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Manú Dornbierer

¿Y A BUSH QUIÉN LO VA A JUZGAR? Para un lector o televidente que no fue programado como la gran masa estadounidense para creer que un presidente de USA -así sea espurio como George W.- una vez electo se convierte en milagroso ser humano, infalible, sabio, justo, inteligente, intachable, el más informado del mundo, amén de designado por la propia divinidad para manejar al planeta, resulta difícil creer que el diabólico Saddam Hussein, ex amigo y protegido del clan Bush, no haya encontrado en todos estos meses mejor lugar para esconderse de sus enloquecidos perseguidores y destructores de su país, que un minúsculo hoyo en una gruta cercana a su ciudad natal. Suena a ingenuo comic de los viejos tiempos.

UN DESCUBRIMIENTO MEDIÁTICO no es problema sin embargo para los nacos gringos, que para desgracia del mundo son la mayoría. Están acostumbrados a vivir en la enajenación de la publicidad consumista y no son capaces ni siquiera de percatarse del sometimiento de las cadenas de TV a Bush. No pueden ni reírse de las escenas de la CNN, repetidas al infinito: El “expulgamiento” por un pelón enguantado de la sucia melena del prisionero en busca de una cicatriz, la exploración de la boca, experiencia que manifiestamente sorprendió al sujeto ¿quizás por no haberla vivido antes? y hasta la noticia del análisis del ADN, obviamente NO presentado a la prensa científica internacional. Tampoco les molesta la coincidencia del arresto del dictador iraquí en un momento en que hasta los más crédulos de los crédulos empezaban a entreabrir los ojos para ver lo zafado y criminal que es W., quien no pudo encontrar las famosas armas de destrucción masiva de Hussein, pretexto de su sanguinaria invasión de Iraq (en Afganistán fue Bin Laden, al que tampoco encontró). No les pasa por su muy lavado coco que el TVSaddam puede ser tan falso como el pavo de plástico que el presidente de USA tuvo el mal gusto de llevar a las tropas el “Día de Gracias”, para escozor de las familias de los soldados.

Y creerán por igual en el futuro, más cerca de las elecciones de noviembre 2004, en otro descubrimiento súbito y milagroso de las dichas armas que les habrán “sembrado” para la ocasión o en un atentado terrorista como el 11 de septiembre, escenificado por su propio gobierno. Ni la pérdida de sus libertades individuales dentro de USA despierta a algunos. Así lo demuestra el repunte de la popularidad de Bush por la captura de un Hussein, tan tarado como para estar metido en un hoyo con 750 mil dólares. Basta un día de CNN o una biografía de A&E Mundo para extirparle toda lógica al electorado gringo.

En fin, para alguien que como la que esto escribe pasó dos semanas del mes de septiembre de 1995 en Bagdad y tuvo serias dificultades para distinguir a un bigotón de otro, el Hussein de CNN puede o no ser Saddam. Lo mismo da, pero lo grave es que puede ganarle los votos de millones de robots a George W. y eso es pésima noticia para el planeta. ¿Quién más a estas alturas puede creer en cualquier cosa que diga el dueño de Enron o sus halcones? La masa endoctrinada a lo largo de la historia que cree en su presidente como enviado de Dios. Los gringos que no están ciegos tienen la obligación ante la humanidad de ponerle un alto.

GEORGE W. BUSH HIZO MÉRITOS PARA ESTAR EN LA LISTA DE LOS GRANDES ASESINOS DE LA HISTORIA. Sólo en Iraq (en Afganistán no hay cifras) se le cuentan 9,781 CIVILES muertos (de bajas militares de diferentes nacionalidades no se habla) y 20 mil gravemente heridos y lisiados. Cuenta con suficientes víctimas en su haber para competir muy ventajosamente con la crueldad del propio Saddam Hussein, sólo que con armas más contundentes pagadas por sus fervorosos compatriotas contribuyentes. “Nosotros no hacemos conteo de cuerpos” (We don’t do body count), decía cínicamente Tommy Franks, ex jefe de Iraq y hoy gato de Bill Gates (que nos tiene hartos con los nunca corregidos errores de sus monopólicos programas de computación), cuando le preguntaban cuántos muertos podía reportar en la inicial carnicería de la II Guerra de los Bush contra Iraq.

Y precisamente su humanitaria frase dio pie a que ciudadanos conscientes iniciaran una organización británico-americana, la IBC, Iraq Body Count, que SÍ cuenta los muertos. Búsquela, lector cibernético en www.iraqbodycount.net/. Se documenta en esa pagina web un mínimo de 7,950 muertos y un máximo de 9,781 en la guerra y ocupación del país. 7,798 de esas muertes fueron reportadas en la prensa. Y asimismo 20 mil civiles fueron heridos de gravedad como los muchos niños literalmente descuartizados que al principio vimos en TV. Ergo George W., el autor intelectual de tanto horror puede ser acusado por 30 mil civiles iraquíes. No hablemos de la víctimas en su propio país, las de las Torres Gemelas, por ejemplo, ni de las de Afganistán.

Alguien tiene que juzgar a George W. Bush -y ésos somos sus contemporáneos, testigos de su locura- antes de que llegue como Hitler, su modelo, a millones de muertos, para que lo juzgue “La Historia”. Muchos periodistas gringos lo denuncian, pero no en la TV y los diarios de su país, sino fuera o en libros prohibidos como “Stupid White Men” (“Estúpidos Hombres Blancos”) de Michael Moore. Pero lo grave es que la masa apoyadora puede aún cometer contra el planeta la canallada de reelegirlo.

www.manu-dornbierer.com.mx

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