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Sanz sigue siendo el mismo

El País

Madrid, España.- La entrevista puede esperar: Alejandro Sanz quiere darse un paseo en su lancha y suena apetecible. No puedo proporcionar datos técnicos pero la pulida madera de la bestia motorizada exige descalzarse: “Los que se asombran de que viva en Miami deberían probar esta experiencia”.

Conducirla no exige ningún examen, explica, recordando aquel hispánico escándalo sobre cómo había conseguido su licencia de conducir en Gibraltar. Alejandro sirve de cicerone: según navegamos, señala las mansiones de vecinos como Lenny Kravitz, Ricky Martin, un Bee Gee, Enrique Iglesias diversos potentados musicales.

Hasta nos acercamos a lo que considera “la casa más fea del mundo”, una fantasía de Transilvania que atrae a botes y veleros. Curioso: penetran las miradas de los otros barcos que cruzamos, como si todos quisieran controlar a los demás miembros de la hermandad del mar.

Y salimos a mar abierta, entre boyas que señalan las invisibles pistas marítimas. Podríamos olvidarnos de la entrevista, sugiero, irnos hasta La Habana, le presentaría a gente interesante. “No creo que fuera bien, ya se sabe por aquí que he hecho canción contra Castro”. La embriaguez del aire salado me hace soltar más tonterías: “Yo estaba esperando más... ‘Miami vice’”. “¿Quieres ‘Miami vice’? ¡Encantado!”.

La lancha comienza a describir tremendas curvas. Vuela por encima de las olas y cae con un golpe brutal. Me aferro al parabrisas e intento olvidar las historias de panolis que se fracturaron miembros o que cayeron al agua entre tiburones. Sonrisa petrificada, esfínter contraído. Siempre paranoico, me pregunto si la demostración pretende atemorizar al reportero picajoso. No. Ya en tierra, Alejandro, a sus 34 años, resulta ser un anfitrión encantador, pendiente de las necesidades del visitante y gustoso de mostrar su casa. “Vino el otro día un ‘mafias’ queriendo comprármela: ‘Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar: diez millones de dólares’. Le respondí: ‘Mal empiezas, macho’. Sería un buen negocio pero no tengo ganas de trasladarme”.

Las habitaciones tienen el aire aséptico de la decoración minimalista. Sólo los premios Grammy y algunos instrumentos por los rincones –¡un sitar!– recuerdan que allí vive un músico. No está Jaydy Mitchell, su esposa, desplazada a Madrid para testificar en el juicio contra una de las (odiadas) revistas del corazón, que publicó una foto de su hija de dos años. Ella, Manuela, resulta ser una criatura deliciosa, con la que hago buenas migas.

Nos escapamos hacia su estudio, una torrecilla anexa. Saxo, piano, guitarras, teclado, cajón, ordenador. “Era una habitación para el servicio y ahora es mi lugar de trabajo, aunque quiero hacerme algo más grande”. En contraste con el resto de la casa, una maravillosa leonera. Están las cajas de la discografía completa de Gilberto Gil y Caetano Veloso, pero Alejandro quiere enseñarme su colección de AC/DC, y esto me recuerda la carta de un lector de Rolling Stone que denunció un error de Alejandro al citar una canción de un disco de los borricos australianos.

Atención: Alejandro evidencia estar al tanto de todo lo que se publica sobre él. “Por las mañanas, leo los periódicos españoles vía Internet. Veo TVE Internacional: entre Jara y sedal y Pueblos de España, interesantísimos programas, también dan informativos”. Intento recordar si he escrito alguna impertinencia sobre él en los últimos tiempos. Una interrupción: llama Paco de Lucía. Debería largarme pero me quedo, un tanto pasmado. Paco, debe saberse, gusta de ejercer de Genio en la Reserva y no resulta trivial que haya grabado con Alejandro y que pida su ayuda para su próximo disco.

-Asombra el respeto que te tienen los flamencos. Hasta Capullo de Jerez te menciona en una canción...

Agradecen que ponga el flamenco en su sitio. En España no se ha querido el flamenco hasta tiempos recientes. Cuando yo empecé, alguien de Warner me ordenó que nunca hablara de flamenco, como si fuera un vicio terrible, y que tomara clases de dicción para perder el acento andaluz. Le respondí: “Si insistes en eso, has perdido un artista”. En mi primer concierto, en el pabellón del Real Madrid, puse a 5,000 chavales a tocar palmas por bulerías. Los flamencos saben que sólo aspiro a ser un buen aficionado, que nunca podré cantar como Capullo.

-Leí una entrevista donde remachabas que eras flamenco. Y que “ser flamenco es no gastarse 10,000 pesetas (60 dólares) en un taxi”.

Son dichos. Ser flamenco es... no gastarse 10,000 pesetas en copas con un guardia civil, aunque depende del guardia civil. Ser flamenco es no despertarse a las ocho para ir a la oficina. Ser flamenco es vivir con mil pesetas, ya que sabes ir a los sitios donde te van a tratar bien. Tal vez lo entiendas si traduces “flamenco” por “cool”.

