Con eso de que cada político inventa su propio método de matar cucarachas, los aspirantes a la candidatura del Partido Revolucionario Institucional andan que vienen y que van, jicotillos en pos de doña Blanca.
Recientemente el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velasco, organizó en su entidad un congreso internacional de alta cultura, en el cual demostró su capacidad de movilidad en los medios sociales y culturales más acreditados del orbe; por su parte el mandamás del estado de México pudo haber contratado la asesoría del inefable Porfirio Muñoz Ledo, hoy embajador de México ante la Unión Europea, para reunir en Toluca al grupo Biarritz, crema y nata de la intelectualidad europea, cuyos integrantes fueron convocados a reflexionar sobre el destino mundial.
Dichos eventos fueron inocentes comparados con el que ahora perpetran Manuel Ángel Núñez Soto y Roberto Madrazo Pintado, líder nacional del PRI, quienes enarbolan el estandarte de una reforma priista radical. Esos que llegaron a los cargos de responsabilidad pública prometiendo a los electores que atenderían las ingentes necesidades de las clases depauperadas, desenmascaran ya sus intenciones de destruir al partido que propugna la justicia social: el PRI.
Varias cuestiones preocupan al ideólogo Núñez Soto: “¿Debe o no mantener el PRI su identidad como organización postulante de la revolución institucional? ¿Una revolución institucional sigue siendo relevante, o no, en el nuevo siglo? ¿Debe seguir girando el PRI en torno de la Revolución Mexicana como punto referencial de la actividad pública del Estado mexicano moderno? ¿Se debe iniciar, o no, un proceso de reafiliación y renovación de la militancia priista mexicana? ¿Deben o no las estructuras afiliadas al PRI los sectores fortalecer su democracia interna y suscribir un nuevo proyecto de nación para mantener su pertenencia al partido? ¿Debe o no co goberar el PRI? y sobre todo: ¿tiene o no tiene el PRI una reforma pendiente?”.
El móvil puede verse en la siguiente pregunta, que destella en el vértice del dicho círculo tautológico: ¿Cumplió ya la Revolución Mexicana su ciclo histórico y debemos desecharla como bagazo al que se le extrajo todo su jugo en noventa años de existencia?
Tal es, en apariencia, la verdadera intención. El PRI dejó de servir a las ambiciones de poder de la nueva clase política. La palabra revolución les suena demagógica y anhelan un nuevo contrato social y una diferente política exterior para crear un nuevo partido -lo llaman proyecto político- “que implique incluso un giro de ideología”...
¡Vaya! apareció el peine. Se trata de arrasar con la historia, los principios ideológicos, los programas sociales y la militancia. Asoman sus narizotas los científicos porfiristas desde la cueva donde estuvieron escondidos más de cien años. Lo que vale no son los objetivos sociales, sino las metas personales. Y definen: “La diferencia entre la simple efectividad electoral y el triunfo del proyecto político de cualquier partido, especialmente del PRI, dependerá de la construcción de un nuevo proyecto social que unifique a la ciudadanía”.
¿Y esto surgió de dónde? En realidad se estaba esperando. En los gobiernos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo nació la desvergonzada intención neoliberal de acabar con el PRI. Su ideología de justicia social no empata con las tesis tecnocráticas neoliberales. Sin embargo fue necesario mantenerlo latente hasta lograr el asalto del Palacio Nacional, del Congreso de la Unión y hasta donde fuera posible de la Suprema Corte de Justicia, de los gobiernos de las entidades federativas y de los municipios.
El objetivo inmediato: hacer perder al PRI una elección presidencial, lo cual se logró en el año 2000. Colaboró a ello un desleído candidato priista –Labastida- un presidente ajeno a toda sensibilidad social y política -Ernesto Zedillo- y una dirección nacional tricolor, obsecuente con el autoritarismo presidencial.
Algo falló: la militancia del PRI ganó la mayoría de curules en el Congreso de la Unión y paró las reformas estructurales y las expoliaciones fiscales que intentaba el nuevo mandatario panista. Desalentados los promotores del antipriismo reacomodaron el entorno político, a la espera de la nueva oportunidad en las elecciones de diputados del 2003, pero en éstas también se levantó el PRI con la mayoría de la Cámara Baja aunque la República sigue sin ver claro.
Hace poco, el gobierno y los coordinadores del PRI y del PAN en la legislatura anunciaron la reforma fiscal y energética. La señora Gordillo, que encabeza a los diputados del PRI, intentó una maniobra de sorpresa para lograr la aprobación de estas medidas estructurales y fiscales, pero sucedió que más de cien diputados salieron en defensa del pueblo: la actitud de Gordillo y seguidores atentaba contra la declaración de principios del PRI y ellos no convalidarían ese atraco.
Nueva vuelta a la tuerca: Si la ideología priista se opone, acabarían con la ideología. ¿Qué el PRI se resiste, con base en sus documentos ideológicos y programáticos, al intento de expoliación económica de los pobres que significa cobrar el IVA a las medicinas y a los alimentos?
Ah, pues entonces hay que cambiar los tales documentos para acomodarlos al nuevo estilo de gobernar. Es la forma en que el gobernador de Hidalgo busca convencer a los mexicanos de que es el candidato ideal del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia del país, Madrazo y él proponen matar al PRI, o generar un almodrote electoral sin principios.
Les interesa, sí, conservar el modelo estructural en que se mueve la militancia del PRI; pero también acabar con su ideología y programas. Así continuaría la ejecución del proyecto neoliberal del salinismo, tan generoso en la entrega de nuestra sangre a los financieros del mundo.
Ahora vemos en concreto que habrá reforma energética y reforma fiscal y ¿saben con qué fin? Cubrir los diferidos rescates financiero y carretero de Zedillo con los 100 mil millones de pesos que persiguen recaudar. En esa aventura de galeotes andan que queman habas nuestros ínclitos hombres públicos, a quienes le ideología les vale pura m....