El nuevo libro del premio Nóbel fue presentado en la Ciudad de México
NOTIMEX
MÉXICO, D. F.- Igual que una entrevista amena, entre un periodista y un escritor, Ricardo Rocha y el Premio Nóbel de Literatura 1998, José Saramago, uno con más y otro con menos preguntas, se refirieron al protagonista de la historia que cuenta la reciente novela del autor portugués El Hombre Duplicado, el famoso tertuliano Máximo Afonso.
Ante un Anfiteatro Simón Bolívar, del Antiguo Colegio de San Ildefonso, pletórico (hay quienes afirmaron que estuvieron presentes alrededor de mil personas que llegaban hasta el patio central), el escritor remitió anécdotas, comentarios sobre su imaginario y el protagonista de su novela.
El aplauso fue largo para recibir al Nóbel de Literatura que apoyó la marcha zapatista de hace dos años; pero fue más estruendoso cuando el creador lusitano se levantó, y alzó la mano en señal de adiós y dejó, entre gente que estiraba el cuello para verlo, el anfiteatro Simón Bolívar.
Pero sobre todo, habló de derechos humanos, democracia, libertad, Cuba, Irak, Estados Unidos, Palestina, México, con un énfasis en la situación que viven aún los pueblos indígenas de Chiapas. Ante la falta de humanidad que vive el hombre de este siglo XXI, Saramago pidió terminar con la apatía y el desinterés por parte de los mexicanos, hacer válidos los derechos humanos y buscar acceder a la democracia.
Respecto al caso particular de Cuba y sus declaraciones que suscitaron comentarios bastante críticos, dijo que jamás se ubicará en la trinchera del enemigo de la Revolución Cubana; sin embargo, no lamenta su rompimiento con el régimen de Fidel Castro.
Saramago afirmó que Estados Unidos no sólo promueve un proceso de globalización que está gestando desde hace varios años, sino que busca imponer un patrón de militarización, pues no se puede decir que haya un solo país que no tenga bases castrenses estadounidenses en su territorio.
Sobre la historia
El autor de Ensayo Sobre la Ceguera y La Caverna, respondió solícito a todas las preguntas y dudas de Ricardo Rocha, el periodista mexicano que charló con José Saramago, a quien pidió explicar dónde nació la idea de la duplicidad en el género humano y el personaje.
“El hombre que acaba de entrar en la tienda para alquilar una película tiene en su documento de identidad un nombre nada corriente, de cierto sabor clásico que el tiempo ha transformado en vetusto, nada menos que Tertuliano Máximo Afonso”, de esa manera inicia la historia.
Una novela que habla de un hombre, profesor de historia, divorciado, amante de las grandes civilizaciones y poco afecto al cine, pero que una película recomendada lo enfrenta a una escalofriante sorpresa: tiene a un doble idéntico a él, pero no los une ni un lazo de sangre.
Luego de verse a través de la pantalla de televisión, es decir, de ver a su otro yo, comienza una búsqueda por encontrarlo, por saber más de él, tal vez para reconocerse, para verse frente a frente y darse cuenta de que son tan iguales que nacieron el mismo día por diferencia de unos segundos.
Saramago partió de una serie de preguntas que le surgieron desde antes de que una persona lo confundiera con un actor. ¿Cómo saber quiénes somos?, ¿En qué consiste la identidad? y ¿Qué nos define como personas individuales y únicas?
Sobre esas preguntas y algunas otras, el escritor nacido en Azinhaga en 1922 y autor de El Evangelio según Jesucristo, desarrolla una novela caótica y reflexiva, que se podría definir en una sola frase extraída del Libro de los Contrarios que dice: “El caos es un orden por descifrar”.
El Hombre Duplicado es la más reciente novela del escritor portugués que ya tiene el título de su próxima historia: Ensayo Sobre la Lucidez, que hace referencia a un libro pasado, Ensayo Sobre la Ceguera.
Más de mil personas escucharon al autor de Todos los Nombres y El Año de la Muerte de Ricardo Reis, unos frente a frente en el Anfiteatro Simón Bolívar; otros desde afuera, a través de una pantalla de televisión en circuito cerrado, en la misma forma en que Tertuliano Máximo Afonso conoció a su doble.
Hasta Monsiváis se dio cita
Convocados por la presencia del Premio Nóbel de Literatura 1998, José Saramago, cerca de mil personas se dieron cita este sábado en la Librería Octavio Paz, del Fondo de Cultura Económica (FCE), donde el escritor portugués firmó ejemplares de El Hombre Duplicado, su más reciente novela.
Al lugar, ubicado al sur de esta ciudad, el autor arribó alrededor del mediodía para otorgar -según los representantes de la editorial que publicó su obra- sólo 200 autógrafos.
Sin embargo, debido a la gran demanda, sobre todo de jóvenes lectores, quienes buscaban también estrechar la mano del novelista lusitano, se acordó que firmara dos centenas de ejemplares más, aunque la demanda era superada por varios cientos de personas que desde temprana hora se habían reunido en la librería.
Vestido con un traje gris oscuro, Saramago recibió abrazos, besos y saludos, no sólo de jóvenes y adultos, sino también de niños que acudieron al lugar para ver al literato originario de Azinhaga, Portugal, y quien desde 1993 radica en Lanzarote, España, donde vive con su esposa Pilar del Río.
Al recinto librero también se dio cita -cerca de las 14:00 horas- el escritor y periodista mexicano Carlos Monsiváis, quien después de saludar a Saramago comentó que “éste es un acto de reivindicación de la lectura, mucho más que un homenaje a un Premio Nóbel”.
Ante el hecho de que la mayor cantidad de asistentes a la firma de libros organizada por la casa editorial fuera gente joven, Monsiváis comentó que “eso siempre ha sido, lo que sorprende aquí, es el número, el entusiasmo y la perseverancia y eso da gusto”.
Al hablar de José Saramago, Monsiváis refirió que es un hombre de una coherencia enorme, “que se pueden discrepar declaraciones de él, pero de lo que no se puede discrepar es el derecho que tiene para decirlas, puesto que ha sido un observador vigilante y un testigo de lo que acontece”.
Con esta firma de autógrafos, el escritor de Ensayo Sobre la Ceguera concluyó su visita al país, incluida la Ciudad de México, donde realizó varios actos en recintos como El Antiguo Colegio de San Ildefonso y en la Universidad del Estado de México (UAEM), institución que le confirió el Doctorado Honoris Causa.