EL PAÍS
Bagdad, IRAQ.- Al menos dos personas a bordo de un vehículo cargado de explosivos arremetieron ayer con una comisaría de policía en un conflictivo barrio de Bagdad causando la muerte al menos a nueve personas y heridas a varias decenas. Se trata del atentado más grave perpetrado en la capital iraquí -después de la voladura de la sede de Naciones Unidas el pasado 19 de agosto-, cuando se cumplen seis meses de la entrada de las tropas de Estados Unidos en Bagdad y la huida del entonces presidente, Saddam Hussein.
La comisaría de policía estaba situada en el barrio denominado hasta la caída de Bagdad como Ciudad Saddam y rebautizada luego como Ciudad Al Sader, en honor a un prestigioso clérigo shiita asesinado por el régimen de Saddam. A las ocho y media de la mañana, una camioneta de mediano tamaño embistió contra las precarias barreras que impedían el acceso al complejo, pudiendo llegar a situarse junto al edifico principal donde estalló apenas segundos después.
En ese momento en el interior de la comisaría se celebraba una reunión a la que asistían la mayoría de los agentes destinados en la zona. ‘Se trata de una reunión diaria, pero los que hicieron esto lo sabían. Alguien les ha pasado la información’, señalaba Ramid Mashi, un vecino de la zona. A pesar de estar repleta de policías, la mayoría de víctimas, en concreto seis, son civiles que en ese momento esperaban a ser atendidos. Entre los uniformados hay dos víctimas mortales.
Tras los primeros instantes de confusión, con ambulancias atascadas que trataban de abrirse paso hasta los restos del edificio, varios soldados estadounidenses a bordo de vehículos acorazados llegaron al lugar e intentaron establecer un cordón de seguridad a lo que los congregados respondieron a pedradas. Inmediatamente por toda la barriada, en la que se hacinan en precarias condiciones casi dos millones de personas, comenzaron a recorrer las calles de Ciudad Al Sader, gritando consignas contra Estados Unidos, los países occidentales y exhibiendo fusiles de asalto. Algunos vecinos aconsejaron a los extranjeros que abandonaran el lugar ante la posibilidad de que se repitieran agresiones como las sufridas por varios periodistas estadounidenses en algunas manifestaciones desde hace dos semanas.
Ciudad Al Sader es un feudo controlado por los islamistas donde las tropas estadounidenses apenas hacen acto de presencia. De entre sus calles surgieron la mayoría de los autores de los saqueos que sumieron a la ciudad en un caos apocalíptico hace seis meses.
Desde hace unos diez días han comenzado a volver a verse a vecinos de esta zona en diversos incidentes violentos, como la batalla campal registrada en la plaza de Damasco en pleno centro de la ciudad hace una semana.
y las fuerzas de seguridad iraquíes contemplan como uno de los peores escenarios el que decenas de miles de desesperados vuelvan a abalanzarse sobre el resto de la ciudad. Tal vez por ello, el líder radical, Moqtada al Sader, nieto del religioso que da el nombre a la barriada y profundamente antioccidental, hizo un llamamiento a la calma. Al Sader, que con 31 años, controla una milicia llamada Ejército del Mesías, elogió además la labor de los policías iraquíes. Sus palabras tuvieron eco, aunque con un ambiente tenso, no hubo incidentes graves.
El atentado suicida de ayer supone un peldaño más en la ya larga escalera del terror en Iraq. Desde ayer el objetivo es cualquier iraquí que tenga cualquier tipo de relación, aunque sea mínima con la nueva administración que los estadounidenses están levantando en Iraq. Fuentes militares estadounidenses manejaban la hipótesis de que los autores del atentado pertenezcan a círculos cercanos al ex dictador iraquí, dado que Ciudad Al Sader es un polvorín shiita cuyo estallido puede desestabilizar a toda la ciudad. La noticia de la acción suicida y del asesinato de un diplomático occidental, el español José Antonio Bernal, causaron inquietud en el resto de la ciudad, que cuenta con cinco millones de habitantes y donde a media mañana el tráfico era extrañamente fluido, en una hora caracterizada normalmente por los atascos monumentales.