratificar su denuncia. Sólo espera tener el tiempo suficiente antes de que su marido cumpla su amenaza.
Itze también se va. No sabe qué ocurrirá con su denuncia, la agente del Ministerio Público hasta el final le preguntó dónde ocurrió la violación y al percatarse que el ejido El Establo no corresponde a la jurisdicción de la Procuraduría, le dice que no podrá intervenir pero le promete que su declaración será canalizada a la oficina correspondiente.