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Relato de un despido injusto

Los torreonenses cubren el sueldo de cinco 'vigilantes'

TORREÓN, COAH.- La habían borrado del sistema. No trabajaba para la Dirección Municipal de Cultura, y lo que es peor, nunca lo había hecho. En menos de una hora habían desaparecido su nombre de la nómina y en su lugar ponían a Alicia Sánchez, quien habría de vigilar cuánto papel sanitario gastaban y cuántas llamadas al día recibían los empleados del Museo Histórico de la Ciudad -Casa del Cerro-.

La amplia trayectoria en promotoría cultural de Sandra Gancz estaba siendo mermada, luego de que tuvo algunas diferencias con Alberto González Domene, director municipal de cultura.

Esto es la prueba de que no se reconoce el trabajo de creadores y promotores, pero sí se justifica el pago de cinco “vigilantes”, que fueron asignados a los distintos centros culturales y museos del Municipio, quienes reciben cinco mil pesos al mes, cada uno.

Y sólo por estar al pendiente de que el resto de los empleados cumplan el reglamento interno al pie de la letra, lo que cualquier persona profesional entiende sin necesidad de que le estén cuidando.

-“Hay personas que son un cáncer y se tienen que quitar con un bisturí”, le dijo González Domene a Sandra Gancz.

-“Discúlpeme señor, un cáncer es un padecimiento que sufrimos las personas, nosotros no podemos ser un cáncer”.

-“Bueno no me refería a un cáncer (se dio cuenta de que usaba mal las palabras), estoy hablando de un foco de infección”.

-“No señor, tampoco somos un foco de infección”, y fue entonces cuando don Alberto le sugirió que pasara por su liquidación a recursos humanos en una hora. Era el 21 de enero de 2003 y todavía no le pagaban la quincena.

Antes de salir de la oficina del director, Sandra le comentó a manera de consejo –“Si usted siente que hay ciertas personas que están resultando un cáncer o un foco de infección, yo creo que nada más es una problemática administrativa, porque están poniendo a las personas correctas en puestos equivocados”.

Ejemplo de ello es César Nevárez, quien cuenta con gran experiencia en los medios de comunicación, lo que le permitiría llevar una buena campaña de difusión. Una de sus funciones actuales es andar calle por calle para invitar a las actividades que ofrece la institución los fines de semana en diferentes paseos públicos.

Otro caso es el de Julia Meléndez, quien después de estar a cargo de relaciones públicas, ahora es asistente de la directora del Museo del Torreón, quien anteriormente era la secretaria del Teatro Isauro Martínez.

Pero la historia de Sandra Gancz no termina ahí. Cuando pasó por su liquidación, le dijeron que no existía en la base de datos del Ayuntamiento, y luego de tanto insistir la persona que la atendió le confesó que recibió una llamada con la orden de borrarla del sistema. Por cuestiones de salud, Sandra no quiso pelear más su caso, y terminó por aceptar dos mil pesos que no cubrían ni su liquidación, ni su quincena del mes de enero.

El dejar la Dirección Municipal de Cultura antes que mortificarla, provocaba en Sandra un alivio, pues empezaba a cuestionarse su ética profesional. El día en que inició funciones la presente administración, fue nombrada coordinadora de eventos.

“Una vez me pidió agendar a un artista que no es de renombre y que ni siquiera yo tenía conocimiento de él, para que expusiera su trabajo en el Centro Cultural Pablo C. Moreno, en el José R. Mijares y en la Casa del Cerro, es decir una exposición itinerante. Le sugerí que consultáramos al Consejo de Artes Visuales porque para eso está, y ofensivamente me gritó que sólo siguiera sus órdenes y que las cosas se hacen como él dice”.

En otra ocasión, González Domene dio la orden a Sandra de agendar a los artistas de teatro, danza y música para hacer presentaciones durante el mes de febrero. “Me dijo claramente que les avisara que era sin pago de honorarios. Cuando le hice ver que los artistas profesionales, como los que él me estaba pidiendo, no trabajan gratis ya que esa es su profesión, me dijo que les avisara a tono de amenaza que trabajarían sin honorarios o que no lo volverían a hacer en Torreón”.

