Varios autores —abogados, sindicalistas, políticos, académicos— acaban de escribir y han puesto en circulación el libro Reforma Laboral, cuya oportuna presentación al público fue acogida por la Asociación de Académicos del Colegio de México que lleva el nombre de don Daniel Cosío Villegas. Es un libro de urgencia pero no hecho con apresuramiento.
Al contrario, recoge experiencias largamente nutridas y preocupaciones documentadas durante mucho tiempo por los autores. Es un llamado de alerta. Está destinado a ser un instrumento de análisis del proyecto Abascal, como simbólicamente se ha llamado a la iniciativa de reformas laborales presentadas por un grupo de diputados en diciembre del 2002, al concluir el penúltimo período de sesiones de la LVIII Legislatura, pero realizado bajo la inspiración del antiguo dirigente patronal Carlos Abascal, secretario de Trabajo y Previsión Social del gabinete de Fox.
Es, por lo tanto, no sólo una herramienta analítica sino también un arma de lucha. Se exponen con claridad los propósitos ocultos de la pretendida nueva legislación así como los riesgos a que, de ser aprobada, se expondrían los trabajadores y sus sindicatos. Al mismo tiempo, se proponen soluciones alternativas a los problemas del mundo laboral de hoy, no surgidas como respuesta al proyecto de la actual administración (aunque también lo sea), sino resultado de visiones alimentadas en la práctica y el estudio constante, que datan de muchas décadas atrás.
El trayecto de la legislación del trabajo, su ambiguo desenvolvimiento, fue descrito con mano firme y ánimo ligero por Néstor de Buen Lozano, mientras que Carlos de Buen Unna examina la porción adjetiva de la reforma. Además de su dedicación profesional a esta materia, los abogados De Buen hacen su aportación a partir de su experiencia como autores de un anteproyecto de reformas que senadores de Acción Nacional hicieron suyo en anteriores legislaturas, pero que el panista Fox ha ignorado.
En vez del cambio que la sociedad mexicana buscó al votar como lo hizo en julio del 2000, en materia laboral ha habido continuidad plena con la herencia del neoliberalismo priista.
Lo muestra de modo fehaciente la inserción en el proyecto foxiano del intento de reforma procesal elaborado en el gobierno de Ernesto Zedillo. Arturo Alcalde escribió una crónica analítica del camino que siguió el proyecto Abascal, iniciado con una pretendida apertura y que terminó admitiendo únicamente las propuestas más conservadoras, las presentadas por abogados patronales con el silencioso asentimiento de los líderes corporativistas.
Alcalde, activo abogado de asalariados, descubre en su crónica que se trata de “una iniciativa para fortalecer el corporativismo”. Narra los tropiezos de la mesa central de diálogo, a que fue uno de los convocados, como lo fue también Héctor Barba (dirigente de los electricistas democráticos en los setenta). En su reseña, Alcalde compara el texto vigente con algunas de las más significativas propuestas de la reforma Abascal, mientras que Barba coteja los términos de ésta con el proyecto de la Unión Nacional de Trabajadores.
Graciela Bensusán (que junto a Alcalde y otros abogados preparó el anteproyecto de ley laboral perredista) examinó los estudios más recientes acerca del impacto de la legislación y las instituciones laborales sobre el desarrollo económico, y concluyó que, al contrario de lo que afirman sus impulsores, el proyecto Abascal no se condice con las necesidades impuestas por la globalización económica y las abiertas por la democratización política. En suma, la reforma propuesta es disfuncional al modelo neoliberal en que se inscribe. Alfonso Bouzas, que ya había estudiado casos concretos de contratos de protección, puso el acento de su análisis en las características de esa forma de contratación colectiva, que es la que da el tono a las relaciones entre asalariados y patrones, pues la gran mayoría de los cien mil contratos depositados en la Junta de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal corresponden a ese modelo, que la reforma no se atrevió a tocar. Debido a su experiencia como responsable de la política laboral en el gobierno del Distrito Federal, Saúl Escobar examina el proyecto Abascal desde la perspectiva de la creación de empleo con salarios dignos, y el impacto que en esos factores tendría la reforma que en este libro se combate.
Como en otras porciones de esta obra, a fin de promover la transparencia sindical, que es requisito para el legítimo ejercicio del derecho de asociación, se propone crear un Registro Público Nacional de Organizaciones Sindicales y Contratos Colectivos. Rosa Albina Garavito Elías impulsó la preparación de un anteproyecto de reforma laboral en 1997, cuando dirigía el Instituto de Estudios de la Revolución Democrática. Da su visión de la coyuntura política en que se gesta y se presenta el proyecto gubernamental.
A juicio de la autora, Fox se apoya para gobernar en las estructuras corporativas corruptas, tanto sindicales como patronales, y por eso satisface sus propósitos a partir de esta iniciativa. María Xelhuantzi López, que ha historiado y analizado el trayecto del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, extiende ahora su estudio a la Unión Nacional de Trabajadores, de la que es integrante básico el STRM. Desde el título de su trabajo establece que la propuesta de legislación laboral de la UNT “antecede y...trasciende a la administración Abascal”.