Como se ha comentado en otras ocasiones, existe un marchado rechazo de la ciudadanía a cualquier intento de modificación a las normas relativas a la venta y consumo de bebidas embriagantes, por considerar que éstas han sido mucho más benéficas que perjudiciales, por más de que quienes quieren que desaparezcan esas medidas aleguen que las mismas generan el incremento en la venta clandestina de alcohol y la impunidad.
Ese rechazo se puso de manifiesto entre los diputados locales, a quienes correspondería impulsar cualquier modificación al decreto emitido por el Ejecutivo en abril del noventa y cuatro, pues ninguno de los legisladores que fueron entrevistados estuvo de acuerdo en apoyar nuevas disposiciones en esa materia y vaya que se entrevistó a diputados de distintos partidos políticos, pero en ningún caso hubo siquiera la duda de que las restricciones deben seguir vigentes.
Esas opiniones deben ser un fuerte indicio para los integrantes del ayuntamiento local, pues además de la información directa que ellos pueden allegarse, al través de tales opiniones es posible corroborar que existe en repudio total y prácticamente unánime a cualquier intento por relajar las disposiciones comentadas, pues está claro que son unas cuantas personas las que, por intereses individualistas y mercantiles, están pugnando para que las autoridades modifiquen la ley.
Para el municipio de Torreón y para Coahuila en general sería un grave retroceso el que se derogaran las disposiciones aludidas, pues a lo largo de más de una década ha sido una exigencia constante de la comunidad, la que es respaldada por las autoridades, el que esa legislación permanezca como está, porque gracias a la misma se ha podido evitar que los índices de violencia hacia el interior de la familia no se incrementen a niveles alarmantes.