Y luego el señor González Domene siguió ofendiendo a Sandra, gritándole malas palabras (que no las usa con nadie y espera que nadie las use con ella). Le pidió de frente que no la humillara delante de sus compañeros, y le dijo que era una... Al otro día la citó y le pidió que pasara por su liquidación porque no había dado el “ancho” como secretaria.

“Según mi currículo y mi experiencia profesional, nunca hubiera pedido un puesto de secretaria, y nunca lo hubiera aceptado, desde el dos de enero me nombró coordinadora de eventos, y sólo para correrme daba ese argumento”, concluye Sandra.

Los vigilantes de la cultura

Desde inicios de esta administración fueron asignadas al Centro Cultural Pablo C. Moreno, al Centro Cultural José R. Mijares, al Museo del Torreón, al Museo del Ferrocarril y al Museo Histórico de la Ciudad Casa del Cerro, personas que se encargarían de “cuidar” el comportamiento del personal.

Esto es, su trabajo sería estar al pendiente de que todos lleguen a la hora de entrada (9:00 a. m.); de que no reciban llamadas ni visitas personales, y que apaguen sus celulares en horario de trabajo; que usen vestimenta apropiada (no short, pantaloneras, huaraches, etc.); que no platiquen para no distraerse de sus labores, y entre otras cosas, que no usen las computadoras para actividades personales.

Y por vigilar el cumplimiento de este reglamento, que pasaría por uno de jardín de niños o primaria, les pagan cinco mil pesos al mes. Son personas en su mayoría de la tercera edad, que al parecer no poseen conocimiento alguno del área cultural.

Por mencionar sólo un ejemplo, de cinco bajas de la nómina que daban un total de 18,991.3 pesos, se incrementa con cinco altas que totalizan 25,000 pesos. Lo cual quiere decir que la nómina subió 6008.7 pesos.

Con los impuestos que paga la ciudadanía se está cubriendo el sueldo de estas personas, cuya función no está justificada. Si cuentan con un currículo que avale su experiencia en el medio, sería conveniente que lo dieran a conocer. Y si no, sería mejor que dejaran de vivir a costa de los recursos de la comunidad.

Una crítica de la Comunidad Cultural

Aberraciones de un Proyecto Cultural es el título de un cuadernillo, del que circulan tres mil ejemplares desde hace unos días. La publicación está a cargo de la Comunidad Cultural Lagunera, que cuenta con más de 150 miembros hasta el momento.

En el texto que consta de 15 páginas, la figura principal es Alberto González Domene, que más que un protagonista, viene a ser un antagónico de la historia que inició desde el dos de enero de 2003 en la Dirección Municipal de Cultura.

Se habla acerca del caos que actualmente priva en el ambiente cultural de la región, a causa de la falta de un proyecto viable y de una dirección capaz de proponerlo y llevarlo a cabo.

“AGD (Alberto González Domene) llegó a su nueva encomienda como una gratificación a sus méritos de militante, a su gravitación como rancio panista; recibió la Dirección Municipal de Cultura como la cuota de poder que Anaya Llamas tenía que ceder independientemente de la competencia que mostrara el susodicho AGD”, denuncia el texto de la página cuatro.

Asimismo, se cuestiona el proyecto presentado por el director municipal de cultura a la prensa: “No hace falta leerlo para que salte a la vista su falta de seriedad. Todo es desordenado y naive. La parte intermedia, por ejemplo, es una ensalada de tipografías, de formato de proyectos, de esbozos y bocetos para trabajar en la cultura”.

Antes de concluir, el escrito hace un llamado: “...la cultura de Torreón padecerá el vacío de dirección que solamente se corregirá con la participación decidida de una sola persona: el alcalde Guillermo Anaya Llamas. Ojalá y nuestro Presidente Municipal tenga la voluntad de corregir. Torreón lo eligió y Torreón le paga para hacer bien su trabajo, no para estropear lo poco que tenemos, no para solapar a nadie”.

