Washington, (EFE).- La pequeñez de la circunferencia craneana al nacer y el posterior crecimiento excesivo del cerebro podrían ser razones clave del autismo, revelaron investigadores de la Universidad de California.
En un estudio publicado en la revista de la Sociedad Médica de EEUU (JAMA), los científicos identifican los primeros signos neurobiológicos del autismo en el primer año de vida un niño y afirman que existe la posibilidad de adelantar el diagnóstico, el tratamiento clínico y una posible intervención quirúrgica.
La amenaza del autismo se presenta en uno de cada 160 niños y es uno de los problemas neurológicos más comunes y graves de la niñez. Se caracteriza por un desequilibrio de la interacción social, la comunicación, el lenguaje y, en algunos casos, la esquizofrenia precoz.
El problema comienza a detectarse a partir de los dos años del nacimiento en los problemas de comportamiento, además de tardanza en el uso del lenguaje, reacciones sociales y emotivas extrañas, así como escasa atención y exploración del ambiente.
Según los investigadores, el crecimiento rápido y excesivo del cerebro en niños con autismo no les permite acumular experiencias y emociones que pudieran guiar su comportamiento normal.
"Sin la guía de la experiencia y el aprendizaje, el cerebro comienza a establecer conexiones anormales que hacen que el niño autista tenga muchas dificultades para entender el mundo que le rodea", dijo Erick Courchesne, profesor de Ciencias Neurológicas y director del Centro para la Investigación del Autismo Infantil de la citada universidad.
El grupo de científicos también descubrió que el crecimiento excesivo del cerebro constituía una especie de aviso sobre la inminente gravedad del autismo infantil.
Las conclusiones del estudio fueron sacadas de los registros médicos de 48 niños de entre dos y cinco años a quienes se les habían diagnosticado problemas vinculados con el autismo.
En todos ellos se hicieron mediciones de la circunferencia craneana en diversas etapas de su primer año de vida y éstas fueron comparadas con otras realizadas en niños normales en el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta (Georgia).
Las comparaciones determinaron que el tamaño de la cabeza de los niños autistas al nacer era un 25 por ciento menor en promedio que la de otros niños.
Sin embargo, en su primer año de vida, estos mismos niños de cabeza pequeña experimentaron un crecimiento rápido, repentino y excesivo del cerebro.
"Este crecimiento ocurre en un lapso breve, entre dos y seis meses. Por ello es que sabemos que no puede haber sido causado por acontecimientos posteriores, como las vacunas, el sarampión o la exposición a toxinas durante la niñez", dijo Courchesne.
"Aunque nadie ha determinado la razón biológica del autismo, estos descubrimientos nos dan información sobre el momento en que ocurre el desarrollo anormal del cerebro", indicó Ruth Carper, investigadora del Departamento de Ciencias Neurológicas de la Universidad de California.