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Reforma del Estado

Luis F. Salazar Woolfolk

El impulso a la Reforma de Estado y a los cambios estructurales que requiere nuestro país, acordado por la Conferencia Nacional de Gobernadores en la ciudad de Boca del Río, en el Estado de Veracruz, es un anuncio de buenas intenciones, al calor del actual ambiente electoral.

A la reunión mencionada acudieron los presidentes de los tres principales partidos políticos nacionales, quienes coincidieron en verdades de Perogrullo al reconocer que las fuerzas políticas que representan no han logrado los consensos para construir un nuevo sistema político, que substituya al régimen de partido de Estado vigente hasta el dos de julio del año dos mil.

De la fecha indicada hasta el momento, muchas son las palabras que se han pronunciado sobre el particular, pero pocas e insuficientes las acciones concretas llevadas a cabo con el objeto indicado y por el contrario, el protagonismo de cada una de las partes y el afán de descalificar al adversario, han prevalecido sobre el interés superior de la Nación en su conjunto.

El esfuerzo del Gobierno Foxista no ha sido suficiente para resolver los retos de la alternancia en el ejercicio del poder y atender en forma simultánea la tarea de Reforma del Estado. Por lo que hace a las fuerzas políticas de oposición, el Partido Revolucionario Institucional insiste en dar marcha atrás al reloj de la historia y el Partido de la Revolución Democrática, apuesta al fracaso del gobierno panista, como alternativa de un nuevo rumbo hacia la izquierda.

Ante este escenario, los sondeos de opinión advierten que los electores habrán de calificar a las fuerzas políticas en función de su cooperación u oposición al cambio y por ende, hacen una profesión de fe al respecto de última hora, al que se acompañan acusaciones mutuas.

La Reforma Estructural de nuestro país no debe postergarse más. El orden jurídico imperante durante el régimen de partido de Estado, estuvo concebido con un sesgo contrario al discurso democrático plasmado en la propia Constitución de la República y por ello, el federalismo, la división de poderes y el municipio libre, fueron durante décadas instituciones formalmente consagradas pero materialmente inoperantes.

No se puede hacer sin embargo un juicio en blanco. A raíz de la caída del sistema en las elecciones federales de mil novecientos noventa y ocho, el antiguo régimen cedió a la presión social y en aras de la gobernabilidad, pactó con la oposición cambios muy importantes que tuvieron lugar por consenso y que en materia electoral hicieron posible la alternancia doce años más tarde.

Salinas de Gortari fue incapaz de culminar la modernización del país, porque gobernó de acuerdo a los lineamientos autoritarios de antaño; desplegó una sorda pero criminal represión, modelar una oposición a su medida; vulneró el Pacto Federal al operar con la mitad de los gobernadores nombrados por designación; al final pretendió secuestrar el futuro nacional en aras de su proyecto político personal, hundió a su partido en una lucha intestina que costó vidas humanas y quiso condicionar a su sucesor. Ernesto Zedillo desterró a su antecesor y encarceló al hermano incómodo, abrió el destino nacional a nuevas expectativas y pese a que maniobró desde la estructura del poder en beneficio del candidato del PRI, a fin de cuentas respetó e hizo respetar la voluntad de los electores.

Sin embargo, un buen sistema electoral y la alternancia sólo son parte del sistema democrático. Se requiere además la existencia de instituciones que lleven a la realidad los ideales plasmados en la Constitución y por tanto, hagan funcionar de manera eficiente al federalismo, la división de poderes y el municipio libre, en aras de otros cambios indispensables, como las reformas en materia energética, en la cuestión laboral y en rubro fiscal para citar algunos ejemplos.

Lo anterior sólo se ha logrado en parte y siguen pesando graves rezagos que es necesario atender. La Reforma en todo caso es posible, como lo muestran los resultados de impulsos modernizadores precedentes con los que en los últimos catorce años, hemos logrado objetivos políticos antes insospechados.

Por lo pronto, el pronunciamiento de la Conago hecho en el marco de las elecciones federales para renovar la Cámara de Diputados al Congreso de la Unión, es sólo una promesa de campaña que se hace de cara a las presentes elecciones federales, ya cuando ha sido clausurado el período ordinario del Poder Legislativo y por tanto, habrá que esperar.

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