Reuters
WASHINGTON, EU.- Los favores de la Casa Blanca abundaron libremente ayer para los países que apoyaron a Estados Unidos en su campaña contra Iraq, pese a que el presidente George W. Bush siguió buscando la cooperación de los opositores a la guerra, como Francia, Alemania y Rusia.
Mientras se prepara para otra confrontación en las Naciones Unidas para el levantamiento de las sanciones contra Iraq y alcanzar otros objetivos de la posguerra, Bush cortejó a los miembros de la llamado “Coalición de la voluntad” que prestó respaldo militar, político y moral a la guerra encabezada por Estados Unidos para derrocar a Saddam Hussein.
Desde un desayuno con el primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen, hasta un almuerzo con el emir de Qatar, quien ofreció a las tropas estadounidenses una base en su país, pasando por una ceremonia en el Salón Este de la Casa Blanca con siete ministros de Relaciones Exteriores de Europa Oriental por la tarde, Bush rindió el jueves tributo a quienes lo apoyaron en Iraq.
Entre una y otra ceremonia, el portavoz de la Casa Blanca Ari Fleischer anunció que la “buena y confiable aliada”, la presidenta Gloria Macapagal-Arroyo, de Filipinas, será invitada a una cena de Estado el 19 de mayo. Dijo también que el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, había sido invitado al rancho del presidente Bush en el estado de Texas para que pase una noche el 22 de mayo.
Notoriamente ausente estuvo el contacto con los más viejos y tradicionales aliados de Estados Unidos, como Francia y Alemania, que se opusieron firmemente a la invasión a Iraq. Incluso el presidente ruso, Vladimir Putin, a quien Bush elogió como su amigo al principio de su mandato, cayó en desgracia por su oposición a la campaña militar iraquí.