Terminó la Liga Mayor de Beisbol de La Laguna con el título para Carta Blanca de Matamoros y un gran voto de credibilidad para el mejor circuito que se juega en la región, después de la Mexicana de Verano.
Con la serie favorable a Matamoros, tres triunfos a uno, el quinto partido se realizó ayer en Francisco I. Madero; para el visitante sí había mañana, pero no así para el local; una derrota matamorense habría provocado un sexto juego para hoy domingo, seguramente ante tres mil aficionados en el Parque de la Sección 35, con el respectivo ingreso extra por conducto de la venta de cerveza.
Pero la tropa de Santiago Pérez y Víctor Sosa fue con todo en busca de la victoria y ésta llegó merecidamente, para terminar con todo tipo de especulaciones que pretenden poner en tela de juicio la calidad moral de la Liga Mayor de Beisbol y de los directivos que la integran. Ayer ganó Matamoros y es un digno campeón, ganaron los aficionados, el propio Rey de los Deportes y la credibilidad de un circuito serio que nació bajo la tutela de El Siglo de Torreón hace 54 años.
Toda proporción guardada, lo que sucedió en la Liga Mayor de La Laguna se asemeja a lo que este mismo calendario se dio en la Mexicana del Pacífico y anteriormente en las Ligas Mayores; Matamoros, Cañeros de Los Mochis y Angelinos de Anaheim fueron los principales protagonistas.
En el arranque de la “Gran Carpa”, los Serafines eran un equipo gris, con más derrotas que victorias y destinado, como había sido su costumbre, a los últimos lugares. Poco a poco el manager, Mike Scioscia encontró la fórmula del éxito y llevó al equipo a la postemporada, en calidad de “comodín”, en el primer play off eliminaron a los Yanquis de Nueva York en cuatro juegos y a partir de entonces el equipo de Walt Disney parecía listo para vencer a cualquiera, como finalmente sucedió, para convertirse en campeón de la Serie Mundial de 2002.
Posteriormente fue el turno de Cañeros de Los Mochis, en la Liga Mexicana del Pacífico, un circuito muy corto que obliga a los equipos a cambiar de manejador cuando las cosas no se dan y ese fue el caso del conjunto verde, que inició bajo la dirección de Mario Mendoza, que al acumular marca de 2-11 en ganados y perdidos, fue cesado, para dar paso a la llegada de Juan Francisco “Chico” Rodríguez, el segunda base del equipo cañero en 1984, cuando la franquicia había logrado el último título de su historia.
“Chico” Rodríguez había recibido la nominación como Manager del Año en la Mexicana de Verano, con Tecolotes de los Dos Laredos y ahora ratifica su categoría como estratega, en la fuerte liga invernal, para colocarse en la Serie del Caribe, a donde llega junto con su equipo, con la etiqueta del “patito feo” de la competencia y desde luego, nada que perder y sí mucho por ganar.
En lo referente a la Liga Mayor de Beisbol de La Laguna, la situación se repitió con Carta Blanca de Matamoros, el peor equipo de la primera vuelta y el último de los ocho participantes, que logró una victoria en el calendario regular. Juan Manuel Pérez entregó la administración del equipo a una nueva directiva, la cual se preocupó por cambiar la imagen del equipo y en base a un buen apoyo económico, se hicieron de peloteros importantes.
Matamoros fue muy diferente en la segunda vuelta y lo realizado le alcanzó para llegar al play off, en el arranque sufrió un tropiezo y avanzó como el mejor perdedor, pero a partir de entonces el equipo jugó gran beisbol, para despachar a los Astros de San Pedro, en controvertida serie semifinal, posteriormente enfrentaron y vencieron en cinco juegos a los Algodoneros de Francisco I. Madero.
Ahora viene el cerrojazo, con la entrega de trofeos correspondiente a la última temporada y sólo algunos premios son seguros; el Trofeo Especial, para los Astros de San Pedro, como equipo de mejor promedio de ganados y perdidos en el calendario regular; el Manager del Año, que será para Santiago “Chago” Pérez y el de los campeones de Matamoros.
Felicidades a todos los participantes en la campaña recién terminada, a los managers, a quienes representan a los equipos en las reuniones semanales, a los ampayers, a Victoriano “Calambao” Hernández y a Raúl Héctor Parra Monsiváis por seguir fiel a su costumbre de buscar la justicia, sobre todo en situaciones tan difíciles como las que en esta ocasión se dieron. Desde luego, un reconocimiento a quienes arriesgan su dinero mediante el patrocinio de un equipo; al ingeniero Mario Alberto Espinosa Marroquín, gran amigo del beisbol y finalmente, no por ser menos importantes, a los aficionados, por su asistencia a los parques en apoyo de lo que una vez más fue una exitosa temporada.