El País
MADRID, ESPAÑA.- Rebelde, inconformista, Russell Crowe regresa en la piel de Jack Aubrey, el capitán de la Armada británica de Master and Commander. Al Otro Lado del Mundo. La imagen más dura de la oscarizada estrella australiana y su sex appeal contrastan con su sorprendente estabilidad sentimental y su reciente paternidad. Buscamos las razones.
Un viaje a bordo de la nueva película de Russell Crowe se convierte en una aventura inesperada. Sin villano con rostro, sin presencia femenina y como único reto el mar y la naturaleza humana, Master and Commander, de Peter Weir, es un continuo vaivén inspirado en los libros sobre las guerras napoleónicas de Patrick O?Brian. La presencia de Crowe como Jack Aubrey en la pantalla tiene la fuerza de Gladiator (por la que este actor obtuvo su primer Oscar), el espíritu guerrero de Una Mente Maravillosa (por la que fue nominado a los premios de Hollywood por tercera vez tras El dilema) y el poder de su papel en L.A. Confidential, que consagró a este neozelandés a punto de entrar en la cuarentena en la meca del cine.
Su poder erótico es una virtud con la que cuentan muy pocos actores de la cinematografía actual. Su vida privada puebla las revistas del corazón, casado con su novia de toda la vida tendrá un bebé después de las vacaciones de Navidad y, para entonces, este futuro papá habrá convertido su cuerpo en una máquina para pelear en el filme de Ron Howard, The Cinderella Man, la historia del boxeador norteamericano Jim Braddock.
Cuando interpreta a un gladiador, a un genio o a un capitán como en Master and Commander, ¿está interpretando a una parte de sí mismo o deja totalmente a un lado su personalidad?
La idea es meterse en el personaje, así que desde el momento en que empiezas a interpretar, tienes que dejar a un lado cualquier rasgo contemporáneo, sobre todo en una película histórica como es Master and Commander. Pero no es que, de forma consciente, cada vez que interpretas estés pensando en todo lo que tienes que dejar de hacer y olvidarte de ti mismo como persona. Nace de una forma mucho más natural, porque has pasado mucho tiempo investigando sobre el personaje y sobre la época en que vivió.
¿Qué proceso sigue para crear un personaje? ¿Le gusta ensayar antes de empezar a rodar?
En realidad esa decisión la toma el director, yo no decido sobre los ensayos. Obviamente, siempre estoy dispuesto a charlar con cualquier persona del reparto en caso de que quieran preparar algo. Creo que nunca es malo ensayar en los días anteriores al rodaje y siempre tengo en la cabeza un plan de preparación que va unos diez días por delante del plan real de rodaje. O sea, si dentro de diez días tuviera que dar un discurso, estaría preparándolo ahora. Aunque todo puede cambiar, porque al fin y al cabo estás trabajando para un director. En cualquier caso, siempre intento crear un buen ambiente para ayudar a mantener viva en la mente de los actores la fantasía de lo que estamos rodando.
¿Alguna vez se ha preguntado a qué tipo de público va dirigida esta película?
Supongo que si nos preguntamos quiénes son los lectores de los libros hay un alto porcentaje de mujeres, luego no son éstas el público ideal para una película bélica. Creo que hay algo delicioso en la relación entre mi papel, el de capitán Jack Aubrey, y el doctor Maturin (Paul Bettany), en las cosas de las que pueden o no hablar y en quiénes son lejos de sus mujeres, que son actitudes más bien femeninas en ese mundo tan masculino. En esta película hay secretos que esperan ser descubiertos, y creo que eso va a interesar mucho a un público femenino.
¿Representó este papel un reto para usted en el aspecto físico?
Peter Weir decidió que Jack tuviera una preparación física excepcional y no estaba seguro de que yo, con mi tipo de físico, fuera a ser capaz de parecer tan bien plantado como quería que fuese. Además, es muy probable que esta historia no sea la última protagonizada por el capitán y el doctor, sino más bien la primera. Y Peter me lo comentó, pero yo creí que se refería a intentar hacer creíble la historia para los fans de O?Brian cuando en realidad lo que quería decir es que el Capitán siempre apareciera como muy vital. Y eso es lo que intenté en todo momento.
