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MÉXICO, DF.- El pintor Diego Rivera (1886-1957), considerado como una de las figuras claves de la plástica mexicana en el siglo XX, en especial del muralismo, junto con José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, murió hace 46 años.
Rivera, ganador de diversos premios tanto en México como en el extranjero, cuya obra aún es admirada a nivel mundial y quien influyó para que León Trotsky, el fundador del Ejército Rojo, viniera a residir en este país en 1937, falleció el 24 de noviembre de 1957 en esta capital, y nació el ocho de diciembre de 1886 en la ciudad de Guanajuato.
Hoy será recordado en la Rotonda de los Hombres Ilustres, del Panteón Civil de Dolores, en la capital del país, con la intención de mantener viva su memoria, pues su obra tanto en caballete como en mural, está presente en México y el extranjero.
En ese acto, participarán familiares y autoridades del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y del Museo-Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo.
La aportación de la obra de Diego Rivera al arte mexicano moderno fue decisiva en obras murales y de caballete; fue un pintor revolucionario que buscó llevar el arte al gran público, a la calle y a los edificios, manejando un lenguaje preciso y directo con un estilo realista, pleno de contenido social, a decir de los críticos.
También han manifestado que paralelamente a su esfuerzo creador, Rivera desplegó una actividad docente y reunió una magnífica colección de arte popular mexicano.
Desde finales de la década de 1930 se dedicó a la pintura paisajística y de retratos. Desarrolló en sus últimas pinturas un estilo indigenista y social de gran atractivo popular.
Su más ambicioso y gigantesco proyecto, un mural épico sobre la historia de México para el Palacio Nacional, quedó inconcluso debido a su muerte.