EL PAÍS
Jerusalén.- Cuatro activistas, tres de la organización fundamentalista Yihad Islámica y otro de Hamas, fueron abatidos ayer por soldados israelíes en el transcurso de sendas operaciones llevadas a cabo en el campo de refugiados de Al Bureij en Gaza y en Hebrón. Por su parte, un soldado israelí resultó muerto y otros seis militares heridos, en el transcurso de estos incidentes, los más sangrientos desde que hace aproximadamente un mes se quebró el alto el fuego.
Los enfrentamientos entre soldados y activistas islámicos fueron especialmente duros en el campo de refugiados de Bureij, situado en el centro de la franja de Gaza y donde se hacinan más de 29,000 habitantes, muchos de los cuales salieron con armas a la calle y durante horas se enfrentaron a tiros con los soldados.
La defensa de las milicias palestinas se hundió sin embargo ante la fuerza del Ejército israelí que utilizó carros de combate y un helicóptero. En el transcurso de esta operación fue abatido un dirigente de Yihad Islámica y encontró la muerte una niña de tres años, que según fuentes oficiales falleció como consecuencia de una “crisis nerviosa”.
La escalada de la violencia coincidió ayer con la publicación de una carta firmada por 27 pilotos del Ejército del Aire de Israel,en la que anunciaban que se negarán a participar en operaciones militares en los territorios palestinos y en asesinatos selectivos de los líderes de la Intifada. El anuncio ha causado un fuerte impacto entre la opinión pública israelí y el mando del Ejército, que ha advertido de que habrá represalias contra nueve de los pilotos, que se encuentran en activo.
Los pilotos aseguran en la carta que la “continuación de la ocupación (de los territorios palestinos por parte de Israel) pone en peligro la seguridad del Estado, asi como su fibra moral”, para afirmar rotundamente poco después que “nosotros que hemos sido educados en el amor de Israel, nos negamos a tomar parte en los ataques aéreos contra la población civil”. Con esta decisión los pilotos se suman a la protesta que vienen protagonizado un colectivo de 500 soldados en el mismo sentido desde hace un año.
El motín de los pilotos militares supone un duro golpe a la moral del Ejército, en un momento especialmente critico por cuanto Las Fuerzas Aéreas constituyen la aristocracia de la Defensa israelí. Un general del Ejército, Eliezer Shkedi, afirmó que los pilotos “han explotado cínicamente sus uniformes y sus carreras para fines políticos”.