Tiene una buena dicción. Es rubia, bien educada, lo bastante pretenciosa para despertar la admiración de los miopes. Cuida cada una de sus palabras. Se expresa bien, pausadamente, con un dejo de tristeza y compasión por el presidente Fox “que se encuentra en una situación muy difícil”. En efecto, Vicente ha tenido que soportar la víspera las torpes amenazas de Su Excelencia, Tony Garza, que como embajador parece ser un mal boxeador, y del viejo Kissinger, que dice que “México se opone al desarme de Iraq”, en tanto que él mismo rehusó seguir con la investigación que le confiaron sobre el ataque a las Torres Gemelas. ¡Qué no habrá visto!
-Ella no se detiene ni en uno ni en otro. Sólo profiere dulcemente sus propias amenazas (como dijo en una vieja entrevista: “Cuando llegué a Washington era dura, hasta que me dijeron que lo que percibía como fortaleza era grosería” y entendió entonces que en la amabilidad y cortesía no hay debilidad). Comprende que México no puede apoyar abiertamente la guerra en el Consejo de Seguridad de la ONU -la voz se hace más cariñosa- porque un 85 por ciento de la población mexicana se ha manifestado en contra de la guerra en Iraq (como la población española y hasta la inglesa entre muchas más en el globo). México no tiene nada que temer del gobierno americano, dice, porque ahí tiene un amigo, Bush. Es del Congreso del que tiene que cuidarse. Hay muchos congresistas antiamericanos. Pero los más importantes son los consumidores estadounidenses porque “son muy patrióticos” y podrían dejar de consumir productos mexicanos y no viajar a México si ven que no está con Estados Unidos”. ¡Ese es el mensaje! Estar o no estar con Bush se considera estar o no estar con Estados Unidos. ¿Bush es Estados Unidos, igual Luis XIV de Francia decía “El Estado soy yo”?
-Lo que queda de lo que dice la dulce Anita es: Cuidado con de los “patrióticos consumidores” o sea con los partidarios de Bush. Pleno macartismo. Pero no habla de la oposición en USA. No se entera de que millones de antibushistas se han manifestado de costa a costa, de Nueva York a San Francisco, millones de “antipatriotas” como en todas las grandes ciudades de la Tierra que dicen NO a Bush.
-Concluye su comentario deseando dejar en radioescuchas y televidentes la preocupación -si Fox no cede- de la inminente ruina de México porque los gringos no van a comprar nada ni a venir aquí. (“Detrás de la Noticia”, entrevista de Ricardo Rocha a propósito de las amenazas de Tony Garza). Sin duda algo similar ha de decir la dulce Ana María en la cátedra del ITAM y en sus múltiples tribunas en la prensa y en la TV de México que se le abrieron como por encanto cuando llegó. Hoy trata de convencer a los mexicanos y de dar a Fox el gran pretexto para rajarse.
-Picuda en Washington y.... en Bogotá, la calificada analista Ana María Salazar -¡imagínese usted una mexicana que habla sin acento, ni siquiera puertorriqueño, y en el Pentágono!- es conocida como una superexperta del sistema estadounidense. Hay quien cree que nos puede ser de gran utilidad porque ella sabe cómo se las gastan por allá y es paisana por su papá sonorense, aunque su mamá, enfermera de oficio, sea estadounidense. Hoy en México, Anita puede abierta y legalmente tener las dos nacionalidades sin avergonzarse, pero depende de su corazoncito por cuál se incline, cuál país le conviene más y cuál gobierno tiene contratados sus servicios. En la entrevista citada anteriormente, 30/8/2000, cuando le dieron un reconocimiento por ser una prominente “Latina girl” en el Pentágono, dijo que lo más importante es el “empowerment”, que se puede traducir como la habilitación, el apoyo, el sostén de un gobierno y por ende la transferencia del poder a uno de los suyos para que realice determinada acción, ella dijo a la entrevistadora Audrey Fischer: “My government empowers me to enforce our drug policy”. Mi gobierno me da el poder para hacer valer nuestra política sobre drogas. Lógico, para Ana María “su” gobierno era y es el gringo. Así las cosas ¿puede pensarse que hoy lo único que le importa es el bien de México? El público tiene derecho a saber quiénes son los “formadores de opinión”. La dulce Ana María es “un general gringo de tres estrellas”.
-Echemos un breve vistazo al currículum vitae de Salazar. Hizo la carrera de Leyes en Harvard y se tituló en 1989. Clinton la llevó a la Casa Blanca y después al Pentágono de 1998 a 2001 fungiendo como experta en seguridad y asistente del Secretario de la Defensa para la aplicación de la política contra las drogas. Su título en inglés es fuerte: “Deputy Assistant Secretary of Defense for Drug Enforcement Policy and Support” que corresponde en el Departamento de la Defensa, a lo antes dicho, a un general de tres estrellas. Por eso llegó a controlar presupuestos bi-llo-narios. para aplicar la guerra de las drogas en 20 países. A su amigo Clinton le sacó en junio de 2000 nada menos que un 1.3 billón de dólares para Colombia, donde era Agregada Judicial de “su” embajada en Bogotá.
-¡Un negociazo esta Anita para el Departamento de la Defensa, al que cuando cayó ese utilísimo enemigo que era el comunismo soviético y crearon para sustituirlo en los presupuestos del gobierno gringo la Guerra de las Drogas -la cabeza era Dick Cheney, hoy vicepresidente-, le asignaron sólo 567.5 millones de dólares, en tanto que al De Justicia le soltaron 3,507.6 (pag. 202 de mi libro “La Guerra de las Drogas” Grijalbo 1991)
-Pero en 2001 Salazar deja el Pentágono. Al recién nombrado presidente Bush no le gusta que cuando se habla de USA y Latinoamérica, el tema de entrada es el de Anita: La culpa latinoamericana en la drogadicción masiva de los gringos. George W quiere más: LA COLONIZACIÓN TOTAL, el ALCA, Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, al que yo llamo ALCAPONE y al que naturalmente apoya la Dulce Anita. Consulte, lector, el sitio www.acabajo.ctl/ y claro, www.manu-dorn-bierer.com.mx