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Buenos Aires, ARGENTINA.- Un ex integrante de la cúpula militar argentina que gobernó al país entre 1976 y 1983 reconoció por primera vez de manera pública que durante la dictadura se torturó y ejecutó en forma clandestina a siete mil personas.
“Cómo puede sacar información (a un detenido) si usted no lo aprieta, si usted no tortura”, explicó el general en retiro Ramón Genaro Díaz Bessone, ex ministro durante la junta militar que el dictador Jorge Rafael Videla encabezó de 1976 hasta 1981.
Díaz Bessone reconoció la responsabilidad de la cúpula militar en los crímenes en el documental “Escuadrones de la muerte. La Escuela Francesa”, dirigido por la periodista Marie-Monique Robin y que será estrenado hoy lunes en Francia y en otra docena de países.
El diario Página 12 reprodujo ayer la conversación que la periodista sostuvo con el ex general, en la cual advirtió que en la “guerra contrarrevolucionaria” los daños colaterales son los desaparecidos y las ejecuciones sumarias.
El ex ministro de Planeamiento rechazó que la cifra de víctimas de la dictadura sean 30 mil, tal y como señalan las organizaciones de derechos humanos.
Aseguró que los detenidos desaparecidos sumaron alrededor de siete mil, quienes fueron asesinados en la clandestinidad porque no los podían fusilar públicamente, bajo riesgo de que la dictadura fuera cuestionada por la comunidad internacional.
“Usted cree que hubiéramos podido fusilar siete mil. Al fusilar tres nomás, o que el Papa le armó a (Francisco) Franco (ex dictador de España) con tres. Se nos viene el mundo encima”, señaló.
Hasta ahora, todos los miembros de las tres juntas militares que ocuparon el gobierno durante la dictadura habían rechazado la detención y desaparición clandestina de personas.
El ex represor advirtió que a los detenidos tampoco se les podía meter a la cárcel porque “venía un gobierno constitucional y los ponía en libertad. Porque esta es una guerra interna. Salían otra vez a tomar las armas, otra vez a matar”.
Díaz Bessone añadió que la estrategia que siguió el régimen militar fue para evitar que en Argentina se implantara un gobierno socialista como el de Fidel Castro en Cuba.
Recordó que la dictadura armó un sistema de inteligencia para detectar las células guerrilleras que estaban en todas partes, “la única manera de acabar con una red terrorista es la inteligencia y los interrogatorios duros para sacarles información”.
El ex general advirtió que todo el Ejército, sin excepciones, actuó contra los guerrilleros “con mucha eficacia”, porque para 1979 ya no existía ese “peligro” en el país sudamericano.
Criticó al mismo tiempo la reapertura en Argentina y en otros países de los juicios en contra de los crímenes cometidos por la dictadura.
Cuestionó que, por ejemplo, se pretenda juzgar a los militares argentinos y no a Estados Unidos por haber lanzado la bomba atómica o por la reciente invasión a Iraq.
“Si nos aplican los derechos humanos a nosotros en una forma absolutamente abusiva, aplicando incluso leyes con retroactividad, aplíquenlo en todo el mundo, en sus propios países”, dijo.
Los derechos humanos, señaló Díaz Bessone, “son un progreso enorme en bien de la humanidad. Pero en la guerra se sale a matar. El primer derecho humano es respetar la vida del otro”.
En consecuencia la guerra debe abolirse”. Sin embargo, agregó que “la guerra es una realidad, existe. Y hay que hacerla. Aquel que no vacile en aplicar toda la fuerza necesaria para conseguir la victoria es el que tiene las mayores probabilidades de éxito”.
En una ardua defensa de la tortura como método para obtener información de los detenidos, Díaz Bessone aseguró que “en países que sufren en forma muy aguda la agresión terrorista, hasta la Corte Suprema de Justicia autorizó el uso de la tortura”.
El ex general enfrenta en la actualidad seis procesos penales en Argentina, acusado de secuestro, tormento, homicidio y desapariciones forzadas de personas en 1976, cuando era jefe del Cuerpo II de Ejército y de la Zona de Seguridad dos.