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Represalia de Israel pulveriza plan de paz

EL PAÍS

JERUSALÉN.- El Ejército israelí asesinó a uno de los principales líderes políticos del movimiento islamista Hamas, Ismael Abu Shanab, a modo de represalia por el último atentado suicida ocurrido el pasado martes en Jerusalén. El primer ministro palestino, Abu Mazen, condenó el asesinato, que provocó la revisión de sus planes para combatir a los extremistas, recién expuestos ante el emisario estadounidense, John Wolf.

Hamas y el resto de organizaciones radicales dieron por finalizado el alto el fuego declarado el 29 de junio, lo que hace presagiar un nuevo recrudecimiento de la espiral de violencia.

En un ataque perpetrado con helicópteros de combate, las fuerzas aéreas israelíes acabaron con la vida de Ismael Abu Shanab y dos de sus guardaespaldas, que se encontraban junto a él en el momento en que cinco misiles aire-tierra impactaron contra el vehículo por el que circulaban por el barrio residencial de Rimal, en la ciudad de Gaza. Después de visitar el hospital al que fueron conducidos los calcinados cuerpos, otro de los dirigentes políticos del movimiento de la resistencia islámica, Ismael Haniya, dio oficialmente por concluida la tregua del 29 de junio. “El asesinato de Abu Shanab supone también el asesinato del alto el fuego y Hamas responsabiliza completamente al enemigo sionista de las consecuencias de este crimen”, espetó desafiante Haniya.

También su líder espiritual, el tetraplégico jeque Ahmed Yasin, vino a sancionar por adelantado algún atentado en represalia por lo ocurrido, cuando señaló que Israel “ha cruzado todas las líneas rojas”. Los precedentes muestran cómo Hamas ha vengado la muerte de todos sus líderes relevantes, tanto de su rama política como de su rama militar. Ahí está el asesinato del que dirigiera esta última, Salah Shehade, perpetrado hace poco más de un año mediante un misil de gran potencia lanzado por un cazabombardero F-16. La muerte de Shehade se convirtió en el detonante del atentado ocurrido pocos días después en la Universidad Hebrea de Jerusalén, que supuso un auténtico shock en Israel, no tanto por el número de víctimas como por la simbología del lugar escogido por los terroristas.

Aunque desde el punto de vista israelí la tregua ya había muerto este pasado martes, cuando un kamizaze de Hamas se inmoló dentro de un autobús en Jerusalén, matando a 20 personas e hiriendo a un centenar, el resto de organizaciones radicales palestinas la dio por concluida. La primera en unirse fue la Yihad Islámica, que también había reivindicado este último atentado suicida como venganza por la muerte de uno de sus dirigentes en Hebrón, que fue seguida del Frente Popular para la Liberación de Palestina y de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa.

Sharon engaña

a Abu Mazen

Horas después del atentado suicida del martes, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, había dado a entender a su homólogo palestino, Mahmoud Abbas, también llamado Abu Mazen, que le concedía un breve margen de tiempo para actuar contra los responsables de esta última masacre y tomar medidas concretas contra la infraestructura del terrorismo en los territorios bajo su control. Según fuentes de su entorno, Abu Mazen llegó a amenazar con dimitir en el caso de que el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, no diera su aprobación a un paquete de medidas antiterroristas que había elaborado el ministro para Asuntos de Seguridad, Mohamed Dahlan.

Así las cosas, el asesinato de Abu Shanab vino a desacreditar el liderazgo de Abu Mazen, que había adoptado un compromiso firme de combatir a las milicias y confiscar sus armas. También el de Dahlan, que hacía menos de media hora había presentado su plan de actuación al emisario estadounidense, John Wolf, cuyo cometido es supervisar la aplicación del Mapa de Ruta, ese plan de paz que comienza a resquebrajarse y que podría terminar convirtiéndose en papel mojado. Tal como ya le ocurriera a su predecesor en una fase previa de la Intifada, el general Anthony Zinni, Wolf acababa de hacer gestiones para intentar aplacar la espiral de violencia, cuando un nuevo “asesinato selectivo” volvía a reactivarla.

Hablando frente a sus oficinas de Ramala, Abu Mazen declaró que “no hay duda que las tropas israelíes han cometido un feo crimen y que éste va contra el proceso de paz”.

Además de asesinar a Abu Shanab, el Ejército reocupó ayer las áreas autónomas de Nablus y Jenin, con el objetivo de realizar una nueva campaña de registros casa por casa, practicar detenciones de sospechosos, y confiscar armas y explosivos. También hicieron lo propio en la ciudad de Hebrón, donde los artificieros militares dinamitaron la vivienda familiar del último suicida y las casas de otros tres presuntos terroristas.

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