¿Es el ego un factor que aparece cuando sus papeles le obligan a ganar peso? Para El Dilema se echó encima unos cuantos kilos?
En lo que respecta a los personajes, tengo que hacer todo lo que me exijan, independientemente de qué tipo de imagen de mí mismo vayan a dar los periódicos y las revistas. Eso no tiene nada que ver conmigo. Me siento muy satisfecho conmigo mismo como persona y no tengo absolutamente ningún problema en ganar 20 kilos para interpretar a un personaje.
Desde Gladiator siempre es el protagonista.
Siempre tengo una visión general de todo lo que está ocurriendo con la película, no sólo desde el punto de vista de los personajes, sino que siento que formo parte de un proceso creativo. Más que sentirme protagonista, que ha sido una suerte en mi carrera, me preocupa, como he dicho antes, el estado de ánimo del equipo. Mi actitud está muy unida al tipo de papel que estoy interpretando, pero también tiene mucho que ver con animar e implicar a la gente en el proyecto. Cuanto más tiempo dediques a la ayuda espiritual y física y a asegurarte de que todo el mundo se implica en el trabajo, más fácil resulta todo y más cunden las horas, porque todo el equipo está mucho más centrado.
¿Le gustaban las películas de aventuras, como las de Errol Flynn?
No demasiado. He visto muchas, como todo el mundo, y durante este rodaje vimos unas cuantas más. Algunas noches nos las ponían. Vimos Capitán Blood y cosas de ese estilo. Tiene bastante gracia ver ese tipo de películas con un grupo de marinos: cuando la princesa sube a bordo del barco la meten en un camarote con un techo de dos metros y una cama con dintel. Y los 200 marinos que estaban viendo la película con nosotros se ponen a gritar: ?¡Anda ya!?.
¿Cómo ha sido trabajar con Peter Weir?
Ha sido fantástico. Peter me encantaba cuando era joven, me ha servido de inspiración. Tiene unas cuantas películas muy buenas, empezando por La costa de los mosquitos. Decirlo ahora suena un poco raro, pero cuando era pequeño me parecía increíble. Otra es La Última Ola. La vi en el cine con mi hermano y me encantó, porque estábamos acostumbrados a ver los buses rojos londinenses, o los amarillos que llevan a los niños al colegio en Estados Unidos, y de pronto ahí estaba viendo mi propio autobús, en el que iba al cole todos los días, en una calle de Sydney. Para nosotros fue un gran cambio cultural que apareciera esa generación de directores australianos como Bruce Barris, por citar sólo a uno. Peter es muy inteligente, tiene una gran sensibilidad estética y una calidez impresionante y sólo trabaja durante las horas en que trabajaría un caballero, algo que el resto del equipo agradece mucho.
¿Qué ha pasado con The Alamo, su nuevo proyecto con Ron Howard?
Hace un par de años que lo dejamos. Sigo adelante con Cinderella Man, sólo que ya no la dirige Lasse Halström sino Ron Howard. Empezaremos a rodar el 1 de marzo. Es la historia de un boxeador, Jim Braddock. Pero no es una película sobre boxeo, es una película sobre la familia, sobre la relación de un hombre con sus hijos.
¿Diría que L. A. Confidential fue la película que le abrió las puertas de Estados Unidos?
No lo veo así. Es verdad que fue una gran oportunidad para mí, sobre todo trabajar con gente como Kevin Spacey y Curtis Hanson, un director magnífico. Además me hacía mucha ilusión como fan de James Ellroy que soy. Pero jamás intenté robarle la película a nadie, como después se comentó y no quiero dar nombres. Simplemente tenía un buen personaje, uno de esos que saltan de las páginas del guión.
