“El hecho de que las autoridades gubernamentales intenten regular de nuevo a las tortillerías en Durango sería regresar a un pasado que poco favorecía a la libre empresa y que provocaba, por el contrario, prácticas monopólicas, principalmente en lo que se refería al precio”, detalló el delegado de la Secretaría de Economía en el estado, Héctor Octavio Carriedo Sáenz.
El funcionario consideró que el incremento de la competencia sobre un producto o servicio, como en este caso son la masa y la tortilla, siempre genera un beneficio para el consumidor, porque tiene variedades para escoger el producto que mejor le complace, y porque los cambios estructurales en este sentido se dieron hace una década, precisamente para ir avanzando en la desregulación.
Carriedo remarcó que no se puede atentar contra el derecho de libre concurrencia de los particulares en actividades que son lícitas, pues el individuo –remarcó- tiene libertad de poner el negocio que quiera, siendo legal, en el lugar que quiera, siempre que no esté controlado. “Las tortillerías ya no están controladas por la autoridad, por eso puede, sin problemas, estar una al lado de otra y frente a otra”.
Fue claro al indicar que los productores de masa y tortilla se tienen que adaptar a las condiciones actuales del mercado y competir, para lo cual necesitan brindar un servicio amable y de calidad, además, claro, ofrecer un producto digno a un precio competitivo.
“Si el gobierno regresara al esquema antiguo de regular los sectores productivos que se han desregulado, estaríamos retrocediendo al pasado. Ahora, quien pretende poner un negocio de ésos no tiene por qué tramitar tantos permisos como antes. Eso para quienes desean entrarle a la industria es positivo. Si los que están consideran que hay mucha competencia, deben buscar otras estrategias de efectividad”, dijo.
El Delegado de la SE en Durango acotó que no desea entrar en una confrontación directa contra ningún empresario, por lo que dijo que nadie se debe sentir ofendido. Sin embargo, resaltó que es paradójico decir que cada vez hay más tortillerías, por un lado, y que no es costeable ese giro industrial, por el otro.
Creo –añadió- que si no fuese rentable no le entrarían más personas a esa producción, porque son ellos los que, antes decidirse, tienen que hacer un estudio de mercado aunque sea sencillo para darse cuenta si será o no positiva la inversión y si se recuperará.
Es grave el panorama para tortillerías: EHR
Son casi 600 negocios los dedicados a la producción de masa y tortilla en Durango, una ciudad de aproximadamente 650 mil habitantes, motivo por el que los industriales de este sector analizan el panorama actual y ven preocupados lo que pudiera ocurrir, todavía más grave, en el 2004.
“El capítulo agroalimentario del Tratado de Libre Comercio para América del Norte entra en vigor el próximo año. No es descabellado pensar que una grande empresa tortillera de EU o Canadá se instale en México y de inmediato nos desplace. La actual Ley Federal de Competencia de nuestro país fue hecha sin tomarnos en cuenta y ahora nos está resultando contraproducente”, explica Eduardo Hernández Rodríguez, líder de la Unión de Industriales de la Masa y la Tortilla de Durango.
Al ser entrevistado ayer por El Siglo, el dirigente de ese gremio dejó claro que no se trata de regular la industria, sino de ordenarla y planearla de tal forma que siga siendo rentable para quienes se dedican a ella, pues entrando la competencia de fuera del país las divisas no se quedarán en México y seguramente los insumos más importantes también serán importados.
Ese panorama lo percibe Hernández Rodríguez para el próximo año, según se ha hecho mención sobre el particular en las reuniones relacionadas con el TLCAN. Sin embargo, por lo pronto dice que la libre competencia se ha convertido en un libertinaje en Durango, puesto que cualquiera puede instalar una tortillería al lado de otra y enfrente de otra, o en cualquier tienda se expende el comestible, y eso ha provocado que la economía de los negocios “invadidos” se desplome.
“Queremos que cada tortillería tenga un área de influencia para que sobreviva. Según nuestra propuesta, con los cambios a la Ley Federal de Competencia y a las normatividades relacionadas, incluso las tiendas o misceláneas tendrían que estar controladas si quieren expender tortilla, porque son esos intermediarios los que se están llevando la utilidad; nosotros los industriales apenas sacamos para seguir sosteniendo el negocio”, expuso Eduardo.
Señaló que recientemente la Unión presidida por él en Durango hizo un estudio de mercado para conocer la realidad que todos perciben pero con estadísticas y números. En ese sentido dijo que el análisis se dividió en 7 diferentes clases socioeconómicas, tomando en cuenta la población que se encuentra en cada una de ellas, el porcentaje que representan del número total de habitantes y el consumo diario de tortilla que registran.
La primera en consumo es la clase media, en la que se encuentran cerca 201 mil 500 habitantes, que representa el 31% de la población duranguense, quienes consumen al día 90 mil 695 kilos de producto derivado del maíz.
En cuanto a consumo, enseguida están las clases baja, media-baja y marginal. En la baja se encuentran 143 mil habitantes (el 22% de la población), y consumen 64 mil 350 kilos al día. La media-baja representa a 117 mil habitantes (18% de la población), y su consumo global diario es de 52 mil 650 kilos de tortilla. En la marginal el consumo es de 40 mil kilos cada día, distribuidos en cerca de 91 mil habitantes, que representan el 14% del total de la ciudadanía.
Luego siguen la media-alta, la alta y la alta-alta. La primera de ellas consume 32 mil 500 kilos siendo 75 mil 500 habitantes (11% de la población). La segunda clase socioeconómica consume 8 mil 775 entre 19 mil 500 duranguenses (el 3%). La tercera adquiere al día 2 mil 925 kilos entre el 1% de la población total de Durango: 6 mil 500 habitantes.