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Recobra fuerzas el Papa

Reuters

EL VATICANO.- En medio de cánticos y danzas africanas, un Papa Juan Pablo II aparentemente más fuerte y en mejor estado físico volvió a batir su propio récord de canonizaciones ayer con la beatificación de tres misioneros del siglo XIX.

Aunque pareció encontrarse algo mejor, el pontífice de 83 años que padece la enfermedad de Parkinson sólo pudo leer la parte en italiano de su homilía, mientras un cardenal se encargó de la parte en alemán.

El cardenal quiso ayudar al Papa, vestido en ropajes dorados, para que pudiera ahorrar fuerzas para el resto de la ceremonia en una Plaza de San Pedro abarrotada por decenas de miles de fieles.

Durante los últimos días se ha temido por la salud del líder de la Iglesia Católica, que ya no puede caminar sin ayuda y que ha hablado con dificultad en sus últimas apariciones públicas.

Sin embargo, sus palabras fueron mucho más claras ayer que el sábado, cuando pareció estar muy cansado en una reunión con el nuevo Arzobispo de Canterbury de la Iglesia Anglicana, Rowan Williams.

La ceremonia de ayer llevó a un total de 476 el número de personas canonizadas por el Papa, muchas más que todos sus predecesores combinados desde que comenzó el actual proceso de hacer santos en el siglo XVI, según representantes del Vaticano.

El Papa aprovechó la ocasión, mientras mujeres africanas danzaban en vestidos tribales en los escalones de la mayor iglesia del Cristianismo, para lanzar un nuevo llamamiento en favor de África.

“Incluso hoy, no podemos dejar de mirar con afecto y preocupación hacia África, que continúa marcada por tantas dificultades y problemas”, dijo el Pontífice en italiano.

“Ojalá la comunidad internacional pueda activamente ayudar a que (África) pueda construir un futuro de esperanza”.

Los tres nuevos santos: un italiano, un alemán y un austríaco, fueron esenciales en la evangelización de África y China.

El más famoso es Daniele Comboni, que fue misionero en Sudán, donde fundó la orden que lleva su nombre y que ahora trabaja en todo el mundo.

Comboni, que luchó activamente contra la esclavitud y cuyo lema para ayudar a los africanos fue “África o la muerte”, murió en Jartum en 1881 a los 50 años. Unos cuatro mil misioneros de la orden de Combani trabajan en varias regiones del planeta.

La Iglesia reconoce a Combani la curación milagrosa de una mujer musulmana sudanesa, cuya hemorragia se paró cuando una monja puso una imagen de Combani bajo su almohada.

Otro nuevo santo es Arnold Janssen, que nació en la Baja Renania en 1837. Cuando las leyes anticatólicas en Alemania provocaron la expulsión de muchos obispos y sacerdotes, se trasladó a Holanda y fundó los Misioneros de la Divina Palabra, que hoy trabajan en 63 países.

El tercero es Josef Freinademetz, nacido en el sur del Tirol en 1852, entonces parte del Imperio Austro-Húngaro que fue entregado a Italia tras la I Guerra Mundial.

Vivió durante la mayor parte de su vida en China, donde murió en 1907. Los católicos chinos recientemente rezaron para pedir su ayuda para protegerles del letal virus del SRAG.

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