GÓMEZ PALACIO, DGO.- Está por consignarse la averiguación previa del homicidio de Rita Alanís Ontiveros, joven “desaparecida” por su esposo hace 12 años y la integración se basa en los indicios del crimen aportados por amigos de la occisa y un familiar del principal sospechoso.
El caso volvió a la luz con la proyección detallada por televisión, en un noticiero internacional, del macabro hallazgo que hizo José Alanís, padre de la víctima, el cuatro de junio de 2002, en la finca donde vivió su hija casada con Guillermo Vidal Serrano.
En el programa se manejo la hipótesis de que el presunto homicida es el esposo de la víctima, quien se fue de la región seis meses después de la desaparición, fijando su residencia en Cancún, Quintana Roo.
Respecto a la proyección de la nota en la televisión por cable, el agente del Ministerio Público, Óscar Menchaca Lara, señaló que la difusión del caso puede beneficiar para que la gente ubique y denuncie al principal sospechoso, motivo por el cual urge el trámite para obtener la orden de aprehensión.
Como se informó en su oportunidad, la hija de don José Alanís le hablaba en sueños y un día terminó con los casi 12 años de angustia, al encontrar a Rita enterrada en el patio de su casa ubicada en el número 414, de la calle Francisco Sarabia, entre las avenidas Francisco I. Madero y Allende, en la zona centro de la ciudad.
El esqueleto estaba casi completo, a simple vista no se apreciaban huellas de lesiones graves, junto a los huesos, se encontraba el vestido negro de Rita y la ropa interior del mismo color. Las prendas las usó por última vez cuando acudió a una fiesta el 30 de noviembre de 1991, de la cual nunca “volvió”.
Cuando “desapareció” Rita, familiares del matrimonio tuvieron acceso a la casa. En la cocina había trastes rotos, el escenario parecía de pelea. Lo más incongruente fue encontrar en la sala la bolsa de mano de Rita.
“Una de las hermanas de Guillermo siempre dijo que Rita estaba enterrada en la casa, nadie le creía, pero ella sabía porque decía las cosas”, señaló un vecino de la abandonada finca, propiedad de Micaela Serrano, madre del esposo, misma que no volvió a ser habitada desde la “desaparición” de Rita.