AGENCIAS
BAGDAD, IRAQ.- Paul Bremer administrador estadounidense en Iraq, declaró ayer que no ha percibido ningún odio contra los soldados estadounidenses por parte del pueblo iraquí, incluso cuando fuerzas estadounidenses en Tikrit fueron atacadas con tres bombas accionadas a control remoto.
Los ataques ocurrieron luego de que líderes tribales sepultaron a los dos hijos y al nieto de Saddam Hussein en la ciudad natal del líder depuesto.
L. Paul Bremer, jefe de la ocupación estadounidense, culpó de los ataques a cuatro grupos: tres lineados con el derrocado régimen de Saddam Hussein, y uno de terroristas extranjeros. Sin embargo, Bremer implicó que esos combatientes no representan a la población general iraquí.
“No he notado ningún odio entre el pueblo iraquí hacia los soldados estadounidenses”, declaró en conferencia de prensa.
Las declaraciones de Bremer se ajustan a las emitidas por otras autoridades estadounidenses, principalmente en Washington, de que terroristas extranjeros son los culpables de la continua violencia en Iraq y los ataques contra soldados estadounidenses.
Además, Bremer dijo que otra fuente de los hechos violentos es el Partido Baath de Saddam y su milicia Fedayín, así como las otrora temidas fuerzas de seguridad, ahora depuestas.
Por otra parte, el administrador afirmó ayer que “se agota el tiempo para Saddam Hussein” y prevé que el derrocado presidente iraquí será capturado pronto gracias a numerosos informantes.
“El informante que reveló el paradero de Uday y Qusay ya recibió sus 30 millones de dólares de recompensa y fue trasladado junto con su familia de forma segura a otro país”, indicó el funcionario, quien se mostró confiado en que “vamos a encontrar también a Saddam”.
“La única pregunta ahora es quién conseguirá la recompensa de 25 millones de dólares y el traslado a otro país”, señaló durante una conferencia de prensa en la capital iraquí, Bagdad, en la que no dudó al afirmar que Saddam se encuentra en territorio iraquí.
Bremer admitió que aunque se lograra de inmediato la detención de Hussein, continuarían los ataques contra las tropas estadunidenses en Iraq, donde han muerto casi 50 soldados desde el primero de mayo, cuando Washington declaró el fin de su ofensiva contra ese país árabe.
Sin embargo, confió en que “la captura de Saddam y las muertes de sus hijos tendrán un efecto beneficioso”, pues desmoralizarán a los simpatizantes del derrocado régimen y se reducirá poco a poco la violencia contra soldados estadounidenses.
Cada vez son más los iraquíes que colaboran con Washington y aportan datos para encontrarlo, afirmó Bremer tras recordar que Uday y Qusay Hussein fueron asesinados sólo unas horas después de que Estados Unidos conoció su ubicación.