Con el Auditorio del Pueblo impregnado de olor a incienso tras la procesión del Santísimo Sacramento, católicos y el predicador Darío Betancourt oraron por la sanación y pidieron por la recuperación de los enfermos del corazón, de cáncer, de la columna, la cabeza, de dolores en las piernas y otros padecimientos, ayer durante la jornada de clausura del Encuentro de Pentecostés 2003.
Los católicos adheridos al Movimiento de Renovación Carismática en el Espíritu Santo alzaron sus manos, brincaron, cantaron al son del conjunto musical y pidieron por la sanación de todas las personas, no sólo en el terreno de la salud física, sino también en el ámbito espiritual.
Niños y adultos en sillas de rueda, otras personas con diversos padecimientos presentes en el Auditorio del Pueblo, recibieron las oraciones de sanación, pero además tuvieron la oportunidad de tocar al Santísimo Sacramento durante la procesión que se efectuó en el interior de este domo.
Las madres levantaban a sus hijos pequeños de las sillas de rueda y con fervor los acercaban al paso del Santísimo, mientras que la oración por la sanación llegaba a puntos de alta devoción entre los asistentes a este encuentro católico.
El obispo auxiliar Juan de Dios Caballero Reyes encabezó la procesión, en tanto que el padre Betancourt organizó la dinámica de plegarias por la sanación de los enfermos. De manera particular, hizo énfasis por aquéllos que padecen de algún cáncer y del Síndrome de Inmunuficiencia Adquirida -sida-.
El predicador Betancourt sostuvo que los hombres y mujeres de hoy pueden tener muchos pecados y ser presos del orgullo y la soberbia. Sin embargo, la misericordia de Dios y la capacidad de amar es superior a este tipo de comportamientos.
Dijo que los católicos deben llamar la presencia del Espíritu Santo en sus vidas, para ampliar su capacidad de dar amor, de actuar con fe y de asumir con valentía los compromisos de lo cotidiano y las actividades pastorales de ia Iglesia.