24 octubre 2003
Oviedo, España, (EFE).- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió hoy de que "el absolutismo económico y el fanatismo ciego ignoran los valores morales de la civilización que nos une" y reclamó "más democracia económica, social, cultural y política".
Al recibir en el Teatro Campoamor de Oviedo (norte de España) el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, Lula consideró necesario que la comunidad internacional asuma su responsabilidad colectiva y afronte la única guerra de "la lucha contra la pobreza y la exclusión social".
El mandatario brasileño precisó que el "abismo" entre el avance técnico y el desarrollo moral es uno de los principales pasivos del siglo XX y subrayó que hoy persiste "una peligrosa acumulación de tensión entre la opulencia, que no reparte, y la miseria, que no retrocede".
"Esta es una de las expresiones más inquietantes del siglo que empieza", dijo Lula, quien explicó que hay mil millones de personas que viven con menos de un dólar al día y la mitad de la población lo hace con menos de dos dólares, mientras el 14 por ciento de la población dispone del 75 por ciento de la riqueza mundial.
Se preguntó por qué han fracasado las políticas de los años 90, "que prometían crecimiento integrado y redistribución de la riqueza mundial", y aseguró que se está viviendo un retroceso en la búsqueda de ese equilibrio.
Así, afirmó que hay 54 países que actualmente tienen una renta per cápita inferior a la de 1990, que en 34 ha disminuido la expectativa de vida y que en catorce Estados hay más niños que antes mueren sin cumplir los cinco años.
Para Lula, el "único antídoto verdadero para la pobreza es una sociedad que no produzca más exclusión", pues "ni el hambre ni la miseria serán superadas por el descubrimiento de una nueva máquina ni por los mecanismos del mercado", ya que "la utopía de la conquista de la dignidad humana por medio de grandes promesas tecnológicas se agotó".
Abogó por la construcción de una "Organización de Naciones verdaderamente Unidas" que se erija como un fórum basado en la supremacía del diálogo y del consenso multilateral porque, según el presidente de Brasil, la cooperación internacional "significa, sobre todo, la promoción de la igualdad en las relaciones entre los Estados" y "trabajar por la justicia en el contexto internacional".
"Si valoramos la democracia en nuestras sociedades, no podemos dejar de buscar, en el plano internacional, el perfeccionamiento de la convivencia democrática entre las naciones", afirmó Lula.
Exhortó a las personalidades presentes en la ceremonia de los Premios Príncipe de Asturias a poner su talento e influencia al servicio de la solidaridad, la vida, la paz y la justicia social y se mostró convencido de que hay "espacio y abundancia" para acabar con la exclusión social, allí donde se encuentre.
Se refirió al programa "Hambre Cero", con el que su Gobierno espera conseguir en cuatro años erradicar el hambre de Brasil y se preguntó por qué la riqueza forjada por manos humanas no puede estar también al servicio de la dignidad de la persona.
"Si hombres y mujeres estamos condenados a inventar cotidianamente nuestro destino, llegó el momento de reinventarlo a través de la solidaridad", subrayó Lula, quien reconoció que Brasil es uno de los protagonistas de ese "nuevo guión que puede definir el futuro".
Previamente a su intervención y cuando el Príncipe le entregó el diploma del premio, Lula correspondió al heredero de la Corona española con una fotografía enmarcada tomada el día en que el presidente de Brasil entregó al secretario general de la ONU, Kofi Annan, el cheque con los 50.000 euros (unos 58.000 dólares) con que está dotado este galardón.