20 agosto 2003
París, (EFE).- La empresa Pompas Fúnebres Generales (PFG) informó hoy de que durante las tres primeras semanas de este mes murieron en Francia 10.400 personas más que en el mismo periodo de años precedentes.
Esta empresa funeraria, que representa el 25 por ciento de su sector en Francia, facilitó esa cifra tras hacer un proyección de sus propios datos y de otras sociedades. Este periodo corresponde a la canícula que azotó a Francia desde principios de agosto y que persistió durante dos semanas.
Según las proyecciones de PFG, la región parisiense registró una mortalidad suplementaria en ese mismo periodo de 3.000 personas. PFG estima que en todo el mes habrá 13.600 muertos más en Francia que en meses de agosto anteriores, de los cuales 3.400 corresponderán a la región parisiense.
En esta región incluso se ha tenido que requisar un almacén refrigerado del principal mercado de abastos, Rungis, para almacenar los cadáveres debido al desbordamiento de las funerarias y a la dificultad de proceder a los entierros en los plazos habituales.
Está previsto que las autoridades francesas hagan pública la cifra oficial de muertos por la canícula a finales de agosto, aunque cuentan como "hipótesis probable" con la estimación de 5.000 muertos. Las dramáticas consecuencias de la canícula centrarán mañana jueves la primera reunión del Consejo de Ministros después de las vacaciones estivales.
El presidente francés, Jacques Chirac, quien hoy regresó a París desde su retiro vacacional en Canadá, ha pedido a todos los ministros concernidos por la excepcional ola de calor que presenten un informe "muy exhaustivo" sobre la gestión de la crisis en sus respectivos departamentos.
Chirac, que presidirá como de costumbre la reunión gubernamental en el Elíseo, romperá mañana su criticado silencio sobre esta tragedia, informaron los servicios de prensa del palacio presidencial.
La actitud mantenida hasta ahora por Chirac ha chocado enormemente, pues el jefe de Estado siempre ha estado presente desde el primer momento en todas las catástrofes que han marcado sus mandatos, pero en esta ocasión se contentó con hacer saber por el Elíseo que seguía "atentamente" la situación desde Canadá.
El Consejo de Ministros de mañana servirá para hacer un primer repaso de la gestión de la crisis, después de que el jefe del Ejecutivo, Jean-Pierre Raffarin, hubiese pedido también a los miembros de su Gobierno que hiciesen una autocrítica al respecto.
Uno de los primeros en tomar la palabra será el ministro de Sanidad, Jean-Francois Mattei, que ha encargado a cuatro expertos una "misión de análisis y de evaluación" sobre el desarrollo de la crisis ligada a la canícula, cuyas primeras conclusiones deben estar disponibles a finales de este mes.
Le seguirá el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, que se explicará sobre la difícil gestión de los incendios y sobre la falta de medios constatada; y la ministra delegada de Industria, Nicole Fontaine, que hablará de las consecuencias de las altas temperaturas sobre el sector energético.
También la responsable de Medio Ambiente, Roselyne Bachelot, debe hacer una exposición sobre el impacto de la canícula en la naturaleza y el titular de la cartera de Agricultura, Hervé Gaymard, expondrá, por su parte, las medidas excepcionales de ayuda a los agricultores y ganaderos por los daños causados por la sequía, en la víspera de una reunión sobre el asunto convocada en París.
Por último, se espera que el secretario de Estado para las Personas Mayores, Hubert Falco, dé una primera estimación sobre el número de decesos en las residencias de ancianos, unos establecimientos que tampoco escapan a las críticas.
Los partidos de la oposición de izquierdas han pedido que se proceda a una revisión de todo el sistema sanitario, algo a lo que se opone, por ahora, el Gobierno.
Los socialistas y los comunistas presentaron hoy una proposición formal de creación de una comisión de investigación parlamentaria sobre las consecuencias de la canícula.
El Ejecutivo ha insistido en sus críticas al funcionamiento del sistema de alerta y sólo se conoce por ahora la dimisión del director general de Salud, Lucien Abenhaim, quien mantiene que todas las informaciones que recibió en su despacho fueron transmitidas al gabinete del ministro de Sanidad.