26 de diciembre de 2003.
Jerusalén, (EFE).- La nueva ola de violencia que se cobró el día de Navidad la vida de siete palestinos, entre estos un suicida, y la de cuatro israelíes, sus víctimas, devolvió al punto cero las últimas y numerosas iniciativas de paz, empezando por la "Hoja de ruta".
En esa sangrienta jornada, el Ejército israelí reanudó su política de "asesinatos selectivos" de dirigentes de la Intifada contra la ocupación, y las organizaciones radicales volvieron a los atentados suicidas, lo que indica que no aceptarán una tregua (udna), una misión en la que estaba empeñada Egipto.
Pero el primer ministro israelí, Ariel Sharón, quedó más cerca de una "desconexión unilateral" de los palestinos, un plan que el dirigente derechista anunció la semana pasada para el caso de que no prosperen las negociaciones de paz con su colega de la Autoridad Nacional Palestina, Ahmed Qureia (Abú Alá).
El ministro de Defensa israelí, Shaúl Mofaz, se reunió hoy viernes con los jefes del dispositivo de seguridad para debatir cuál será la reacción de Israel a raíz del ataque suicida en una parada de autobuses de Tel Aviv, en el que murieron tres soldados y un civil.
Las Fuerzas Armadas "aprobarán sus decisiones en el momento adecuado", se limitó a decir a la prensa uno de los jefes que participaron en la reunión.
El plan de retirada unilateral que Sharón amenaza con llevar a cabo conlleva la anexión de vastas extensiones de Cisjordania, hasta "una línea de seguridad" que Israel fijará unilateralmente.
Ello incluirá la evacuación de algunos pequeños asentamientos judíos de Cisjordania, lo que levanta ampollas entre los colonos y sus aliados de la derecha nacionalista, pero -como ya advirtió Sharón- los palestinos "obtendrán menos de lo que conseguirían negociando".
Qureia, quien se valía de Egipto para conseguir la "udna" de parte de la resistencia palestina para así devolver a Sharón a las negociaciones de paz con vistas a la creación de un estado palestino en el 2005 -tal como indica la "Hoja de ruta"- no tendría medios para impedirle esa "desconexión", más allá de la solidaridad internacional.
El asesinato "selectivo" de Mekled Hamid, jefe de operaciones de la Yihad Islámica en Gaza -en el que también murieron otros palestinos que pasaban cerca del lugar en el momento del ataque desde un helicóptero israelí- ha puesto fin ahora a todo intento para lograr el consentimiento de la resistencia para una tregua con Israel.
Una primera tregua unilateral, que esas facciones habían proclamado el pasado 29 de junio, después de negociarla con Abu Alá, se desmoronó cincuenta días después a raíz de una de tantas olas de violencia mutua, como la de esta semana, desde el año 2000.
El ataque en Tel Aviv del suicida Said Hanani, de 21 años y militante del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), indica a juicio de observadores israelíes, que las facciones no aceptarán nuevamente un alto al fuego "unilateral".
La nueva ola de violencia, precedida por la ya habituales redadas del Ejército a fin de apresar a militantes de la "Intifada" o para allanar sus armas y explosivos o destruir su infraestructura, se desencadenó el domingo anterior con una emboscada en la que murieron dos oficiales de la infantería israelí en la franja de Gaza.
Esa acción fue seguida por una incursión militar israelí al campo de refugiados de Rafah, al sur de Gaza, para buscar y dinamitar un túnel empleado para el contrabando de armas y mercancías de Egipto.
Nueve palestinos, entre ellos miembros de la resistencia que intentaron detener la ofensiva y varios civiles, perdieron la vida.
Cerca de 50, según fuentes palestinas, entre ellos tres niños, resultaron heridos en la operación, que culminó con la demolición de 15 viviendas del campo de refugiados antes de la retirada.