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Santo Niño Aguanaval / 'El agua nos llegaba hasta la cintura' / Habitantes caminan por lodazales después de la tromba del viernes.

POR CECILIA AGUILAR ACUÑA

EL SIGLO DE TORREÓN

MATAMOROS, COAH.- Los habitantes de Santo Niño Aguanaval caminan por sendas de lodo y charcos de agua estancada que dejó la pasada tromba registrada el pasado viernes. Casas humedecidas, techos que se vinieron abajo, fosas destruidas y muebles inservibles, fue el resultado de la tormenta.

Poco más de dos mil quinientas personas vieron cómo las calles se inundaban. Principalmente el “barrio de los pozos”, como es conocido por sus habitantes. Esta área forma una especie de L, ahí poco más de 25 familias se vieron afectadas porque el agua, según dicen los vecinos, “nos llegaba hasta la cintura”.

Martha Alicia Barrientos Medina, quien junto con dos hermanos tienen ubicadas sus casas en el área más baja del poblado y por ende, es la más afectada, plática cómo el agua entró hasta su vivienda permitiendo que sus muebles se destruyeran.

Luego de relatar que el techo de un cuarto de la casa de su hermano Aarón se vino abajo y que acabó con su mobiliario, expone que en la propia, está por pasar lo mismo, pero en la cocina, “además de que los colchones, sillas y demás mobiliario, están remojados y temo que se echen a perder”.

Por su parte, Verónica Gómez relata que la lluvia que inició a partir de las tres y media, prestó sosiego hasta como las cinco y media de la tarde, después empezaría con igual intensidad a las nueve media de la noche, “fue un viernes inolvidable, pues siempre recordaremos cómo, sin más, acatamos a tomar en nuestros brazos a los niños y correr para protegerlos”.

Pese a que hay muchos amantes de lo ajeno en el ejido, dicen las vecinas afectadas que nadie acató a llevarse sus cosas, “aquí la cosa era ponerse a salvo, lo material salía sobrando”.

Hace tres años otra tromba acabó con muchas viviendas, “ésta estuvo dura, pero aquella vez el agua corría en forma descomunal”, relatan entre risas que un burro y una señora fueron arrastrados por la corriente de agua, “el dueño del asno era el suegro de la mujer, pero nosotros vimos con sorpresa cómo a él solamente le interesaba salvar al animal... obra de Dios que la señora se atoró entre unas ramas y pudo salvarse”.

En una mañana soleada cuyos rayos se reflejan en la laguna de agua estancada, la comunidad de Santo Niño Aguanaval todavía comenta con asombro y pesar lo que les sucedió. La gente camina entre las sendas empantanadas y habla sobre la necesidad de mayores apoyos para evitar otra inundación.

Los recursos económicos de algunos les permitieron comprar más hule, láminas, cartón o madera para proteger sus techos, los más claman a las autoridades correspondientes ayuda: “Nuestro Edil se mostró benévolo, vino y dejó ‘dispensas’ y hule, pero él sabe que necesitamos más que eso”.

Más apoyo...

La comunidad de Santo Niño Aguanaval solicita mayor apoyo a las autoridades correspondientes, ya que más de 25 viviendas se vieron afectadas, además de hule para cubrir los techos y despensas, requieren:

· Material de construcción para rehabilitar los techos.

· Que los pozos donde antes se extraía tierra para hacer adobes, sean recubiertos.

· Que se construya un canal donde el agua pueda seguir su curso y no afecte a las viviendas.

· Un pequeño puente peatonal.

· Levantar el bordo donde antes pasaba la vía del tren.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón

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