Mejor salir

Aunque el patronato lo había propuesto para que continuara al frente del Museo Histórico de la Ciudad, -Casa del Cerro-, Rodolfo Haro Pámanes dejó su lugar a Luis Montfort a finales de enero pasado.

Era lógico que nueva administración quisiera nuevos directores, por lo que Rodolfo sabía que tendría que dejar su puesto. No obstante, fue requerido para trabajar en las oficinas de la Dirección Municipal de Cultura.

A principios de febrero, luego de que no estuvo de acuerdo con la nueva ideología y con el ambiente de trabajo, optó por renunciar. Aclara que si recibió una liquidación justa.

“Era mucha gente: Estaba personal que trabajaba ahí desde el trienio pasado, además de los que habíamos estado en museos o centros culturales, más las personas que acababan de ser contratadas. Mucha gente capaz, sin ser utilizada correctamente”.

Según comenta, no había las condiciones adecuadas para realizar el trabajo, y ejemplo de ello era la falta de sillas. Pero más allá de esto, estaba la falta de un proyecto viable y la falta de continuidad de un trabajo que ya se venía haciendo y que había dado buenos resultados.

“Yo pienso que se debió respetar la mística de trabajo, que no estaba sujeta a un horario de trabajo, sino más bien a resultados, porque había demostrado tener éxito”.

Pero sobre todo, afirma Haro Pámanes, que se debió respetar la capacidad y trayectoria de los artistas y creadores, que ya habían logrado el apoyo de las autoridades para desarrollar y dar a conocer su obra.

“A mí en lo personal me preocupa la situación que se generó en torno a la Dirección Municipal de Cultura, porque creo que lo importante es el desarrollo de la cultura y las artes, lo que sólo es posible con la ayuda de los creadores; las instituciones sólo deben facilitar su trabajo”.

Por último, el ex director de la Casa del Cerro hace hincapié en la conformación de los consejos ciudadanos, ya que quienes están al frente de las instituciones o centros, por lo general son promotores culturales que deben apoyarse en personas que tengan amplio conocimiento de las artes.

“Nosotros hacíamos un proyecto anual en el que se incluían todas las exposiciones que tendríamos en las galerías, pero siempre apoyándonos en la experiencia del Consejo de Artes Visuales. Logramos una buena coordinación entre artistas y promotores, había un mejor criterio y mayor flexibilidad”, concluye.

¿QUIÉN SALIÓ Y QUIÉN OCUPÓ SU LUGAR?

A través de oficios con diferentes fechas, Alberto González Domene le informó al tesorero municipal, Jorge Handam Hernández, sobre algunas altas y bajas en la nómina de la Dirección Municipal de Cultura.

BAJAS - ALTAS

Sandra Gancz $3,000 - Alicia Sánchez $3,000

Rodolfo Haro Pámanes $6,597.18 - Silvia Castro $7,000

Nelson de Ávila $3,299.84 - Concepción Sotelo $5,000

José Luis Mauricio $2,551.74 - Sara Ugarte García $5,000

Tomasa Pargas $3,542.54 - Cecilia Franco López $5,000

TOTAL: $18,991.3 - TOTAL: $25,000

FUENTE: El Siglo de Torreón.

CON NUESTROS IMPUESTOS

A continuación se presentan los sueldos quincenales de algunos de los empleados que trabajan para la Dirección Municipal de Cultura, en donde destaca la inclusión del secretario particular de González Domene, Héctor Sifuentes.

-Silvia Aguilar Ramírez: $4,123.56

-Enedina Salazar Mora: $2,151.82

-María Elena Arenal Rubín: $5,849.65

-Julia Meléndez Reyes: $5,849.65

-Jesús Fernando García Pineda: $2,442.60

-Esperanza Aguilera Mora: $6,021.25

-Héctor Sifuentes Hernández: $7,241.79

-Idoia Leal Belausteguigoitia: $5,953.42

-Eugenia Preece de la Torre $5,953.42

-Martha Rosales Reyes: $5,953.42

TOTAL: $51,530. 68

FUENTE: El Siglo de Torreón.

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