-¿Qué es lo más flamenco que has hecho últimamente?

Vi en una revista una foto donde Antonio Carmona empujaba el coche de su mujer. Encargué que la ampliaran y que hicieran camisetas con una frase alusiva. Se las mandé a los otros Ketama para que se las pusieran la próxima vez que quedaran con Antonio. La guasa es algo muy flamenco.

-Pero tuviste una fase heavy...

Mi grupo heavy se llamaba Hiroshima. Tocamos en vivo dos veces, un carrerón. Según creces, relativizas las músicas que te marcaron. Deep Purple me suenan ahora vacíos. La otra noche escuché Smoke On The Water cuando volvía del estudio con Carlos Rufo, amigo mío de esa época, al que había llamado para que tocara en un tema. Nos miramos: “Vaya, ¿de verdad eran tan malos?”. Ahora ya no te fías de según qué virtuosismo. Por el contrario, AC/DC nunca presumían de nada y siguen siendo válidos. Tú oyes AC/DC y te dan ganas de comprarte una Harley, vivas en el barrio de Salamanca o en el de Moratalaz.

-Tú eres un chico de Moratalaz, ¿Era duro tu barrio?

¡La de veces que nos paraba la policía! Y las peleas... Tenías que demostrar que eras capaz de partirte la cara con quien fuera. Había navajas y hasta pistolas. Pedrito el Electrónico fabricaba unas “pipas” que disparaban tornillos. Yo tuve una de ésas durante un tiempo que estuve amenazado.

-¿Y te quedan amigos de aquella época?

Algunos murieron. Por el jaco, en atracos, en accidentes. Todavía recuerdo ir a 180 kilómetros por hora por Vallecas: te jugabas la vida, lo único que tenías. Así que me molesta cuando me encuentro bobos que se creen que soy un niño bien, que lo he tenido muy fácil. Yo hasta debí actuar en locales de alterne, ante prostitutas y camioneros...

-Hace unos días, estuve viendo a los Rolling Stones en el Vicente Calderón, Donde tú ya has tocado...

Sí, y les copié lo de la pasarela hasta el centro del campo. Bueno, ellos antes se lo habían copiado a U2. El primer concierto de mi vida fue uno de Serrat en Algeciras. Yo estaba abajo y pensé: “Un día estaré en su lugar”. Creo que puedes hacer con tu vida lo que quieras, basta con que lo interiorices. Cuando lo de los Stones en el Calderón, el rock aún era salvaje: había un bidón de calimocho y bebíamos por una goma. Maravilloso. Cuando actué, recordé al público que yo les había visto allí...

-El caso es que mick Jagger dijo, en castellano: “a mover el esqueleto”...

Ya. Pero si lo hubiera dicho en inglés... Somos demasiado críticos, no perdonamos algunos clichés.

-Otro cliché: que Alejandro se ha distanciado, que está en Miami para hacer “crossover”, para cantar en inglés.

Solía decir que no saber inglés me hacía más libre, hasta que un día descubrí lo maravilloso que es para cantar. Ojo, también el portugués o el italiano. Si hubiera tenido seis meses más, seguro que habría hecho una versión en inglés de No es lo mismo.

-¿Y no te da miedo el país en que vives?

¡Me da miedo el mundo en que vivimos! Este país manda en el mundo y hace cosas terribles. Se han acostumbrado a que la libertad es una estatua en Nueva York y les han recortado las libertades. Ves las cosas terribles que hacen los policías, primero disparar y luego preguntar. Pero la verdad es que la única vez que tuve una bronca con un poli fue en España. Un tipo que vino a por mí cuando me vió dando un beso a Alba Molina (la cantante de Las Niñas e hija de Lole y Manuel fue su novia hace años) en la calle: “¡Eso lo haces en tu casa!”. Imagínate...

-Aquí, ¿te persiguen los paparazzi?

Sacan fotitos desde el agua, a quinientos metros. Esa prensa es lo peor de España. Nunca me había encontrado con gente tan mala, tan falta de escrúpulos. Y tienen el poder: hablan antes y más fuerte que tú. Aun así, no van a manejar mi vida, les llevaré a los tribunales las veces que sean necesarias. En mi juventud, el ser cotilla era lo peor: ahora, sin embargo, se lleva con orgullo.

-Son alucinantes: A Julio José Iglesias le destrozaron llamándole “Julio Julai”. Y ¡eran periodistas gays!

¡Exacto! Y creo que, en música, Julio José tiene ideas más frescas que su hermano Enrique. Respecto a atacar a una persona por su orientación sexual, yo sé mucho de eso. Si fuera homosexual, ya habría tenido mil ocasiones de declararlo.

Seguir ahora en el armario... Vamos, ni que estuviera enganchado al alcanfor o que fuera un espejito de cuerpo entero. Hay una utilización perversa de la sexualidad, como arma arrojadiza. Te acusan de homo y, si intentas decir que no, la brigada de los mariquitas organizados te pone a parir. Nada tengo que esconder. Y si lo tuviera, es mi problema. Pero te desmoraliza comprobar que la gente quiera creer lo peor: toda España tenía una amiga que era prima de la vecina de la enfermera que me había tratado cuando me desgarraron no sé qué...