¿Fue agradable la experiencia de trabajar con Kim Basinger?
Kim? ahí tienes a una actriz que encajaba de verdad en el ambiente de L.A. Confidential, con una imagen que es totalmente opuesta a su personalidad, igual que su personaje. Con todas las tonterías que dicen los medios sobre ella, luego aparece sin ninguna pose, en vaqueros y camiseta, y pone una energía tremenda en su trabajo. Estoy convencido de que va a hacer cosas aún mejores.
Después de Una mente maravillosa, Ron Howard dijo que usted no tenía ninguna vanidad. Hay bastantes a los que no les gusta interpretar personajes malos o poco simpáticos de cara al espectador. De hecho, en ese sentido Howard le comparaba con De Niro.
Yo siempre hago lo mismo. Leo el guión y, si inconscientemente empiezo a pensar qué haría en ese momento desde el punto de vista del personaje, me interesa el proyecto, por explicarlo de una manera básica. Pasa lo mismo que cuando lees una buena historia, un buen libro. Te engancha y te metes dentro, y esos son los papeles que quiero interpretar. Sé que mucha gente piensa que mi carrera empieza y termina en Gladiator, pero he hecho muchas otras cosas y nunca me he repetido. Sólo en las entrevistas (ríe).
¿Seguir conservando los amigos de la infancia le ayuda a mantener los pies en el suelo? Porque no se da aires de estrella, parece un tipo normal?
Creo que eso es muy importante. No voy por la vida conociendo a un montón de gente con la tengo muchas cosas en común a todos los niveles, por eso creo que es muy importante que, cuando encuentras a alguien especial en la vida, mantengas el contacto. Esas relaciones tan profundas son muy importantes para mí.
Obviamente hay algo desagradable que rodea Hollywood y me pregunto si?
¡Pero si son ustedes! Eso es lo desagradable. Los veo ahí sentados, intentado hacer esto especial. La mayor parte de la gente con la que trabajo no son como quieren hacerlo ver, son gente seria e inteligente.
¿Sigue teniendo problemas con la prensa?
Todo esto (indica la habitación llena de periodistas) es mi pesadilla. ¿De qué me hablas?
¿Qué recuerda de la noche en que ganó el Oscar por Gladiator?
Recuerdo que mi madre lloró tanto que perdió las pestañas postizas. Pensamos que le pasaba algo raro en el maquillaje, pero luego me di cuenta de que eran las pestañas. Después de la ceremonia no me fui de fiesta. Llevé a mi madre a conocer a Elton John porque le hacía ilusión. Tengo una foto de ese momento en que Elton está muy bien, pero ella parece un cervatillo atrapado. Después volví al hotel porque tenía que volar al día siguiente a las seis de la mañana.
Hay algo que siempre incorpora en todas las facetas de su trabajo: música y cine...
Aprenderme los diálogos y no tropezar con los muebles. No me acuerdo de quién decía eso, pero al final es a lo que se reduce todo. Cuando era joven solía aprenderme los diálogos al revés. En una conversación entre dos personas es posible que ya hayas tomado las decisiones sobre qué vas a hacer. Tienes que tener toda la información y estar preparado y ser muy ligero. Eso te permite estar muy metido en la conversación incluso cuando están grabando al otro actor. En este trabajo estás aprendiendo cosas nuevas continuamente.
Crees que has llegado a un punto en que ya lo has visto todo y de pronto te encuentras con una situación totalmente nueva, por ejemplo con un actor que te habla fonéticamente porque no sabe inglés. De todo eso se aprende. Es un proceso interno. El cine es un medio visual en el que tienes que construir un personaje de fuera adentro, algo de lo que no fui consciente hasta que hice El dilema. Estaba tremendamente incómodo hasta que Michael me dejó raparme el pelo y ponerme una peluca.
