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Robo en despoblado/Las laguneras opinan...

Mussy Urow

“La vida, la historia del mundo, todas las historias particulares se nos presentan bajo la forma de una serie de acontecimientos: actos siempre dramáticos y breves. (...) El acontecimiento es explosivo, tonante. Echa tanto humo que llena la conciencia de los contemporáneos; pero apenas dura, apenas se advierte su llama. (...) El acontecimiento es episódico, pertenece al tiempo corto, a medida de los individuos, de la vida cotidiana; es el tiempo por excelencia del cronista, del periodista.” (Fernand Braudel, historiador francés, La historia y las ciencias sociales, Alianza Editorial.)

En este país, donde las autoridades no terminan de jactarse de la transparencia y el Estado de Derecho, vivimos desde hace casi tres años “ahumados” por una serie de acontecimientos y mientras humos van y vienen se está cometiendo un verdadero asalto contra miles de trabajadores a los que se les descontó por años sus cuotas del Seguro Social.

A diario nos bombardean con acontecimientos: los libros sobre la Señora Martha; las declaraciones de los obispos; el presidente Fox y la libertad de expresión, cuando no de sus frecuentes viajes y su última petición para que México sea el número nueve en el Grupo de los Ocho. Y mientras todos esos humos, que no se disipan porque de inmediato surge otro acontecimiento que provoca más humo, los mexicanos en la ignorancia.

En los últimos seis meses se ha venido gestando, a la sorda, un verdadero asalto por parte de las autoridades federales a miles de trabajadores. ¿Recuerda Usted el SAR (Sistema de Ahorro para el Retiro)? Funcionaba así: todo patrón o empleador debía afiliar a sus trabajadores en el Seguro Social; por ley, debía aportar un porcentaje del dos por ciento según el salario del trabajador y aplicárselo a su cuenta del SAR, más un cinco por ciento de Infonavit. Esta Aportación del patrón representaba un ahorro para el retiro de sus trabajadores. Además de esto, el patrón o empleador pagaba al IMSS otro cuatro por ciento (aproximadamente) para Fondos de Jubilación, que se quedaba en el IMSS. Es decir, que este dinero aportado por el patrón para sus trabajadores, pertenecía a éstos, por ley. Después de algunos años, alguien pensó que lo mejor era introducir las Afores (Administradoras de Fondos de Retiro. i.e. bancos).

Todos los trabajadores de México, “derechohabientes” del IMSS debían estar incorporados a una Afore. Cada quién podía escoger la de su preferencia, pero TODOS por ley, tenían que estar en una. Básicamente funciona igual que el SAR, con algunas variantes y diferente administrador.

Y como sucede en cualquier país tercermundista con aspiraciones de democrático, como es el nuestro, las leyes cambian según soplen los vientos desde Los Pinos, de modo que a partir de enero de este año, salió una nueva ley: todos los trabajadores que tuvieron sus ahorros en el SAR, debían cambiarlos a una AFORE. El límite de tiempo para hacer este cambio era hasta el mes de junio. Ahora bien, si durante el período de tiempo en que el SAR cambió a Afore el trabajador perdió su afiliación al IMSS por despido o cualquier otra razón y dejó de cotizar, y no hizo el cambio oportuno, sus ahorros y los de miles de trabajadores, pasarían a ser propiedad del gobierno. Se calcula que esa suma es de veinte mil millones de pesos.

Existe un organismo, Condusef, encargado de regular lo concerniente a las Afores donde un funcionario le explica a Usted, por ejemplo, los trámites y requisitos que debe cumplir para hacer este cambio. No lo voy a abrumar detallándolos; baste decir que son suficientes para que el mismo Job desista y termine cediendo a las autoridades de la federación el porcentaje acumulado de las aportaciones hechas por su patrón y que por ley le corresponden. Sin embargo siempre hay alguien que se propone seguir los lineamientos del procedimiento sin perder la paciencia, tal vez por aquello de “los necios y cochinos principios” o por un exceso de credulidad e idealismo. Esta persona tan perseverante, consultó con un abogado y un contador y el consejo de ambos fue: “ni le muevas; es caso perdido.” Pero sí le movió y después de interminables trámites, documentos, estados de cuenta, nueva afiliación al IMSS (requisito fundamental) presentó su solicitud, ¿ y qué cree? pues que ya no se puede, resulta que ya es tarde. El procedimiento se ha detenido hasta nuevo aviso.

Esta necia y terca persona decidió hablar con el funcionario de Condusef.

A continuación transcribo conversación telefónica:

-“Licenciado, pero en enero Usted me dijo que tenía hasta el mes de junio y éste todavía no se acaba.”-

-“Efectivamente; pero los bancos ya no pueden hacer el trámite.”-

-“Pero mi SAR está en un banco.”-

-“Pues no, todo el dinero de SAR que estaba en los bancos se pasó al IMSS y ellos son los únicos autorizados para hacer el cambio a las Afores.”-

-“Bueno y ¿qué hago, qué trámite se requiere?”-

-“Ah, pues tiene que ir a su delegación del IMSS y preguntar ahí; aunque deberá esperar a mitad de año a que salgan los nuevos procedimientos.”-

-“¿Y ahorita en qué estamos?”- (mes de junio!?)

-“Bueno, hasta julio o agosto. Ellos (IMSS) deberán implementar la forma para realizar la operación.”-

-“¿O sea que por lo pronto no puedo hacer nada?”-

-“Así es.”-

Esta conversación no es un guión de telenovela, ciencia ficción o realidad virtual. Es REAL. ¿Cuántos trabajadores calcula Usted que dispongan del tiempo (ya no digamos recursos, información, conocimientos, malicia) para enfrentar esta situación? ¿No será acaso (malicia operando) que como el IMSS está quebrado y ya no hayan cómo pagarle a tantos jubilados tuvieron la brillante idea de transferirle los millones de pesos ahorrados por los trabajadores, que perdida su afiliación no han sabido cómo rescatarlos?

¡Ah! Pero es tan reconfortante saber que “en este país vamos muy bien; todos debemos jalar parejo. En el gobierno hay transparencia; estamos trabajando muy duro para sacar adelante a México.”

Es indigno y patético que se engañe de esta manera. Pero todavía es peor aprovecharse y despojar, por no decir robar, a miles de ciudadanos del producto de su trabajo. No se le puede cargar al pasado todos los errores cuando en el presente se están cometiendo otros tantos y todavía habría que analizar la doble moral de quienes se hartaron de acusar y están refinando lo que criticaron.

Sigamos en los humos de los “acontecimientos” cotidianos, que lo importante está sucediendo sin que nos demos cuenta.

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