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GUADALAJARA, JAL.- Se presentó una iniciativa de decreto para declarar Benemérito en Grado de Ilustre al pintor José Clemente Orozco y trasladar sus restos del Panteón de Dolores, de la ciudad de México, a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.
El diputado del Partido Acción Nacional (PAN), Octavio Francico Navarro Prieto, quien presentara dicha iniciativa, dijo en entrevista que desde 1983 existe una estatua a la memoria del artista en dicha Rotonda situada en el centro de esta ciudad, pero sus restos continúan en la capital del país, donde falleció en 1949, por lo cual considera que deben ser trasladados a la tierra de sus orígenes.
La iniciativa de decreto, presentada en la última sesión plenaria del Congreso del Estado, será analizada en la Comisión de Estudios Legislativos en el curso de la semana próxima y se da como un hecho que será dictaminada a favor, iniciándose así el proceso con el que se honrará al pintor.
José Clemente Orozco nació en Ciudad Guzmán en 1883, radicó luego en Guadalajara y posteriormente en el Distrito Federal. Siendo todavía niño conoció a José Guadalupe Posada y el ejemplo de sus grabados lo indujo a insteresarse por la pintura, la que desarrolló luego de estudiar dibujo.
Al suscitarse el renacimiento de la pintura mural en 1922, Orozco se reservó las paredes del patio de la Escuela Nacional Preparatoria y en la planta baja pintó “La Destrucción del Viejo Orden”, “La Trinchera” y “La Trinidad” (obrero, campesino y soldado); en el primer piso “Los Aristócratas”, “Asechanzas” y otras alegorías.
De 1927 a 1934 radicó en los Estados Unidos, y en Nueva York pintó una serie de cuadros que muestran el carácter deshumanizado y mecanicista de la gran metrópoli, y otros temas de la Revolución Mexicana. Dejó testimonios de su destreza artística en otras ciudades de ese país.
De regreso a México, realizó un gran tablero para el Palacio de Bellas Artes, que Justino Fernández denominó “La Katharsis” (1934). De 1936 a 1939 trabajó en esta ciudad y en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara pintó en los muros del foro el pueblo y los líderes, alegorías al desamparo y a la Revolución.
En la cúpula, las varias aptitudes del ser humano; en la escalera del Palacio de Gobierno el gran retrato de Hidalgo empuñando una tea encedida, “El Circo Político” y “Las Fuerzas Negativas”.
En la capilla del Hospicio Cabañas, 40 grandes frescos alojados en las secciones arquitectónicas de todo el conjunto, quizá la obra más importante de su trayectoria. En general, Orozco dejó un legado conceptual de la fisonomía histórica de México.