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Rehenes del estilo

Federico Reyes Heroles

En apariencia es sólo un asunto de la superficie. Es el modo, la forma con la que construimos nuestras vida. Normalmente el estilo cambia, se adapta. Es una expresión de nuestra lectura del mundo que, por fortuna, evoluciona. De ser así, cuando el estilo sigue al fondo, poco tenemos que temer. Sin embargo hay otras ocasiones en que el estilo se posesiona de la persona. Usar barba a muchos les sienta bien, pero cuando esta cae una y otra vez en el plato de la sopa, estamos ante un problema. La izquierda huye de la corbata. Esta bien, de hecho es más cómodo no usarla. Pero cuando alguien siente amenazadas sus concepciones por portar esa prenda, algo anda mal. La solidez de un argumento debe pesar con corbata o sin ella. A la larga la forma de manejar el estilo delata la importancia que se le asigna al fondo y a los modos en la vida. Al final del día sabremos quién es el rehén: el estilo sigue al fondo, a las personas, o es a la inversa.

Roosevelt y su corbata de moño, Churchill y sus enormes habanos, De Gaulle y su inseparable kepis, qué duda cabe, la historia registra a grandes personajes, con rumbo muy cierto, que han usado su “estilo”. En la política los estilos, por momentos provocan cales, auténticos duelos entre personalidades.

Chamberlain no pudo con Hitler quien comenzó el diálogo impidiéndole fumar frente al Führer. Ese es el otro lado de la moneda: los “estilos” también desnudan debilidades. Fidel Castro sin habano, (ya lo tuvo que dejar), sin barba y sin uniforme sería otro. Demasiado “estilo” o el empecinamiento en su defensa hablan de fisuras, de grietas en la personalidad de fondo. Con frecuencia los seres más seguros, los más fuertes ni siquiera necesitan del estilo. Se disfrazan de comunes y engañan a todos.

A los Fox les restan 46 meses de gobierno, poco menos del doble del tiempo que llevan. Su estilo es hoy ya un problema que crece día a día. Menciono a la pareja, pues no hay más que revisar la prensa cotidiana para percatarse del espacio que Marta Sahagún ocupa. Todo indica que su actuación sistemática en asuntos públicos es una decisión de Fox. De no ser así ¿qué ocurre? Regresemos al asunto: ¿cuál es ese “estilo”? Ante la excesiva solemnidad de antaño, Vicente Fox candidato, encontró que cierta desmesura, que cierto desparpajo, que algo de irreverencia vendía muy bien. Ser así casaba además plenamente con su personalidad. Pero la eficaz receta de campaña es pésima fórmula para el jefe de estado. En sólo dos años de gobierno esa frescura retadora se ha transformado en algo terrible para cualquier gobierno: la duda profunda sobre la existencia de un rumbo, la percepción de falta seriedad. Entre las anécdotas provocadas por el “estilo” y las contradicciones de fondo el régimen está a punto de resbalar en el peor de las categorías: ser risible, provocar risa.

Las grandes botas en el salón vacío de Davos; la espera de la Reina de Holanda; la interrupción de la “señora presidenta”; el silencio de los empresarios holandeses; el cortón de Schroeder; el anecdotario no tiene fin. El miedo al ridículo ajeno se apodera de muchos mexicanos.

El “estilo Fox”, incluido el protagonismo de ella, no funciona, sobretodo en esas latitudes. ¿Qué hacer, empecinarse o sacrificar algo de “estilo”, cortar la barba?. En los asuntos de fondo el panorama es aún peor.

Se acuerda el lector de la inexplicable nacionalización de 27 ingenios. En la mejor versión del estatismo de los años setenta, se dijo que, con una sabia y módica inyección de dineros públicos en un año estarían en forma para ser vendidos. Buen negocio. Ja, ja. Ahora resulta que se necesitan cinco años.

Comenzaron cerrando la carretera a Cuernavaca. Pero claro el régimen democrático, sólo conoce la negociación y los consensos como respuesta. En diciembre amenazaron con cerrar fronteras y tomar de nuevo carreteras. Vino la respuesta gubernamental: mesas, foros, consensos. Eso si las ponencias en Power Point por favor. ¡Hay que ser modernos! Negociar el TLC demandaron, también, porque no respondió el régimen. Ja, ja. El viernes pasado se cerraron ya las fronteras al frijol importado. ¿Qué van a decir nuestros socios? La megamarcha en la capital exigió, más protección comercial, incluso contra lo que viene en seis años y, por supuesto, diálogo directo con el presidente, faltaba más. Las autoridades los felicitan por la civilidad del acto y se felicitan por los logros de la democracia. Que el impuesto interlocutor defienda la violencia como una de sus armas es lo de menos. El estilo democrático se impone. Los señores de Atenco, que por cierto ya invadieron otros terrenos federales, pero sobre todo sus machetes son el ejemplo a seguir si se quiere hacer política. Ja, ja.

Y que decir de la actitud frente al asunto Azteca-40.

Primero el silencio frente al hecho violento. Después la entrada en falso. Finalmente el ridículo. ¡Viva el estado de derecho! Ja, ja. El gobernador de Morelos está en un apuro serio. A él, a su procurador, a su subprocurador, y a varios agentes se les denunció como posibles involucrados nada menos que en un crimen.

No saquemos conclusiones. Que corra la investigación y el proceso correspondiente. Pero hay un pequeño problema: son ellos mismos los encargados de conducir la investigación a buen puerto. Lo correcto sería una separación temporal de sus cargos mientras se aclaran las cosas, incluida un amenaza a Graco Ramírez, dirigente estatal del PRD. En esas estamos cuando el Secretario de Gobernación tiene a bien recibir al mandatario estatal y expresar su certidumbre sobre la seguridad en Morelos. ¡Genial fórmula de marcar distancia frente a la investigación!. Bien por los nuevos tiempos, los intereses de partido jamás estarán por encima del interés nacional.

Risas amargas, Ja, ja, ja. Como aderezo el mismo funcionario declara que no hay “ningún riesgo potencial” para la población por la posible guerra contra Irak. Vivimos en la gloria. Salvo por el narco y por algunos grupos subversivos, México nada tiene que temer por lo que ocurra en el mundo. ¿Para que cuidar lo aeropuertos o las instalaciones petroleras? Estilo o seriedad, es la disyuntiva. De por medio está la credibilidad, de afuera y de adentro. Porque si al estilo impropio se le suman los desfiguros de fondo, podríamos caer en una conclusión terrible: sólo hay ese “estilo” y nada más. Faltan sin embargo cuatro años. Por eso los nervios de algunos se crispan y la credibilidad cae. No son casuales los 11 pesos por dólar. Lentamente caemos en cuenta de que todos somos rehenes del estilo.

P. D. Gritarle asesino a Vicente Fox es una afrenta al hombre y a la institución. No se lo merecen.

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