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Reciben jornaleros trato de esclavos

Por Cecilia Aguilar Acuña

El Siglo de Torreón

SAN PEDRO, COAH.- Quintín Ábrego Márquez posiblemente regresará con las manos vacías a su natal San Felipe Horizatlán, del Estado de Hidalgo. Él, junto con 49 campesinos, entre ellos 9 niños de entre 12 y 14 años, fueron explotados por el agricultor, Jesús Dorantes Gómez, propietario de Hortalizas de La Laguna, quien a través de un contratista, los obligó por 18 días ha realizar trabajos forzados bajo condiciones infrahumanas y sin pago alguno.

Quintín es un pobre campesino a quien al igual que el resto de sus compañeros, la noticia de que en una ciudad de Coahuila –San Pedro-, estaban necesitando obreros para cortar tomate y chile, -pero que en realidad fue cebolla- le llegó por radio, sonido y por cartelones pegados en las tiendas.

“Pos, e’que, allá donde nosotros... no hay pa’ la tripa –comer- y ni pa’ darle a la vieja y ni pa’ los monigotes –niños- que ya andan i’endo al estudio”, dice al tiempo que con sus manos toca incansable-mente la cachucha que trae en su cabeza.

Al igual que en el resto del país, las entidades rurales de Hidalgo se han visto afectadas por la crisis del campo. Los campesinos ya no siembran, por ello muchos deciden salir a buscar suerte en otros lados, estas 49 personas no fueron la excepción, pero no pueden creer que en su propio país, los hayan tratado peor que animales.

El “atractivo” sueldo de 70 pesos diarios bajo un contrato de dos meses, el que firmaron sin permitirles leer hasta que llegaron al rancho -propiedad de Dorantes, que está cercano al ejido La Victoria, municipio de esta ciudad- supuestamente estipula que deberán concluir la jornada de trabajo en dos meses, de otra manera, no podrá ser liquidado ningún recurso si éste es violado a destiempo.

“No nos dejaron leer, pos piensan que no sabemos... pero no saben que yo ya salí de la primaria y sí sé...”, dice orgulloso René Epifanio Abrego, un menor de 12 años de edad, que junto con un tío se vino a trabajar al campo sampetrino, “pa´ ayudar a mis papás, que no tienen trabajo”, argumenta con su voz infantil.

En San Felipe Horizatlán, de donde son la mayoría estos campesinos, la revuelta se armó desde que escucharon el anuncio por el sonido parlante de que por 70 pesos podían trabajar en la labor en esta ciudad. Un “contratista” hidalguense de nombre, Luis García Gómez, fue el primer contacto y el que junta a los trabajadores: “Aquí la gente –gente del Partido de la Revolución Democrática- nos comunicó con él, pero el ‘jijo’ nos dice que no sabe nada, que su trabajo era sólo el acarreo de gente”, interviene enojado Jorge Castillo del Ángel, otro de los afectados.

Según cuenta con notable molestia Virginio González Hernández -quien incitó a sus compañeros a abandonar “el trabajo” el domingo pasado- que García Gómez les informó “que todo iba incluido en ese pago: transporte de ida y vuelta, comidas, habitación, agua, baños, pero otra jue la realidá..., pos por 18 días, por cama nos dieron un piso de tierra, ni pa’ catre llegaron”, añade al tiempo que mira a sus compañeros y luego agrega, “y por regaderas, el canal; por baños, el monte y por habitaciones, una bodega donde todos dormíamos apretujados”.

Tanto niños, mujeres –una de ellas con un niño de meses en brazos- y hombres, trabajaron igual, “no consideraron a nadie, Alfredo Rodríguez –trabajador de Dorantes-, nos daba a todos el mismo trabajo que empezó con una cama y media –una de ellas equivale a 85 metros-, luego aumentó a dos y así, hasta llegar a cuatro camas diarias, y pa’ decir la verda, ya no la podíamos...”, manifiesta Del Ángel Castillo, con un notable rencor reflejados en sus ojos.

Luego de pasar 18 días sin luz, comiendo alimentos pasados, durmiendo en cartones que consiguie-ron para protegerse del piso y de la tierra suelta y de batallar con las víboras de cascabel que al cortar la cebolla asustaron a más de tres infantes, decidieron la huida.

Fue así cuando luego de caminar varios kilómetros, un buen samaritano los encontró y los llevó a la presidencia municipal y de ahí a la casa del PRD, donde desde el lunes pasado, viven y duermen, mientras encuentran una respuesta favorable en la Junta de Conciliación y Arbitraje.

“Pero ahí, nos han dado la espalda, pos’ dicen que la representante legal de Jesús Dorantes Gómez, argumenta que no procede disque la liquidación, ya que el contrato es dos meses de trabajo y no 18 días de labores”, dice desesperado Quintín Abrego Márquez, quien no se cansa de jugar con su cachucha.

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