Y en cuanto tuve un pelo igual que el de Jeffrey Wigand pude ponerme manos a la obra. Me di cuenta de que independientemente de cómo pensara hasta entonces que se construía un personaje, me resultaba imprescindible conocer su aspecto exterior. Si vas a ser un pirata, ponte un parche en el ojo y eso te ahorrará muchas explicaciones. Así que ahora me concentro primero en eso. He interpretado 22 personajes distintos y se aprende sobre la marcha. Si tengo que elegir entre mis dos facetas artísticas, soy un profesional del cine. Prefiero este medio de expresión antes que la música, que, para mí, es casi un hobby desde la infancia.
Si tuviera que escoger tan sólo uno de esos 22 personajes, ¿cuál sería?
Cada cierto tiempo tengo una conversación parecida. Muchas veces me preguntan si en otra vida sería general. Y contesto que no (ríe). Sería actor. Simplemente he tenido suerte de que en la época en que me ha tocado vivir me pagan por ello y no tengo que andar en un carro de un sitio a otro intentando convencer a la gente de que sabes hacer una interpretación que merece la pena que vean.
Incluso en una época relativamente reciente, como los años en los que vivió Shakespeare, la de actor no era una profesión respetada. Pero yo soy un intérprete, y si me las he arreglado para convencer a la gente de que también podría hacer todas esas otras cosas, perfecto, porque precisamente en eso consiste mi trabajo. Pero la verdad es que soy actor y no sabría dedicarme a ninguna otra cosa. No tengo paciencia para hacer otro tipo de trabajo. Es un planteamiento de vida totalmente distinto. Lo bueno de mi trabajo es que siempre sabes que va a terminar.
Llego, hago algo durante seis meses, termino y me pongo con otra cosa. Y eso es perfecto para mí. Cuando estaba en el Cuerpo de Cadetes del Ejército, ver a 400 personas alineadas con el mismo uniforme no era un momento de disciplina, sino una oportunidad para la comedia. Pasé la mayor parte del tiempo arrestado, mientras todos los demás se divertían jugando a ser soldados. Conmigo no había manera. Éramos 400 en la alineación y todos iban a la izquierda. ¡Y yo quería ir a la derecha, caramba!
Cuidado con Russell
Actor con mucho carácter y capaz de interpretar personajes del pasado, del presente y del futuro, el oscarizado Russell Crowe ha demostrado su arte en papeles como el de asesino virtual en Virtuosity o el de General Máximo en Gladiator.
-Russell Crowe empieza su relación con el séptimo arte siendo muy joven. Sus padres se encargaban del servicio de catering en rodajes de películas y, a menudo, iba con ellos para ayudarles. Sus primeros pasos artísticos fueron en un show de una televisión australiana como niño estrella.
-Su reconocimiento internacional llegó con dos películas: Romper Stomper, que le valió el respeto de la comunidad cinematográfica australiana, y Nosotros dos, que hizo que empezaran a hablar de él en la industria americana.
-El azar quiso que Sharon Stone oyera hablar de la brillante actuación de Crowe en Romper Stomper. Acto seguido, la actriz le reclamó para que apareciera en su película Rápida y Mortal, film que le abrió definitivamente las puertas al cine norteamericano. Poco después, consiguió un importante papel junto a Denzel Washington en Virtuosity, donde Crowe protagonizaba a un asesino en serie virtual. A partir de ahí empezaron a lloverle ofertas millonarias difíciles de rechazar.
-Su filmografía incluye títulos de la talla de L.A. Confidential, exquisita película sobre corrupción policial ambientada en Los Ángeles de los años 50. Este film tuvo mucho éxito y, aunque la crítica destacó la interpretación de Crowe, el actor no consiguió la nominación a los Oscar en aquella ocasión.
-Pero no tendría que esperar mucho para poder optar a las deseadas estatuillas: la Academia le nomina en tres ediciones consecutivas por sus papeles en El dilema, Gladiator y Una mente maravillosa. El resultado: una dorada estatuilla en la estantería de su casa por su magnífica interpretación de General Máximo en la épica Gladiator.
FUENTE: Agencias