-A pesar de todo, aquí estás. Haciendo un disco no muy “alejandrino”, que demuestra tu grado de libertad.

Te ganas la libertad que tienes, nadie te regala nada. Yo debí convencer a mi oficina, a mi discográfica para que me dejaran hacer este disco. Les dije: “¿Es que pensáis que voy a echarlo todo por la borda?”. Yo quería a Lulo Pérez como productor, y para ellos sólo era el trompetista. Me sugerían a Quincy Jones y Teddy Bautista me advirtió: “Tipos como Quincy hacen los discos a costa de las dudas del artista”. Así que decidí tirar adelante, coproducir con Lulo.

Nunca he hecho nada que no quisiera hacer. Lo de Alejandro Magno... yo tenía 18 años y era eso lo que me apetecía. Si ahora lo oigo, puede que me parezca horroroso, pero ése era yo entonces. Detestaría ser uno de esos artistas famosísimos que todavía dependen de lo que les digan los demás.

-La pobre Celia Cruz siempre se quejaba de que no le permitían grabar un disco de boleros.

No, eso no lo entiendo. Tantas veces te encuentras con artistas que están haciendo cosas que no quieren... Lo más importante de la vida es aprender a decir “no”.

-Ya no trabajas con “Capi” ni con tu anterior productor, Emanuele Ruffinengo. ¿también es necesario a veces desprenderse de los antiguos colaboradores?

Bueno, Capi (Miguel Ángel Arenas, el “descubridor” de Alejandro) decidió que ya no podía seguir conmigo. Sigo pensando que es único para lanzar a un artista nuevo, es el gran motivador. Ahora él va a sacar un libro de anécdotas que vivió conmigo. No hay problema.

No tengo problemas de conciencia por cambiar de gente: mi decisión es buena para ambos. A Ruffinengo nadie le conocía, sólo había trabajado con Ornella Vanoni, y le coloqué entre los grandes. Ahora apuesto por Lulo. Este disco es su presentación en sociedad. Duro para mí: Lulo es muy intenso, como buen cubano, y quería meterlo todo, como si fuera el disco de su vida.

-¿Hubo mucha pelea?

Los productores deben aceptar mis particularidades. Por ejemplo: yo compongo improvisando, aquí mismo. Luego, sobre esa voz de maqueta, se graba. Muchas veces, esa voz es la que queda. Tiene la emoción de la espontaneidad. Horario flamenco: cuatro de la mañana. Cada vez odio más los estudios, me parecen oficinas. Además, la claustrofobia... ¿Por qué siempre se hacen en sótanos, como si fueran un lugar para cometer crímenes? Bueno, a veces sí que se cometen (risas).

-¿Qué cosas no perdonas de un colaborador?

Recuerdo un disco con Niña Pastori. Allí rompí con Paco Ortega, cuando comprobé que estaba “pegado” en flamenco y que carecía de humildad para reconocer su ignorancia. Tampoco perdono a los músicos del montón que critican a los que triunfan. En España se usa mucho lo de descalificar a alguien para aliviar tu propia mediocridad. A mí me han llamado “moña” tipos que desafinan hasta cuando hablan.

Aconseja a mexicanos

Antes de visitar México para presentar su más reciente disco No es lo Mismo, el cantautor español Alejandro Sanz pidió a los mexicanos “que luchen por sus creencias, que luchen por lo que piensan y que siempre den su opinión y no se callen ante nada”.

-Sanz regresa al mundo discográfico con un material que tiende a romper los esquemas de las clásicas canciones de amor que lo dieron a conocer, incluso en una de las frases del sencillo No es lo Mismo, que da titulo al disco, dice “me vale ma...”.

-¿Qué le vale a Alejandro Sanz? “Me valen ma... las críticas gratuitas y todo lo que sea criticar por criticar sin ningún tipo de sentido, eso me vale”.

-Un Sanz reconfortado por las sonrisas y palabras que le regalaron sus admiradoras, que llegaron no sólo para “apapacharlo” sino también para refrendarle su apoyo, no olvidó la humildad que siempre lo ha caracterizado y atendió a cada una de las jovencitas en una famosa tienda de discos de la ciudad.

-El cantante firmó todos los posters y discos que le llevaron, incluso accedió a tomarse algunas fotografías. “Me da gusto que les haya gustado el disco, uno siempre trabaja para ofrecerles lo mejor. Yo trabajé mucho en este material y bueno, aquí está la recompensa”, señaló.

-Alejandro fue recibido por cientos de adolescentes, quienes con gritos, pancartas y posters quisieron mostrarle su cariño.

- Explicó que aunque tenía mucha confianza en que su disco iba a ser del agrado de sus seguidoras, no tenía ninguna expectativa sobre la forma en que iba a ser recibido.

-Alejandro llegará este fin de semana a la capital mexicana, pero será hasta mañana cuando empiece a trabajar. Tiene planeado asistir al programa Otro Rollo y hacer una firma de autógrafos.

FUENTE: SUN-AEE

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