MÉXICO, D.F.- Acompañado de su esposa, el ex futbolista Horacio Casarín llegó a la cancha del Estadio Azteca, donde ayer recibió un cariñoso homenaje con la realización del partido América-Necaxa, que terminó con empate a uno.
Poco después de las 16:00 horas, Casarín ingresó a la cancha del dos veces mundialista "Coloso" de Santa Úrsula a bordo de un carrito eléctrico que lo trasladó hasta el centro del campo, donde una "nube" de fotógrafos lo rodeó para iluminarlo con sus flashes en decenas de ocasiones.
Ahí pegado a la banda del lado poniente, por la raya de mitad del campo, ya lo esperaba también una comitiva de directivos de ambos conjuntos, quienes hicieron entrega de un trofeo circular con la leyenda "Los equipos América y Necaxa rinden homenaje a la leyenda más grande del Futbol Mexicano: Horacio Casarín".
Con zapatos negros, pantalón gris claro, camisa color hueso y chamarra negra de cuero, siempre del brazo de su esposa, María Elena King, el primer gran ídolo del balompié nacional recibió varios objetos de parte de los integrantes de ambos conjuntos ante la lluvia de flashes de más de 50 reporteros gráficos que apuntaron sus cámaras hacia su figura.
Breve fue el lapso de reconocimiento, además que los aficionados, muchos de ellos niños, no conocían a este letal ex delantero de Necaxa, Atlante, España, Zacatepec, América y Monterrey.
Casarín y su esposa subieron nuevamente al carro eléctrico y dieron una vuelta olímpica, mientras los jugadores de América y Necaxa esperaron del árbitro central Armando Archundia el silbatazo inicial.
Los niños que fueron al estadio se enteraron del gran historial del homenajeado a través del sonido local, pues el locutor contó parte de las hazañas del ex artillero.
Aplausos y algunas vivas se escucharon cuando pasó frente a una porra americanista, mientras el sonido de las trompetas del grupo de animación de Rayos lo saludaron cuando pasó frente a ellos, y después vio ondear banderas del equipo de Coapa en la segunda recta, ya para enfilarse hacia la rampa y decir adiós.
La llanta delantera del carro eléctrico apenas había rodado sobre el inicio de la rampa de salida cuando el árbitro decretó el arranque del encuentro de homenaje a Horacio Casarín, quien en su carrera marcó 283 goles.
Además, jugó por México en el Mundial Brasil 1950 y se despidió de las canchas en 1957 enfundado en la casaca del Monterrey.
El ex futbolista se encuentra aquejado desde hace tiempo del mal de Alzheimer y lo recaudado en este encuentro se destinará a su atención médica.