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Reforma Hacendaria

Sergio Sarmiento

“El dinero ayuda a soportar la pobreza”. Alphonse Allais

Tiene razón la Confederación Nacional de Gobernadores (Conago) cuando señala que México necesita una reforma hacendaria de fondo que cambie las reglas de recaudación y gasto de los recursos fiscales. Pero cuidado: si lo que pretenden los gobernadores es simplemente aumentar la carga fiscal sobre los contribuyentes, para obtener más recursos con los cuales financiar sus ambiciones políticas, bien pueden seguir hundiendo la economía del país y hacer imposible cualquier desarrollo futuro.

La política hacendaria es quizá el instrumento más poderoso que tiene un gobierno para promover la prosperidad de los gobernados. Un régimen de recaudación razonable impulsa la realización de inversiones y la generación de empleos. Un régimen de gasto adecuado promueve el desarrollo y ayuda a combatir la pobreza.

Nuestro sistema hacendario es un desastre no porque el Gobierno Federal concentre la mayor parte de la recaudación y el gasto público, como sugieren algunos gobernadores, sino porque, del lado del ingreso, tiene tasas nominales muy altas y demasiados huecos para la evasión, mientras que por el lado de los egresos le deja demasiado espacio al gasto corriente y demasiado poco a la inversión.

Una reforma fiscal de fondo debe recaudar más, pero no de quienes ya son causantes cautivos del sistema, sino de quienes se las han arreglado siempre para no pagar impuestos. Debe también promover la inversión productiva, sin la cual no se podrá generar una mayor prosperidad para todos.

Para conseguir esto es importante, en primer lugar, que se reduzca la tasa del impuesto sobre la renta, del 34 por ciento que tenemos actualmente a un 20 por ciento, que es el nivel que tienen países como China y Corea del Sur que compiten con nosotros para atraer inversiones productivas. Esta reducción del impuesto, sin embargo, debe estar acompañada por una reducción drástica o eliminación de exenciones, tratos especiales y deducciones.

Debe eliminarse también el reparto de utilidades, que es un impuesto adicional a la renta que impulsa a las empresas a tomar toda suerte de medidas para evitar tener utilidades.

La propuesta del PRI de pasar la tasa cero de medicinas y alimentos a una exención aumentaría la recaudación —ya que las empresas que venden estos productos al consumidor final dejarían de recibir los reembolsos que ahora obtienen de Hacienda-pero impondría un gravamen injusto a estas empresas: que tendrían que pagar IVA pero no descontarlo. Lo peor de todo es que este sistema complicaría aún más nuestro ya laberíntico sistema fiscal.

Lo lógico es que todos los productos y servicios paguen IVA. Esto simplifica de manera enorme el sistema y evita los pleitos legales que han hecho que el fisco haga devoluciones a empresas o deje de percibir decenas de miles de millones de pesos. El problema es que el IVA del 15 por ciento es demasiado alto: tan elevado, de hecho, que en la frontera se tiene que aplicar una tasa especial de 10 por ciento. Lo sensato sería igualar el IVA a 10 por ciento en todo el país pero aplicarlo a todos los productos y servicios sin excepciones.

De nada sirve cambiar el sistema de recaudación, por supuesto, si no se toman medidas para que el gasto público sea más eficaz. La experiencia en muchos países del mundo demuestra que el gasto público puede tener una influencia positiva en el desarrollo de una sociedad, pero para eso tiene que ser el gasto adecuado administrado de manera adecuada. El gasto corriente -el que mantiene a los burócratas y a sus oficinas- no sólo no tiene un impacto positivo sino que de hecho se vuelve un lastre económico. En cambio el gasto de inversión en infraestructura física o humana tiene consecuencias muy positivas.

La mayor parte del gasto que el gobierno realiza actualmente en nuestro país se concentra en el aparato burocrático. La inversión productiva tiene un porcentaje muy pequeño de los egresos totales. Esta es una situación que se debe modificar, lo cual no se podrá hacer si no se realizan recortes muy importantes en el gasto corriente de la administración pública.

Curiosamente el tema que más interesa a los gobernadores —si son los estados o la federación los que recaudan o los que ejercen la mayor parte del gasto— es el menos importante para la transformación del país. Le importa a los gobernadores, que quieren dinero para sus proyectos políticos, pero no a los mexicanos, que quieren un país más próspero.

Entereza

Siempre he admirado el trabajo de Víctor Trujillo, Brozo. La entereza con la que ha enfrentado la enfermedad de su esposa, Carolina Padilla, me hace apreciarlo todavía más. Mi abrazo más cariñoso.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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