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Reunión de celebridades

Pablo Marentes

El 17 de octubre de 1952 fueron publicadas la primera enmienda al artículo 34 y la quinta al 115 de la Constitución, para que las mujeres pudieran votar y ser votadas en los procesos electorales de cualquiera de los tres órdenes de gobierno en la República.

El día siete del mes en curso, 21 señoras, algunas de las cuales suelen aparecer en actividades conexas a la política y por lo tanto son celebridades, se reunieron para proponer una magna conmemoración. La reunión fue ideada y las invitadas elegidas por Rosario Robles. El cóctel aconteció en su actual residencia: la casa-cum monumentum de Diego Rivera, en San Ángel. Habrían sido 23 asistentes. No llegaron o no aceptaron la invitación Josefina Vázquez Mota ni Amalia García.

A la salida, alguna de las que disfrutaron los canapés y bebieron los espumantes, con fervor dijo: “Tenemos el voto pero no el poder”. La señora Rosario aclaró que el mortero fue ¡La celebración! Las mujeres mexicanas no encontraron grandes obstáculos para que se les reconociera su ciudadanía y su derecho a ser candidatas a puestos de elección popular. Las francesas, las inglesas y las estadounidenses recorrieron caminos violentos debido a las cacerías de brujas que se organizaban en esos países y a las purgas suministradas por los fundamentalistas religiosos de los dos cristianos bandos que pugnaban por hacerse del Estado. Baste recordar la quema de Juana de Arco, Los demonios de Ludum, La letra escarlata. Y las opiniones del británico William Blackstone durante el último cuarto del siglo XVIII. Este, el reverenciado analista del derecho inglés, comparaba a las mujeres con “los lunáticos, los locos, los idiotas, los menores y los extranjeros; los sentenciados por sobornar testigos y por tráfico de influencias y con aquellos que purgaban castigos como resultado de procesos penales”.

En 1861 Juárez propone en su plan de gobierno que “secularizando los establecimientos de utilidad publica se atenderá también a la educación de las mujeres, dándole la importancia que merece la influencia que ejercen en la economía y en la sociedad”. A partir de 1880 algunas ingresan a instituciones de educación superior y manifiestan que deben ser llamadas ciudadanas: ellas y las demás.

En México los hombres no han tenido gran preocupación por la competencia política femenina. El núcleo familiar de las élites de poder económico, político y social ha garantizado que las mujeres provean los nuevos machos en cuyo derredor giran las abuelas, las mamás, las hermanas, las tías. Las mujeres realizan su comedida misión en la penumbra, bajo el mando de los hombres que ellas mismas forman, alimentan y maleducan. La élite machista mexicana así se reprodujo a lo largo del complejo siglo XIX y continuó reproduciéndose con mayor vigor durante el XX, emulada por las familias de clase media y media superior... Algunas de Las Veintuna de la Fama reiteran que tienen el voto pero no tienen el poder. Ahora van por el poder. Su propósito se derrota a sí mismo. Las mujeres mexicanas de ese estrato social y ocupación, continuarán padeciendo su burocrática medianía mientras no se decidan a transformar su sumisa participación en la formación de los jóvenes leones, tigres, mapaches, feroces depredadores, animales agresivos, golpeadores, intimidadores, incapaces de posponer necesidades y por lo tanto peligrosos adultos inmaduros. La actividad de éstos en la sociedad territorial mexicana se manifiesta en las mujeres golpeadas, en las mujeres asesinadas, en las madres solteras, en las mujeres que sostienen con su trabajo la economía familiar mientras el Rey se echa sus tragos, se tira a quien se le pone enfrente - hombre, mujer o quimera- y azota a quien se atreve a preguntar de dónde viene, por qué tan tarde y sin el dinero de la quincena o de los ingresos del taller o de la tienda.

Salvo contadas excepciones, las celebridades que asistieron al cóctel se han abstenido de proponer como primer paso de su real y eficaz participación política futura, una educación nacional cuya prioridad sea la enseñanza de la historia y la economía y del papel definitorio que hombres y mujeres en calidad de iguales y en gran conjunto desempeñan dentro de ellas.

Las renombradas mujeres del siete de octubre también podrían organizar comandos de activistas y trasladarse a la frontera norte a fin de evitar que crezca el número de muertas en Ciudad Juárez.

Fidel Samaniego destacó una afirmación política de altos vuelos y verdad profunda: ¡Las mujeres no queremos el poder, ya lo tenemos! Habría que agregar que lo que no tienen las del jaez que en mayoría acudió a la reunión de Rosario es educación. Por lo menos la que es indispensable para formar a los niños y a las niñas que nacen en las familias de ingresos medios y altísimos: frenos potenciales del cambio político nacional. Faltan tres días para conocer la conmemoración de las celebridades. Estemos pendientes de la gran soflama.

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