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Reglas sin reglas

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

Para toda persona que viaja a Japón, es increíble la serie de reglas normalmente escritas en inglés para los turistas y que también aplican para todos los japoneses, quienes ponen el ejemplo siguiéndolas al pie de la letra. Las primeras reglas que me fueron advertidas en Japón, las conocí en un zoológico de changos en la cima del monte Takao el cual se encuentra a una hora de Tokio. Los changos andan sueltos y por ello se hace necesario cumplir lo que los japoneses que administran dicho zoológico llaman ?reglas para seguir en este lugar?. Por ejemplo, se advierte a los visitantes que no acerquen su cara a los changos porque ellos (los changos) pensarán que usted los va a atacar. Otra regla le advierte que no porte comida o frutas en sus manos porque los changos se la arrebatarán. Por otro lado, en los hoteles, los visitantes son conminados a no molestar a los demás huéspedes haciendo ruido o comportándose de manera inapropiada y también solicitan que no alojen visitantes en la habitación ni les permitan usar los muebles ni los accesorios ?sin una causa justificada (sic). Como el ejemplo arrastra, todo el tiempo seguí las reglas tal y como lo hacen los japoneses, ese es el secreto de su pacífica convivencia. Nunca acerque mi cara a los changos ni mucho menos les mostré comida ni tampoco mostré comportamiento inapropiado en los hoteles ni deje a los visitantes usar los muebles de la habitación sin lo que yo honestamente creí causa justificada.

En una ocasión, creyendo que no estaba rompiendo ninguna regla, puse mis zapatos viejos (¡bastante viejos, por cierto¡) en el cesto de la basura que estaba cercano a la oficina de los administradores del edificio en que vivía y rápidamente fui advertido que no estaba permitido poner este tipo de basura en el recipiente ¡porque era Martes!. Los zapatos eran de piel y de acuerdo a las reglas, que son parejas para todos, japoneses o no, solamente los lunes está permitido tirar artículos de este material. Además me indicaron que leyera las reglas que, escritas en inglés y en japonés, estaban colocadas en la pared, cerca de la puerta.

En Japón, los martes, jueves y sábados, solamente se permite tirar desperdicios de comida y papel. Le pregunté a un amigo japonés ¿Quién dice que no puedo tirar mis zapatos viejos el martes? Y me contesto: el gobierno de Japón y todos debemos seguir las reglas. Las reglas también establecen que solamente los lunes se pueden tirar cepillos de dientes, palillos, mangueras de hule, termómetros clínicos y ordinarios, baterías y lámparas fluorescentes. En efecto, los artículos de plástico, hule, vidrio y piel, se pueden tirar solamente los lunes, por lo tanto, los desperdicios de comida y el papel no se pueden tirar contenidos en bolsas de plástico. Todo lo que no se pueda quemar sin producir gases nocivos, se puede tirar a la basura solamente los lunes. En otra ocasión, tratando de deshacerme de una gran caja de madera en la que me enviaron varias cosas de Monterrey, puse la misma en la basura y, de nuevo las reglas: los objetos de gran tamaño solamente se pueden tirar previa cita. ¡Si! Previa cita concertada con la oficina del jefe del departamento de limpieza de la localidad.

Las anécdotas anteriores las menciono porque en México nos parece imposible que las personas puedan vivir siguiendo fielmente reglas que tienen por objeto propiciar la convivencia y el respeto a los demás. Se ha vuelto una costumbre que todos protesten por todo aunque con ello se afecten los derechos de los demás y se propicie el desorden y la anarquía. El dicho mexicano ?si te dan, agarra y si te quitan, grita? sigue vigente hoy más que nunca y todos aquellos que creen que tienen una razón para protestar, lo hacen al amparo del montón y de manera tal que en lo último que piensan es en las molestias que ocasionan y en los derechos que pisotean. Estamos siendo rebasados por la indiferencia y la apatía. El derecho a expresarse no justifica los bloqueos, los insultos y el desorden. Cuantas molestias y cuanto tiempo perdido por los manifestantes mismos y por las personas que tienen la desgracia de cruzarse en su camino. Por ejemplo, en el caso de los taxistas, el uso de los taxímetros, fue autorizado por el Consejo Municipal del Transporte y ratificado por el Cabildo, los propios líderes de los taxistas participaron en esa decisión. Es de suponerse que se hicieron pruebas suficientes para determinar las tarifas y para seleccionar los aparatos más convenientes. En Japón los taximetros se usan desde hace más de veinticinco años igual que en los Estados Unidos. Varias ciudades mexicanas importantes como la nuestra, tienen ya varios años de utilizarlos. No podemos seguir dependiendo del juicio subjetivo del taxista para fijar la tarifa de un viaje, definitivamente, no se puede controlar lo que no se puede medir. La resistencia al cambio se sigue mostrando por quienes toman como rehén a la ciudad haciendo bloqueos que a nadie benefician pues los más afectados somos los ciudadanos que queremos ver a nuestra ciudad mejorar cada día trabajando con armonía. ¿Estamos de acuerdo en que nuestra ciudad sea rehén de quienes tienen algo que manifestar en grupo y que al amparo de la muchedumbre violenten el orden, insulten a quien quieran y afecten los derechos de los demás? ¿Quién pondrá fin a la impunidad? los demás habitantes, mexicanos también, con todos nuestros derechos, merecemos respeto y exigimos orden y responsabilidad civil. Todos los ciudadanos y el gobierno debemos tener presente que la disciplina y el orden, no se negocian.

E-mail:

jgonzalez2001@hotmail.com

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